tag:blogger.com,1999:blog-60443931611111366892024-02-19T19:51:01.367-05:00Confabulación VirtualCuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comBlogger22125tag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-29854375452501184502007-11-29T23:18:00.005-05:002014-04-07T12:50:38.097-05:00Comité Editorial<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm; text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt; mso-ansi-language: ES-TRAD;">DIRECTOR</span></b><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt; mso-ansi-language: ES-TRAD;">: Gonzalo Márquez Cristo. <b>EDITORES: </b>Amparo
Osorio, Iván Beltrán Castillo.<b> COMITÉ EDITORIAL</b>: </span><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">Fabio Jurado
Valencia, Carlos Fajardo, Maldoror. <b>CONFABULADORES</b>:
Óscar Collazos, José Chalarca, </span><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 15px;">Marcos Fabián Herrera,</span><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 15px;"> </span><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Sergio Trujillo Béjar, Fabio Martínez, Fernando
Maldonado, Gabriel Arturo Castro, Guillermo Bustamante Zamudio. </span><b style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">EN EL
EXTERIOR: </b><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Alfredo Fressia (Brasil); Antonio Correa, Iván Oñate
(Ecuador); Rodolfo Häsler (España); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva
(México); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses, Adalber Salas (Venezuela);
Renato Sandoval (Perú); Efer Arocha, Jorge Torres, Jorge Najar (Francia); Marta
L.Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Luis Bravo (Uruguay); Armando
Rodríguez Ballesteros, Osvaldo Sauma (Costa Rica).</span></div>
<br />Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-87539365020829389712007-11-29T18:58:00.010-05:002012-11-07T10:47:43.521-05:00Grandes Columnas de Con-Fabulación<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKM4aHbvQSIszBJRKs3EmGqAU-etiFOCgCZOgZMhTIJh_vY3p4omVu98aEIT8pb7nk_PWOnZsMZq2UVh6WO8F7hfhiAfj85tYyoBB1XHRjLnYpOqKJtA31rlC34CU3vR9wU5uy73P0VAg/s1600-h/Maldonado+levitantes.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5145350167103041074" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKM4aHbvQSIszBJRKs3EmGqAU-etiFOCgCZOgZMhTIJh_vY3p4omVu98aEIT8pb7nk_PWOnZsMZq2UVh6WO8F7hfhiAfj85tYyoBB1XHRjLnYpOqKJtA31rlC34CU3vR9wU5uy73P0VAg/s320/Maldonado+levitantes.jpg" style="cursor: pointer; display: block; height: 245px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 216px;" /></a><br />
<div style="font-family: arial; text-align: center;">
<span style="color: #cc0000; font-family: arial; font-size: 130%; font-weight: bold;">100.000</span><span style="font-family: arial; font-size: 130%;"> lectores semanales</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: black; font-size: 130%;"><span style="font-family: arial;"><span style="color: #cc0000;"><span style="font-family: arial; font-size: 78%;">(Obra pictórica Blog: Fernando Maldonado)</span><br />
<br />
<br />
</span></span></span></div>
Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-48390444415889525862007-11-29T16:59:00.003-05:002013-07-04T14:29:42.360-05:00Oscar Collazos<div style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYRZbwIJvUpom_F4JxSCn7N1XINe3MfOHBuB8B_0xsOcDEZLGPVUW2TEMiA3Ul9Z9_SMQZidOh1OkNqhn8eWVW0bPY_VPD2wikJGgtCYTf6eFwik4pgSjrPAF-LMlLfmSrCOKHZ7E-ENM/s1600-h/Collazos.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5210411828226827410" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYRZbwIJvUpom_F4JxSCn7N1XINe3MfOHBuB8B_0xsOcDEZLGPVUW2TEMiA3Ul9Z9_SMQZidOh1OkNqhn8eWVW0bPY_VPD2wikJGgtCYTf6eFwik4pgSjrPAF-LMlLfmSrCOKHZ7E-ENM/s400/Collazos.jpg" style="cursor: pointer; display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center;" /></a><span lang="ES-CO" style="font-size: 13;"><span style="font-family: arial; font-size: 130%;"><span style="color: #cc0000; font-weight: bold;">Genocidios</span></span><b><o:p></o:p></b></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: arial; margin-bottom: 3pt; text-align: center;">
<b><span lang="ES-CO" style="font-size: 10;">(Exclusivo para Con-Fabulación)</span></b><b><span style="font-size: 10;"><o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoFooter" style="font-family: arial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify;">
<span lang="ES-CO" style="font-size: 11;">Marcelino Jiménez, colono blanco de <st1:personname productid="La Rubiera" st="on">La Rubiera</st1:personname>, finca ubicada en Los Llanos Orientales de Colombia, pretendía a la joven Lilia, una indígena de El Manguito, perteneciente a la comunidad cuiba. Marcelino no cejaba en su empeño. Al no servirle la persuasión intentó llevarse a la fuerza a la nativa. No sirvieron de nada las mediaciones de terceros, ni siquiera la intervención del sacerdote español Gonzalo González, cura de la localidad de Elorza. Jiménez estaba dispuesto a cobrarse su pieza a cualquier precio. </span><span style="font-size: 11;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES-CO">Todo esto ocurría en la primera quincena del mes de diciembre de 1967.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES-CO">Pocos días después, exactamente el 26 del mismo mes, la historia de amor entre Jiménez y la indígena, pasaría a un segundo plano. Sin embargo, ésta se convertiría en una de las piezas claves de un proceso abierto cinco años más tarde a un grupo de colonos, que, como Marcelino, fueron acusados de haber dado muerte violenta a dieciséis indígenas de la región. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES-CO">Lilia, la indígena pretendida por Jiménez, se había convertido en testigo de excepción del proceso. Sólo ella y dos indígenas más, sobrevivientes de la masacre, podían dar testimonios directos sobre el espantoso crimen, al que la prensa colombiana llamó: “el banquete de la muerte”.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES-CO">Las pretensiones de Jiménez no eran excepcionales. Un colono blanco decidía sobre la vida de los indígenas, en algunos casos asalariados o trabajadores temporeros en sus fincas. La historia podía remontarse a tiempos más lejanos: todas estas tribus, guahibas, sálivas, plapocos, ciubas y amorúas, habían sido desposeídas de sus tierras y condenadas a sobrevivir en el nomadismo, sombra siniestra de una casi aceptada herencia colonial.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES-CO">El episodio central empezó a tomar cuerpo aquel 26 de diciembre, cuando dieciocho indígenas marcharon de la finca El Manguito hacia el hato <st1:personname productid="La Rubiera" st="on">La Rubiera</st1:personname>, llamados por el propio Jiménez, quien les prometía ropas y alimentos. El primero en conocer esta noticia –según se sabría cinco años más tarde en el curso del proceso- fue el padre González. Trató de averiguar por las razones del viaje imprevisto de los indígenas y sólo supo que iban a recoger ropas y alimentos ofrecidos por Jiménez. La siguiente noticia, recibida por el dominico González, adquirió la forma de una repugnante tragedia: dieciséis de los dieciocho cuibas habían sido masacrados.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES-CO">Los culpables del genocidio trataron de ocultar las pruebas del delito: los cadáveres habían sido amarrados a la cola de las mulas y se pretendía conducirlos a un lugar cercano para proceder a la incineración. No lo consiguieron. Y aquí empieza la historia de un genocidio que habría de encontrar en los dos únicos sobrevivientes, Antuko y Cevallos, a los únicos relatores de los hechos. Habían observado la matanza subidos en lo alto de unos árboles.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES-CO">Pero no sólo se había producido la matanza. No sólo se había conseguido que los indios acudieran al encuentro fatal. ¡Habían sido agasajados! “Comiendo con la mano en una mesa y sentados en la mesa -diría uno de los testigos-, después la gente llegó a la mesa por ambas partes de la cabeza, y llegaron a matar, y los perros salieron a morder y en la mesa cayeron Doris y Carmelina, la niña de Doris, y los demás huimos”. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES-CO">La descripción del indígena Antuko es escalofriante, incluso en su entrecortado y pobre castellano. “Y por la mañana vimos que llevaban arrastrados de la cola de la mula los cadáveres, no vimos humo, y ese día, por la tarde, nos fuimos Cevallos y yo para El Manguito, llevando dos canoas cada uno por el río Capanaparo”.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES-CO">Cinco años más tarde, el 9 de junio de 1972, se abrió proceso a los colonos de <st1:personname productid="La Rubiera" st="on">La Rubiera</st1:personname>, acusados de la matanza de dieciséis cuibas. En la ciudad de Villavicencio, en una sala atestada de periodistas, antropólogos y curiosos, sólo se hablaba del “banquete de la muerte”. Además de los dos testigos sobrevivientes de la masacre, estaba allí el padre González, intérprete de los indígenas y conocedor de los pormenores de una pretendida historia de amor entre Jiménez, uno de los acusados, y Lilia, la “joven y hermosa” indígena que tuvo la fortuna de no acudir al “banquete” de <st1:personname productid="La Rubiera." st="on">La Rubiera.</st1:personname></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES-CO">Todavía recuerdo, como si conservara una fotografía, los rostros impenetrables, severos, curtidos por la intemperie, de los seis colonos sentados en el banquillo de los acusados. En las barras, representantes de la distintas comunidades indígenas del país, llegadas a Villavicencio para presenciar el juicio. Si algo había en sus rostros era una extraña mezcla de cólera y escepticismo. En otro plano de la sala, los tres jurados de conciencia: graves, circunspectos, con el peso de una responsabilidad poco frecuente en sus vidas de ciudadanos del común.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES-CO">El primer día de juicio se oyó por boca de los acusados una de las frases más significativas de la sesión y acaso la clave antropológica del caso. “No creíamos que matar indios fuera malo”, fue la unánime explicación dada por los colonos. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES-CO">A partir de aquí, poco importa saber si los autores del genocidio fueron condenados o absueltos. Poco importa al menos a efecto de la crónica. A partir de aquel instante, cuando los colonos pronunciaron la tremenda frase exculpatoria, muchos de los asistentes al juicio (antropólogos, periodistas, estudiantes de sociología) cruzamos miradas de consternación y tuvimos la certidumbre de que, condenados o absueltos, había algo más revelador en el hecho de declararse inocentes. <o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES-CO" style="font-size: 9;"><o:p> </o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES-CO" style="font-size: 9;"><span style="font-family: arial;">(*Escritor y periodista colombiano. Una de las voces más vigorosas de la generación posterior a García Márquez. Autor de: </span><i style="font-family: arial;">El verano también moja las espaldas,</i><span style="font-family: arial;"> </span><i style="font-family: arial;">A son de máquina</i><span style="font-family: arial;">, </span><i style="font-family: arial;">Batallas en el monte de Venus</i><span style="font-family: arial;">, </span><i style="font-family: arial;">Adiós Europa</i><span style="font-family: arial;">, </span><i style="font-family: arial;">La modelo asesinada</i><span style="font-family: arial;">, y del deleitoso libro periodístico </span><i style="font-family: arial;">La bella y la bestia…</i><span style="font-family: arial;">)</span><o:p></o:p></span></div>
Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-54100589764717149492007-11-29T16:59:00.002-05:002009-09-30T12:39:50.903-05:00Eduardo García Aguilar<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0_k9Eex4Az2F6DhsqCtgmaei2PANavd60zrdvqCEAT7nwPIJlRk0z5SL2_6SwpGbCVoR7vr3Txs1sBETn_5VBOEHTo8CQ7lgHGxsMZgn0bi8r_5b3_MEH9h55fgVjegmNUk37596OCoY/s1600-h/Eduardo-Garc%C3%ADa-Aguilar.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 109px; height: 119px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0_k9Eex4Az2F6DhsqCtgmaei2PANavd60zrdvqCEAT7nwPIJlRk0z5SL2_6SwpGbCVoR7vr3Txs1sBETn_5VBOEHTo8CQ7lgHGxsMZgn0bi8r_5b3_MEH9h55fgVjegmNUk37596OCoY/s400/Eduardo-Garc%C3%ADa-Aguilar.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5387316182594534322" border="0" /></a><meta 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"Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">El escándalo provocado por el performance de la prestigiosa artista cubana Tania Bruguera en la escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional, durante el cual circularon tres bandejas con 20 líneas de cocaína cada una, como metáfora de un problema real e ineludible, muestra los niveles de intolerancia y ridiculez a los que está llegando Colombia en la primera década del siglo XXI, después de casi ocho años de estar centrada en la palabra supuestamente divina de un caudillo mediocre, autoritario y abusivo.<o:p></o:p></span></p> <p class="Prrafobsico" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 11pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">Un país que tuvo en los años 60 del siglo pasado una generación de artistas de avanzada en los campos de la poesía, las artes plasticas, la crítica y el teatro como Alejandro Obregón, Gonzalo Arango, X-504, Enrique Buenaventura, Santiago García y Marta Traba, entre otras muchas figuras, ha retrocedido en unas décadas a niveles impensables de ñoñez parroquial.<o:p></o:p></span></p> <p class="Prrafobsico" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 11pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">Cuando sabemos que a Palacio de Nariño han entrado en secreto personas ligadas al narcotráfico y que el Congreso nacional, compuesto en gran parte por personas relacionadas con la delincuencia, recibió con honores a narcoparamilitares de alto nivel, no entiendo como saltan algunos a pedir la expulsión de la artista cubana y exigir que se le haga un exorcismo, cuando ha estado presente en los principales lugares de la expresión artística contemporánea, donde, como en los performance presentados en la Bienal de Venecia, se logra por medio de duras escenas poner el dedo en la llaga de la realidad.<o:p></o:p></span></p> <p class="Prrafobsico" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 11pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">El fotógrafo norteamericano Serrano provocó escándalo al mostrar imágenes de Jesús sumergidas en enormes vasos de vidrio llenos de orina, Anselm Kiefer presentó en el Gran Palais de París una exhibición de lo que sería una nueva guerra destructiva, un artista representó al papa Juan Pablo II aplastado por un meteorito, y así sucesivamente el nuevo arte de hoy revela, como lo hicieron en su tiempo dadaístas y surrealistas, y con toda libertad además, las heridas y las verdades de nuestro tiempo. Marcel Duchamp causó y causa polémica todavía con su famoso orinal, considerado un punto básico de ruptura del arte del siglo XX. La artista francesa Louise Bougeois nos estremece con obras escalofriantes que nos obligan a veces a retirar la mirada, como ocurre con Christian Boltanski, uno de mis más admirados artistas de hoy, cuyos performance pueden hacernos vomitar de angustia o de dolor. Otro artista ha osado con fortuna vender mierda humana enlatada como obras de arte. Warhol se hizo rico con sus famosas latas de sopas Campbell.<o:p></o:p></span></p> <p class="Prrafobsico" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 11pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">En este caso la artista cubana no iba a presentar una obra "políticamente correcta" para dejar contentos a todos y partir del país como otro artista más domesticado después del coctel, de los tantos que hay en este país y en el mundo entre novelistas, poetas y artistas plásticos que prefieren callar y ser melifluos para quedar bien con todo el mundo: la izquierda y la derecha, los militaristas y los pacifistas, los gazmoños y los libertinos, los camanduleros y los ateos, los pobres y los ricos.<o:p></o:p></span></p> <p class="Prrafobsico" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 11pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">El arte verdadero es el subversivo y no vale la pena dedicarse a ese oficio para ser complacientes. Kafka desenmascaró los horrores de la burocracia y la novela norteamericana contemporánea va directo al centro de los problemas reales dejando fluir el lenguaje de las calles. Finalmente el arte y la literatura colombianos se han convertido por lo general en un ejercicio de arribistas que quieren ascender y tener la bendición de los poderosos escribiendo o haciendo obras insípidas para consumo y aplauso general. Tania Bruguera le ha dicho a los artistas colombianos que despierten como Lázaro, pues en las últimas décadas se han vuelto momias putrefactas de hipocresía, miedo y arribismo.<o:p></o:p></span></p> <p class="Prrafobsico" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 11pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">Por el contrario los colombianos deberíamos felicitar a la artista cubana por su valentía y porque en un gesto maravilloso, mostró lo que es cosa común en los salones de los ricos del mundo, en los balnearios más exclusivos y en las altas esferas de los potentados, empresarios, ejecutivos, corredores de bolsa, modelos y actores de glamour, en las fiestas de las juventudes doradas de todos los países del primer mundo, empezando por Estados Unidos, que son los consumidores de la droga por la cual tienen estigmatizada a Colombia por la única razón de que enormes intereses se niegan a legalizarla.<o:p></o:p></span></p> <p class="Prrafobsico" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 11pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">No nos metamos mentiras: Colombia es el principal productor del mundo de cocaína porque hay millones de consumidores en los países ricos, que están dispuestos a comprarla al precio que sea para amenizar sus fiestas o mantener la energía en las interminables y deliciosas rumbas de la sociedad de consumo. Si no existiera tal demanda libre en los países industrializados no habría producción en Colombia y volveríamos a nuestras actividades tradicionales. Con su "arte de conducta" la cubana Bruguera prueba que la legalización dejaría en manos de cada quien la responsabilidad de consumir o no, como ocurre con el alcohol, que es un elíxir tan peligroso como la cocaína, el cigarrillo, los autos de lujo y otras drogas legalizadas por las multinacionales.<o:p></o:p></span></p> <p class="Prrafobsico" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 11pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">Si se legalizara el consumo, como ocurrió en los tiempos de la prohibición del alcohol, se acabarían las mafias, los capos, el lavado de dinero, la corrupción de los gobiernos, las policías y los ejércitos, y las sumas multimillonarias destinadas a una guerra inútil podrían aplicarse a prevenir y ayudar a los adictos y el resto a elevar el nivel de vida de los miserables o a mejorar los niveles de educación o la salud. Ya basta del Plan Colombia y los miles y miles de millones de dólares destinados a hacer la guerra al interior del país, cuando el verdadero problema son los consumidores en Estados Unidos y Europa que hacen posible la producción mafiosa.<o:p></o:p></span></p> <p class="Prrafobsico" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 11pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">¿Cuántas generaciones hemos perdido los colombianos en esta lucha absurda? Miles de presidiarios en todo el mundo por el simple hecho de ser pobres "mulas" utilizadas, jóvenes en la flor de su edad que ven sus vidas arruinadas en las cárceles por el error de hacer un viaje equivocado con droga y decenas de miles de muertos en una guerra sin fin entre bandas y autoridades, que conduce sólo al derroche de sangre y dinero. Y mientras tanto los verdaderos capos y lavadores de dinero, los millonarios y los magnates, siguen libres gozando de su renta millonaria en los balnearios del poder y la gloria o entran como pedro por su casa al Palacio Presidencial.<o:p></o:p></span></p> <p class="Prrafobsico" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 11pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">A Tania Bruguera deberíamos darle la nacionalidad honorífica como se la dieron a la polémica crítica argentina Marta Traba y a su coterránea la actriz Fanny Mickey, a quien alguna vez también se le consideró sulfurosa en Colombia por su irreverencia. Con su "arte de conducta" Tania Bruguera ha desatado la polémica sobre un tema esencial: ¿por qué no legalizar la cocaína en vez de sostener solos una guerra inútil en la que Colombia da los muertos y la sangre y los países del primer mundo sólo ofrecen sus narices? Dejemos de ser más papistas que el papa y ojalá quede atrás para siempre esta guerra absurda en la que nos tienen sumidos los energúmenos del Palacio de Nariño y sus áulicos hipócritas.</span></p><p class="Prrafobsico" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;">
<br /><span style="font-size: 11pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></p> <p class="Prrafobsico" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 11pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD"><o:p> </o:p></span></p> <p class="Prrafobsico" style="text-align: center; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;" align="center"><span style="font-size: 10pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">*Escritor y periodista colombiano residenciado en París<o:p></o:p></span></p> <span style=";font-family:";font-size:10pt;" lang="ES-TRAD" ><o:p></o:p></span>Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-3503717387096609262007-11-29T16:56:00.007-05:002010-09-01T15:59:42.395-05:00José Luis Díaz-Granados<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirG5u2ypYKH7ERy7YnJ3BT0NhFGm4bIgjcak-LjYwvyeMyo4TwwkBzM0_Cnx0FczlrCRSnZoDY0TK0dhJA7r_iHZaBOyYqM2xOWyrIlt7p1XIRWlJ1UQUoxOiOSv_xRpkQOAnf1MhnjpE/s1600/jose_luis_diazgranados.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirG5u2ypYKH7ERy7YnJ3BT0NhFGm4bIgjcak-LjYwvyeMyo4TwwkBzM0_Cnx0FczlrCRSnZoDY0TK0dhJA7r_iHZaBOyYqM2xOWyrIlt7p1XIRWlJ1UQUoxOiOSv_xRpkQOAnf1MhnjpE/s320/jose_luis_diazgranados.jpg" /></a></div><div class="MsoTitle" style="color: #333333; font-family: Trebuchet, 'Trebuchet MS', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: center;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;"><br />
</span></div><div class="MsoTitle" style="color: #333333; font-family: Trebuchet, 'Trebuchet MS', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: large;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: 17px;"><b>ESCRITORES, COMPLEJOS Y PARANOIAS</b></span></span></div><div class="MsoTitle" style="color: #333333; font-family: Trebuchet, 'Trebuchet MS', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">No solamente Franz Kafka se despertaba en el pellejo de Gregorio Samsa, con la sensación de haberse convertido en un gigantesco escarabajo, debido a la monumental presión de poderes omnipotentes y negativos sobre su endeble sensibilidad. Son muchos los artistas y escritores de su talento que se han sentido alguna vez o durante toda la vida aplastados por el peso de una alteración emocional, una debilidad o una incurable fobia o paranoia.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoTitle" style="color: #333333; font-family: Trebuchet, 'Trebuchet MS', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">El caso de Kafka es uno de los más conocidos, pero también sobre el que más se ha especulado. En realidad, su complejo de inferioridad se originaba en el autoritarismo de un padre severo e injusto. Todo ello le creaba una incontenible búsqueda de afecto y a la vez una sensación de temor a no poder corresponder a plenitud al ser amado. A todo ello agreguémosle su complejo de sentirse judío en un ambiente de creciente antisemitismo en Europa. Y por contera una permanente incertidumbre acerca de las virtudes de su arte literario. De ahí que no pasara en la vida civil de ser un empleado oscuro y <st1:personname w:st="on">suba</st1:personname>lterno, con una sensación perpetua de que no merecía el afecto ni la compasión de sus semejantes, como quien dice, se sentía un miserable escarabajo. Por eso, al final de sus días le pidió a su amigo Max Brod que quemara la totalidad de sus manuscritos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoTitle" style="color: #333333; font-family: Trebuchet, 'Trebuchet MS', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Si miramos unos siglos atrás, Cervantes habla de sí mismo en el prólogo de Persiles y Segismunda, con cierta nostalgia y mucha melancolía, no sólo de su barba de plata “que antaño era de oro” sino de las seis piezas dentales que escondía tras sus labios casi inexistentes, pues ya eran sólo dos líneas. No sólo se solía lamentar por la escasez de dientes, sino porque éstos no encajaban entre sí para masticar y, al igual que confesaba después James Joyce, tenía que ejecutar incontables malabares dentro de su boca para desmenuzar las bolitas de pan mojadas en el chocolate. Pero paradójicamente, el autor del Quijote enarbolaba con orgullo el muñón de su mano izquierda, por haber obtenido esa herida en la gloriosa batalla de Lepanto.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoTitle" style="color: #333333; font-family: Trebuchet, 'Trebuchet MS', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Charles Baudelaire estuvo dominado durante sus 46 años de vida por la intransigente personalidad de su madre, a veces arbitraria y siempre severa, que para colmos, luego de enviudar del anciano padre del poeta, había contraído matrimonio con Aupick, un rígido oficial del Ejército francés. Baudelaire sufrió innumerables complejos de castración (y de Edipo, desde luego) y al final sólo se sentía realizado en compañía de mujeres esperpénticas, inválidas, jorobadas o perversas. Su más grande amor, la mulata Jeanne Duval, era una actriz de ínfima categoría de los bajos fondos de París, quien no sólo le era infiel sino que lo trataba con despotismo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoTitle" style="color: #333333; font-family: Trebuchet, 'Trebuchet MS', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Tennessee Williams, el genial dramaturgo de <i>El zoológico de cristal,</i> <i>Un tranvía llamado deseo</i> y <i>La gata sobre el tejado caliente,</i> confesó en sus memorias que siempre fue muy tímido, “salvo cuando había bebido”. Sintió mucho miedo cuando en <st1:personname productid="La Habana" w:st="on">La Habana</st1:personname> lo llevaron al “Floridita” a conocer a Hemingway: “Yo esperaba encontrarme con un supermacho y malhablado, y fue todo lo contrario: me pareció un caballero y un hombre dotado de una timidez enternecedora”. También, en la capital cubana, conoció a Sartre y a Simone de Beauvoir, junto a la piscina del Hotel Nacional. Muerto de vergüenza se acercó a ellos y se presentó a la pareja. Él, amable; ella, glacial.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoTitle" style="color: #333333; font-family: Trebuchet, 'Trebuchet MS', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Williams era propenso al insomnio y a la claustrofobia; sufría ataques de pánico y tenía agudos períodos<span> </span>de alcoholismo. Tomaba pastillas de seconal y fumaba varias cajetillas de cigarrillos al día. Siendo varón sufrió cáncer de mama y vivía en perpetua lucha contra la locura. Al final, autodestructivo que era, se suicidó.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoTitle" style="color: #333333; font-family: Trebuchet, 'Trebuchet MS', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Faulkner tenía una permanente expresión de melancolía. Quienes lo conocieron lo señalan como un hombre muy triste, con ojos de torturado. En la película de la entrega del Premio Nobel aparece impecable, vestido de smoking. Un instante antes de darle la mano al rey de Suecia, hace una venia de granjero tímido y se seca o se limpia la mano en el pantalón. Nadie ha podido saber si se trataba de un gesto de humildad o de ironía.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoTitle" style="color: #333333; font-family: Trebuchet, 'Trebuchet MS', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Neruda ya había ganado todos los honores y glorias de este mundo cuando declaró: “Todavía me ocurre que cuando llego a una recepción, me parece que el camarero me va a decir: haga el favor de salir. Usted no ha sido invitado”. Y García Márquez confesó en una entrevista radial hace pocos años: “Durante mucho tiempo tuve la sensación de que yo sobraba en todas partes”.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoTitle" style="color: #333333; font-family: Trebuchet, 'Trebuchet MS', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">El guatemalteco Augusto Monterroso no sólo ha confesado sus miedos y paranoias en ensayos y artículos, sino en el más famoso de sus cuentos (o mejor, de sus líneas): “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. En México, cuando le presentaron al poeta surrealista peruano César Moro en la librería donde éste trabajaba, se dio cuenta que los escritores famosos le producían miedo, hasta el punto que huía de ellos en sus mismas caras.<span> </span><o:p></o:p></span></div><div class="MsoTitle" style="color: #333333; font-family: Trebuchet, 'Trebuchet MS', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Por lo demás, Dostoievski le tenía horror a la oscuridad; Alfredo de Musset a que lo sepultaran vivo; Djuna Barnes, a que alguien hiciera su apología; por el contrario, le atraía aquella persona que la atacaba o injuriaba; Somerset Maugham se volvió homosexual al no encontrar una mujer que igualara en belleza y personalidad a su madre; Proust temía a la asfixia, por eso escribía sin cesar, pensando que sólo así evitaba un ataque de asma; Rulfo sufría de “miedo escénico”: le tenía terror a hablar en público; Hemingway y Henry Miller manifestaban públicamente el odio por sus madres; Amiel se decepcionaba de una mujer por sólo verla comiendo; Balzac sufría delirios de persecución y Vicente Aleixandre sufría de agorafobia, “terror a los espacios abiertos”.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoTitle" style="color: #333333; font-family: Trebuchet, 'Trebuchet MS', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Quizá el mayor de los temores de un escritor sea el temor a no poder escribir. Pero esto es otro paseo. Otro cuento.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="color: #333333; font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt; line-height: 18px; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;"><br />
</div><div align="center" class="yiv887718119msonormal" style="color: #333333; font-family: Trebuchet, 'Trebuchet MS', Arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;"><span lang="ES" style="color: black; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 9pt;">*José Luis Díaz-Granados (Santa Marta, 1946), poeta, novelista y periodista cultural. Su novela <i>Las puertas del infierno</i><b> </b>(1985), fue finalista del Premio Rómulo Gallegos. Su poesía se halla reunida en un volumen titulado <i>La fiesta perpetua. Obra poética, 1962-2002</i> (2003).</span></div>Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-38752034059343690782007-11-29T16:56:00.002-05:002008-11-10T12:05:53.357-05:00Jorge Enrique Robledo<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7LSqq4-zX3DX5GsoZ0Hzu77TMRjVU_Pd3UGg7QpiJcewvYlAVKA5UPHhRXlUMF9LfqBs30CFJxmUBOjJ7ghLBXIz-vvWa9kKVMPFiy3ZUCtwGalmzpQ_8qBoejvSh6hJ9jQyhLpaqGko/s1600-h/Robledo.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7LSqq4-zX3DX5GsoZ0Hzu77TMRjVU_Pd3UGg7QpiJcewvYlAVKA5UPHhRXlUMF9LfqBs30CFJxmUBOjJ7ghLBXIz-vvWa9kKVMPFiy3ZUCtwGalmzpQ_8qBoejvSh6hJ9jQyhLpaqGko/s400/Robledo.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5138382448434546146" border="0" /></a> <p class="MsoNormal" style="text-align: center; font-family: arial;" align="center"><span style="font-weight: bold; color: rgb(204, 0, 0); font-family: arial;font-family:arial;font-size:100%;" ><span style="font-size:130%;">El Problema Indígena</span><br /></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial;"><span style=";font-size:100%;" >El senador del Polo Democrático acostumbra nombrar la realidad y llamar a la esperanza con la denuncia estricta, objetiva, casi científica de nuestros yerros y falencias más atroces y, para decirlo en el lenguaje futurista de Cervantes: “mantea a la realidad… como la realidad manteaba al Quijote”. Aquí su visión esclarecedora sobre el candente tema de los indígenas del Cauca.<o:p></o:p></span></p> <p style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; font-family: arial;"><span style=";font-size:100%;" >La inmensa movilización de los indígenas colombianos, de la que la del Cauca es la mayor mas no la única, porque también han protestado, entre otros, los del Valle, Risaralda, Caldas, Chocó, Nariño y La Guajira, ha puesto otra vez sobre el tapete un gran debate: ¿Existen poderosos argumentos para las protestas, porque hasta puede hablarse de la existencia de un problema indígena, en el sentido de los maltratos, discriminaciones y carencias de los que han sido víctimas estos compatriotas durante siglos? ¿O los indígenas luchan porque son parte de una conspiración en contra de un gobierno que sí les ha atendido a cabalidad sus reclamos, por lo que hay que rechazarles sus peticiones y denunciarlos como malos miembros de la sociedad y hasta partidarios de la lucha armada? <o:p></o:p></span></p> <p style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style=";font-size:100%;" >Que el actual gobierno coincide con la segunda teoría es evidente, según lo muestra el trato que les ha dado a las peticiones y protestas indígenas y el desdén con el que Álvaro Uribe se refirió a las pruebas aportadas por la prensa extranjera acerca de que la tropa sí había disparado contra ellos. Pero hay, además, pruebas irrefutables de que el gobierno manipula las cifras para indisponer a la opinión contra los indígenas, presentándolos casi que como insaciables latifundistas. Expresando verdades a medias, que suelen ser falsedades completas, el presidente Uribe y el Ministro de Agricultura Arias han dicho que los indígenas, que son el 2.2 por ciento de la población del país, poseen el 27 por ciento del territorio nacional, porque el área de los resguardos llega a 31.2 millones de hectáreas. Y han agregado que los indígenas del Cauca, que representan el 26 por ciento de la población del departamento, poseen el 30 por ciento de su territorio. <o:p></o:p></span></p> <p style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style=";font-size:100%;" >Pero la verdad es que 24.7 millones de las hectáreas mencionadas están en la Orinoquia y la Amazonia, donde apenas habitan 70 mil indígenas y en las que no puede establecerse producción agropecuaria que valga la pena. También se oculta que del área restante, apenas 3.12 millones de hectáreas tienen buenas posibilidades productivas –si el gobierno respaldara su explotación, cosa que no hace–, pues el resto son desiertos, páramos y zonas de reserva forestal. Y constituye una astucia comparar el número de indígenas y las tierras que poseen con todos los habitantes del país o del Cauca, pues es obvio que la comparación válida debe circunscribirse al mundo rural. Si así se hace, resulta que las comunidades indígenas representan el 14.3 por ciento de los habitantes del campo y poseen el 6.7 por ciento de las tierras rurales del país y que en el Cauca son el 43 por ciento de quienes viven en el campo y tienen el 30 por ciento del área del departamento. <o:p></o:p></span></p> <p style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style=";font-size:100%;" >A su vez, los indicadores de empleo, ingreso, vivienda, salud y educación de los indígenas son iguales o peores que los del promedio de los habitantes rurales y este, a su vez, es inferior al urbano y a la media nacional, de donde sale que en la Colombia de las pobrezas y miserias la peor parte la llevan indígenas y campesinos. Es, entonces, el colmo de los colmos azuzar enfrentamientos entre campesinos e indígenas, para cobrarles a estos últimos el que posean una mayor capacidad de reclamo ante las autoridades. <o:p></o:p></span></p> <p style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style=";font-size:100%;" >Los indígenas también se movilizan por el flagrante incumplimiento del Estado a pactos suscritos con ellos en 1999, por la aprobación de leyes como la mal llamada ‘de desarrollo rural’ y la reforma al Código de Minas, que los afectan negativamente y que no les fueron consultadas de acuerdo con los compromisos estatales con la OIT. También repudian el TLC, en contra del cual votaron en consulta popular el 98 por ciento de los indígenas caucanos porque les provoca graves daños, exigen que Colombia suscriba la Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas, acuerdo de la ONU aprobado por 143 países, y claman porque les han asesinado 1.243 de los suyos desde 2002, a pesar de que sus organizaciones han rechazado como las que más la lucha armada. <o:p></o:p></span></p> <p style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style=";font-size:100%;" >En el fondo de las posiciones que les niegan a las comunidades indígenas hasta el derecho a reclamar suele estar el racismo, concepción que carece de toda base científica y que se usa para convertir las diferencias naturales –el color de la piel o los rasgos faciales, por ejemplo– en pretextos para acusar a ciertas poblaciones de ser seres inferiores que se merecen la peor de las suertes, para con ello justificar opresiones nacionales o escandalosas diferencias sociales. Un país democrático debe reconocer que esta parte de la nación sufre por pertenecer al pueblo colombiano y, además, por ser indígena. Un gobierno democrático debe atender sus peticiones con prontitud, seriedad y generosidad.<o:p></o:p></span></p> <span style="font-size:100%;"><br /><br /><br /><br /> <br /> </span><span style="font-weight: bold; color: rgb(204, 0, 0); font-family: arial;font-family:arial;font-size:130%;" >Del éxito del Polo al sueño del "Uribiato"</span><span style="font-size:100%;"><br /> </span></div><div style="text-align: center; font-family: arial;"><span style=";font-size:100%;" ><b style=""><o:p></o:p></b></span></div> <p class="MsoNormal" style="text-align: center; font-family: arial;" align="center"><span style="font-size:100%;"><b style=""><i style="">Uno de los Senadores con más aguzado espíritu crítico y mayor credibilidad del país, analiza las pasadas elecciones y sus futuras implicaciones políticas, en este artículo cedido exclusivamente para el análisis de nuestros 28.000 Con-fabuladores<o:p></o:p></i></b></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial;"><!--[if gte vml 1]><v:shapetype id="_x0000_t75" coordsize="21600,21600" spt="75" preferrelative="t" path="m@4@5l@4@11@9@11@9@5xe" filled="f" stroked="f"> <v:stroke joinstyle="miter"> <v:formulas> <v:f eqn="if lineDrawn pixelLineWidth 0"> <v:f eqn="sum @0 1 0"> <v:f eqn="sum 0 0 @1"> <v:f eqn="prod @2 1 2"> <v:f eqn="prod @3 21600 pixelWidth"> <v:f eqn="prod @3 21600 pixelHeight"> <v:f eqn="sum @0 0 1"> <v:f eqn="prod @6 1 2"> <v:f eqn="prod @7 21600 pixelWidth"> <v:f eqn="sum @8 21600 0"> <v:f eqn="prod @7 21600 pixelHeight"> <v:f eqn="sum @10 21600 0"> </v:formulas> <v:path extrusionok="f" gradientshapeok="t" connecttype="rect"> <o:lock ext="edit" aspectratio="t"> </v:shapetype><v:shape id="_x0000_s1026" type="#_x0000_t75" style="'position:absolute;"> <v:imagedata src="file:///C:\DOCUME~1\user\CONFIG~1\Temp\msohtml1\01\clip_image001.jpg" title="Robledo"> <w:wrap type="square"> </v:shape><![endif]--><!--[if !vml]--><!--[endif]--><span style=";font-size:100%;" lang="ES-TRAD" >Al Polo Democrático Alternativo le fue bien en las elecciones. Incluso tuvo éxito por anticipado, pues inscribió listas a concejos en 641 municipios, donde vive más del 90 por ciento de los colombianos, inscripción que marca un notable desarrollo organizativo para un partido con menos de dos años de constituido y en proceso de consolidarse. También avanzó porque aumentó en forma considerable el número de votos y de elegidos en relación con lo que obtuvieron, en los comicios regionales de 2003, las fuerzas que le dieron vida. Y ganó porque el que vence en Bogotá triunfa políticamente en toda Colombia, verdad que ratifica la envidia que transpiran las agresiones de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos contra el Polo, antes y después de su derrota.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;font-family:arial;"><span style=";font-size:100%;" lang="ES-TRAD" >El significado de su éxito se acrecienta por darse en las elecciones menos democráticas de la historia de Colombia, en un país conocido por lo corrupto de sus procesos electorales. A la coacción clientelista de alcaldías y gobernaciones se le agregó la del propio jefe del Estado, quien se paseó repartiendo, como si saliera de su bolsillo y del de sus barones electorales, el llamado “gasto social” que financian los impuestos que pagan los mismos pobres que arrean a las urnas. Además, la campaña se realizó en medio de las limitaciones provocadas por los asesinatos de treinta dirigentes políticos –igual número que en 2003–, actos atroces que mostraron la diferencia que hay entre la realidad y la fantasiosa propaganda oficial y que evidencian lo lejos que se está de un Estado que brinde la elemental garantía de su monopolio sobre las armas.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial;"><span style="font-size:100%;"><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;font-family:arial;"><span style=";font-size:100%;" lang="ES-TRAD" >Y el triunfo del Polo resalta además porque, en hechos sin antecedentes en la historia del país, el presidente Álvaro Uribe, con absoluta desfachatez, cual tirano, se dedicó a violar <st1:personname productid="la Constitucin" st="on">la Constitución</st1:personname> y las leyes que juró defender, desvergüenza que, para hacerla peor, efectuó difamando a Samuel Moreno y al Polo Democrático Alternativo con el propósito de manipular la decisión de los bogotanos. Que luego uno de sus palafreneros, para sumarle cinismo a lo torcido del asunto, dijera que la andanada del Presidente no fue una agresión contra el Polo sino la manifestación de una “inteligencia superior que habla en abstracto”, apenas muestra su desprecio a la inteligencia de los colombianos. ¿Si <st1:personname productid="la Comisin" st="on">la Comisión</st1:personname> de Acusaciones de <st1:personname productid="la C£mara" st="on">la Cámara</st1:personname> no fuera, más bien, de absoluciones, procedería Uribe de igual manera, con la certeza de su impunidad legal?</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;font-family:arial;"><span style=";font-size:100%;" lang="ES-TRAD" >En la tendenciosa embestida de Uribe contra el Polo del día anterior a las votaciones, cómo fue de notorio que no rechazó la coacción del paramilitarismo a los electores ni la participación en el debate electoral de los parapolíticos recluidos en las cárceles.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;font-family:arial;"><span style=";font-size:100%;" lang="ES-TRAD" >Para tirar una cortina de humo sobre el triunfo del Polo en Bogotá y sumarle otra ignominia a la actuación del gobierno, Juan Manuel Santos y el Comisionado de Paz armaron un falso positivo en contra de Carlos Gaviria, otro gran ganador de las elecciones, esta vez mediante el truco hasta ridículo de montarle una escandola por un artículo publicado, ¡en agosto!, en el diario <i>El Tiempo. </i>De seguir por este camino, Santos podría ganarse el mote de Falso Positivo Santos. E intentaron crucificar a Carlos Gaviria con el pretexto de que él, en coincidencia con <st1:personname productid="la Constitucin" st="on">la Constitución</st1:personname>, asevera que existe el delito político, satanización por lo demás mañosa porque el uribismo lleva años intentando convertir a los paramilitares en delincuentes políticos. ¿Será un exceso pedirle algo de coherencia a la politiquería?</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;font-family:arial;"><span style=";font-size:100%;" lang="ES-TRAD" >En una salida que probablemente también tiene que ver con la reconocida incapacidad mental de Uribe para manejar sus reveses, este aceptó su segunda reelección si con ello evitaba “una hecatombe”. Y aunque no puede decirse con certeza qué quiso decir, sí es seguro que en su momento procederá como se le dé la gana, de acuerdo con su estilo de recurrir a la retórica para crear “realidades” según sus conveniencias. ¿No empobreció a los trabajadores con una ley que alargó el día hasta las diez de la noche? ¿No “acabó” con el conflicto armado y con el paramilitarismo a punta de cuentos?</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;font-family:arial;"><span style=";font-size:100%;" lang="ES-TRAD" >Pero el verdadero debate reside en si es democrático que nuevamente, y cuantas veces quieran, Uribe y su rosca cambien <st1:personname productid="la Constitucin" st="on">la Constitución</st1:personname> en su beneficio personal, prevalidos de la supuesta conveniencia de sus fines. ¿La “inteligencia superior” también entraña la amoralidad de que el fin justifica los medios? ¿De lo que se trata es de constituir en Colombia el uribiato, a semejanza del porfiriato, como se llamó el gobierno absolutista de treinta años de Porfirio Díaz en México?</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;font-family:arial;"><span style=";font-size:100%;" lang="ES-TRAD" ><br /><br /></span></p><p class="MsoNormal" face="arial" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"> </p><p class="MsoNormal" style="text-align: center;" align="center"><span style="font-size:100%;"><b style=""><span style="color: rgb(204, 51, 0);"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Censura y autocensura al lenguaje</span><o:p></o:p></span></b></span></p> <p class="MsoNormal" face="arial" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"> </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial;"><span style="font-size:100%;">No deja de llamar la atención que sucedan hechos tan escandalosos como la invasión estadounidense a Irak, así como todos los horrores que se han descubierto y ocurrido luego, y que sea casi un milagro que en algún análisis se utilice la palabra imperialismo para calificarlos. Y poco ocurre que se vincule al neoliberalismo con los intereses y presiones de los países globalizadores, a pesar de que un personaje como Henry Kissinger explicó que “lo que se denomina globalización es en realidad otro nombre para la posición dominante de Estados Unidos”, es decir, del imperialismo que practican los dirigentes de ese país.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style="font-size:100%;">Ante tanto silencio, e incluso padecer recriminaciones por usar esas palabras, me asaltó la duda de que no hicieran parte del idioma o que no significaran lo que pensaba, por lo que decidí recurrir a la vigésima segunda edición del diccionario de <st1:personname productid="la Real Academia" st="on">la Real Academia</st1:personname> Española, en el que pude leer: “Imperialismo: sistema y doctrina de los imperialistas. 2. Actitud y doctrina de quienes propugnan y practican la extensión del dominio de un país sobre otro u otros por medio de la fuerza militar, económica o política”. Y sobre “Imperialista: perteneciente o relativo al imperialismo. 2. Dicho de una persona: Que propugna el imperialismo. 3. Dicho de un Estado: Que lo practica. 4. Partidario del régimen imperial en el Estado”.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style="font-size:100%;">Entonces, si por el uso de dichos calificativos se padecen recriminaciones, no es porque no existan para explicar unos hechos que ocurren a diario y afectan al mundo y a Colombia, sino porque no debe mencionarse la soga en la casa del ahorcado. Unos censuran o se autocensuran por las mismas razones por las que los cortesanos del rey que andaba desnudo lo alababan por las magníficas vestimentas que decían llevaba. Es tal la presión del mayor imperio de la historia de la humanidad y de sus partidarios, que incluso han logrado que hasta personas informadas, que entienden lo que ocurre y lo repudian, se muerdan la lengua a la hora de comentar el fenómeno.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style="font-size:100%;">Algo parecido empieza a ocurrir con la palabra neoliberalismo, sobre la cual también –los neoliberales, por supuesto– empiezan a ejercer todo el poder de su censura. A pesar de que el calificativo es científicamente preciso, porque define bien la reedición de las doctrinas de Adam Smith que se usaron para defender el liberalismo económico y los intereses del imperio inglés en los siglos XVIII y XIX, ya casi hay que pedir perdón por usarlo. Y es claro que no se equivocan los censores, dado que este debate no es, como pudiera pensarse, un asunto meramente formal. Pues como lo único que no tiene nombre es lo que no existe, se convierte en un idiota a quien proponga oponerse o sustituir un modelo económico inexistente. ¿No ayuda bastante a defender la política económica que rige en Colombia desde 1990, la cual se profundizaría hasta el absurdo con el TLC, si se impide que se le dé nombre propio al conjunto de medidas que la definen?</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style="font-size:100%;">Además, el país y el mundo se llenaron de eufemismos, de palabrejas o frasecillas que se usan para reemplazar, desnaturalizándolas, a otras que describen bien los fenómenos. Por ejemplo, a un plan draconiano de despidos masivos lo motejan de proceso de reestructuración laboral; a una situación en la que un pez grande se apresta a comerse a uno chico la llaman relación asimétrica; a las imposiciones del FMI les dicen recomendaciones; ayudas a los linimentos que les facilitan los negocios a los monopolios gringos, y así… unas cosas se cambian por otras mediante una simple manipulación semántica.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style="font-size:100%;">Y lo más lamentable de estos trucos, simples actos de prestidigitación para ocultar la realidad, es que en ellos caen, víctimas de la presión, no pocos analistas democráticos, quienes debieran tener como primer propósito de sus explicaciones que fueran comprensibles no sólo para los iniciados en las artes de la traducción de los eufemismos, sino principalmente por quienes no lo son.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style="font-size:100%;">El lenguaje se convirtió también en parte del debate sobre la globalización neoliberal, lucha que en este caso gira en torno a definir si se puede usar o no cada palabra que tiene el diccionario y a si deben ser comprensibles o no las frases que explican los hechos que afectan a la sociedad.</span></p>Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-45317700547077741532007-11-29T16:50:00.011-05:002008-11-20T15:29:52.386-05:00Fabio Jurado Valencia<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiY5ihQNSbmYVgY6V3W_VPr9MMHJ8qaN5Fl8eMYaN2OgXbs305oRZ-F8vv3FDi-Z3lNz2BYbNx9jKmNk_iZ56xOBevZyK4IcYoPuC2bDQhax916j4KJxbhdSnOtozTDfe2Xl8i1FrovIRg/s1600-h/Fabio+Jurado+Valencia.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 177px; height: 171px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiY5ihQNSbmYVgY6V3W_VPr9MMHJ8qaN5Fl8eMYaN2OgXbs305oRZ-F8vv3FDi-Z3lNz2BYbNx9jKmNk_iZ56xOBevZyK4IcYoPuC2bDQhax916j4KJxbhdSnOtozTDfe2Xl8i1FrovIRg/s400/Fabio+Jurado+Valencia.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5270837347231487474" border="0" /></a><p class="MsoNormal" style="text-align: center; line-height: normal;" align="center"> </p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: center; line-height: normal; font-family: arial;" align="center"><span style="font-size:100%;"><b style=""><span style=""><span style="color: rgb(204, 0, 0);">¿Uribe es Pedro Páramo?</span><o:p></o:p></span></b></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal; font-family: arial;"><span style=";font-size:100%;" >La literatura alude a la realidad; alude, no la elude, por más que el escritor quiera trascender la realidad en la que habita. Pero lo que hallamos en la literatura no es la realidad empírica, la que vivimos cotidianamente, sino una forma de hacer sentir una realidad. También el lector intenta evadir la realidad práctica, que además le resulta malsana, pues el gran lector, como el gran escritor, es un neurótico y por eso se refugia en la búsqueda de un mundo ajeno. Al lector lo asedia la realidad de la que huye y para comprender aquella realidad literaria se ayuda, paradójicamente, de imágenes que sobrevienen del acontecer inmediato, aunque no se lo proponga: es el inconsciente operando en el acto de la interpretación del mundo. <span style=""><o:p></o:p></span></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style=";font-size:100%;" >Por estos días hemos vuelto a leer a <i style="">Pedro Páramo</i>, la magistral novela de Juan Rulfo, y han resultado inevitables ciertas asociaciones que los estudiantes construyen a partir de la realidad del país: Pedro Páramo, es quien es, porque a su padre, don Lucas Páramo, lo asesinaron en unos acontecimientos bastante ambiguos, pero se infiere que fue por un asunto de tierras. A partir de esta pérdida, en Pedro Páramo, el hijo de don Lucas, se anida “un rencor vivo” y se propone gobernar a Comala a la manera de un caudillo y de un dios de quien dependerá la vida de todos: “Pedro Páramo causó tal mortandad después que le mataron a su padre, que se dice casi acabó con los asistentes a la boda en la cual don Lucas Páramo iba a fungir de padrino…”.<span style=""> </span>Y nada se hace en Comala sin la instrucción de don Pedro, el patrón. Como un compromiso con el deber filial, Pedro Páramo decide a quién hay que expoliar, vigilar y castigar; para ello cuenta con Fulgor Sedano, una especie de asesor meloso y a la vez capataz, es decir, un José Obdulio Gaviria, que sabe dónde están las mejores tierras, que para él son ociosas porque las tienen los pobres y los indios. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style=";font-size:100%;" >Los pequeños propietarios de Comala paulatinamente van despareciendo a través de ardides y de presiones, a semejanza del ejercicio del paramilitarismo: o vende o se va o se muere. Y entonces se pregunta por las leyes; frente a lo cual el patrón responde: “la ley de ahora en adelante la vamos a hacer nosotros…“ Y la ley se va ajustando según las necesidades: “…mándalos en comisión con el Aldrete. Le levantas un acta acusándolo de <i style="">usufruto</i> o de lo que a ti se te ocurra. Y recuérdale que Lucas Páramo ya murió. Que conmigo hay que hacer nuevos tratos”. Se pretende también comprar las conciencias a cualquier precio y ofrecer las recompensas, todo en bien de la patria; esa patria de la que dicen los campesinos de Luvina que, como el gobierno, no tiene madre. La iglesia acolita sus ardides, porque “así es la voluntad de Dios”, como le dice el padre Rentería a su padre confesor. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style=";font-size:100%;" >La habilidad de un hombre que sabe hacer-hacer (lo propio de la manipulación) le garantiza la permanencia en el poder, no importa con quién haya que llegar a acuerdos, como bien lo hace este Señor, con quienes se han levantado en ese movimiento beligerante sin bandera, y que nos ha recordado las declaraciones del paramilitar Mancuso: “Bueno. Les voy a prestar otros trescientos hombres para que aumenten su contingente. Dentro de una semana tendrán a su disposición tanto a los hombres como el dinero. El dinero se lo regalo, a los hombres nomás se los presto. En cuanto los desocupen mándenmelos para acá”.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style=";font-size:100%;" >Tantas familias en ramilletes en los semáforos y en los restaurantes de los pueblos de Colombia, pidiendo una ayuda para comer y para enterrar a sus muertos, parecen confirmar la sentencia de Pedro Páramo: “Me cruzaré de brazos y Comala se morirá de hambre. Y así lo hizo.” Pero las novelas, a diferencia de la realidad, tratan de cerrar la historia, haciendo realidad la ilusión de los lectores, como la manera en que Rulfo muestra el aniquilamiento del patrón: “Dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras.”<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style=";font-size:100%;" >Con la relectura de <i style="">Pedro Páramo</i> uno vuelve a preguntarse: ¿Cuántos Juan Preciado buscan a su padre en este país de expoliaciones y de engaños, este país de fosas y de lápidas sin nombre? Comala es Colombia.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal; font-family: arial;"><span style=";font-size:100%;" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: center; line-height: normal;" align="center"><span style=";font-family:";font-size:10;" ><span style="font-size:100%;"><span style="font-family: arial;"><br /></span></span><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: center; line-height: normal;" align="center"> </p> <p class="MsoNormal" style="text-align: center; line-height: normal;" align="center"><br /></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: center; line-height: normal;" align="center"> </p> <div style="text-align: center;"><span style="font-size:100%;"><b style=""><span style=""><span style="color: rgb(204, 0, 0);"><span style="font-family: arial;">Revista Fractal dedicada a literatura colombiana</span><br /></span></span></b></span></div> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">No es por el sentimiento de patria (término tan vacío hoy en Colombia), que nos embarcamos en esta empresa, empresa, digo, como trabajo con un horizonte intelectual: destacar las ideas y exaltar algunas figuras de la cultura, el arte y la literatura en Colombia. No es tampoco por el sentimiento de nacionalidad, palabra tan inasible para los colombianos, sobre todo cuando se va de una frontera a otra. Ni por la patria ni por la nación escribimos y recogemos las muestras de lo que hacemos. Es por ese diálogo cultural, sostenido entre Colombia y México, desde cuando Francisco Álvarez de Velasco y Zorrilla se encontrara con los mundos simbólicos de Sor Juana y expresara el deseo de compartir su celda, esto es, de amarla; es por esa búsqueda del encuentro, reiteramos, que aquí presentamos estas señales: las de Colombia en la revista Fractal.</span><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">México y Colombia, dos países parecidos en sus desgracias políticas y en sus fuerzas intelectuales y estéticas, si bien el primero marca las diferencias, a su favor, por esa historia milenaria que ha podido pervivir después de la conquista de los españoles y de las múltiples revueltas por el poder. Revueltas y guerras civiles, marrullas y componendas políticas, coinciden en México y Colombia a través de su historia.</span><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">Estos textos develan, sin proponérselo, el sentimiento de algunos de los escritores colombianos frente a la entropía que ha caracterizado las últimas décadas. Se exponen en una revista mexicana que por su pluralidad constituye el mejor lugar para que los lectores reconstruyan las semejanzas aquí insinuadas. Se trata de una revista y como tal reúne un puñado de trabajos, entre otros tantos que merecen estar aquí.</span><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">En el universo del caos la fatalidad se convierte en conocimiento, parece ser un emblema que se infiere en los textos aquí recogidos: nunca antes en Colombia habían despuntado tantos escritores, artistas plásticos, músicos, directores de cine, fotógrafos, actores e investigadores en todos los campos, como ha ocurrido en las tres últimas décadas. Es como si ante la carencia hiciéramos germinar en el desierto lo que el cuerpo requiere para subsistir. </span><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">Frente a la prepotencia y las mezquindades de quienes han sido los artífices de la cada vez más acentuada desigualdad social, los artistas y los académicos colombianos han podido llamar la atención y apostar por formas diversas de interpelación: desde la palabra y desde la imagen visual, cuya polivalencia busca sensibilizar para repensar el mundo y para afrontar la adversidad. Siempre nos preguntan cuando venimos a México, hasta cuándo vamos a permanecer en estas ambivalencias: por un lado, las fuerzas intelectuales y artísticas y, por otro, el carácter vacuo de lo que se llama democracia. Siempre nos es difícil contestar sin caer en la contradicción. Sabemos del carácter ambicioso de nuestros gobernantes y sabemos también de los obstáculos para que los ciudadanos tengan acceso a las fuentes, como los libros y las revistas, desde las cuales podrían tener mejor criterio para tomar decisiones, aunque el alto índice de abstencionismo constituye el referente de una actitud de renuncia a lo que en Colombia se da en llamar democracia. Dos hechos marcaron políticamente a toda una generación: el engaño en las elecciones de 1970, cuando le negaran la victoria a Gustavo Rojas Pinilla, y el golpe de estado al presidente Allende, en Chile; por eso cuando se les solicita a los escritores las colaboraciones para una revista cultural, esa experiencia es inevitable, como podrán observar los lectores en este número de Fractal. </span><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">Las revistas son el mejor lugar para hacer los balances de lo que significa la vida cultural y el pensamiento crítico de un país. El Maestro Edmundo Valadés decía con mucho tino que las revistas eran esa especie de estafeta que permitía poner en comunicación a los miembros de una comunidad, ya fuese la comunidad de los escritores, o de los pintores, o de los investigadores. Pero hay que decir también que a la vez que una revista nos pone en contacto con lo que está ocurriendo nos empuja también a repensar el pasado. </span><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">En este número de Fractal hallamos trabajos que nos hacen sentir la historia social de Colombia como un único estadio, donde todo parece estar quieto, es decir, como la no-historia. Pero en contraste, hallamos textos que nos acercan a la búsqueda vertiginosa de nuevas propuestas estéticas. Textos que dialogan entre sí, por los temas y las posiciones políticas y literarias de sus autores. Textos que ayuda a comprender los nexos del arte, incluidas aquí la arquitectura y la fotografía, con la vida política y las disciplinas de la historia. Textos, en fin, que revelan la poesía, entendida como la representación simbólica de un mundo posible en el que las ideas orientan y son un referente para el foro. </span><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><i><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">Contiene poemas de:</span></i><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD"> Amparo Osorio, Fernando Denis, Felipe Robledo y Gonzalo Márquez Cristo. <i>Minicuentos de:</i> Álvaro Mutis, Triunfo Arciniegas, Harold Kramer, Germán Espinosa, Guido Tamayo, Fabio Martínez, Pablo Montoya…. Además del Manifiesto Nadaísta para el Siglo XXI de Jotamario Arbeláez, “Las tres batallas de Guillermo Cano” de Guillermo González y “Vivir la Noticia” del cronopio ausente Ignacio Ramírez. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-size: 12pt; font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p><br /></o:p></span></p> <div style="text-align: center;"><span style=";font-family:";font-size:85%;" ><span style="font-family: arial;">* Escritor y catedrático universitario. Director del Instituto de Investigación en Educación de la Universidad Nacional de Colombia</span></span><br /></div> <p class="MsoNormal" style="text-align: center; line-height: normal;" align="center"><br /><b><span style=""><o:p></o:p></span></b></p>Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-7278139129576688152007-11-29T16:50:00.006-05:002008-06-18T17:40:13.564-05:00Mauricio Contreras Hernández<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnpBlHWSO3BJutZ7Ikfs8ktZK6jOe6I4hKtwV2ly57AoMV0_7t-4ldWPjSSkpUdbzMSofPzL5aAPyHIJM_F6SZlEf1B2Gu_-p1q3j5bAvGkB0RwYllJc4hqw1szWT1R-c-xkh8jfaWTNo/s1600-h/Mauricio+Contreras.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5138383333197809138" style="margin: 0px auto 10px; display: block; cursor: pointer; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnpBlHWSO3BJutZ7Ikfs8ktZK6jOe6I4hKtwV2ly57AoMV0_7t-4ldWPjSSkpUdbzMSofPzL5aAPyHIJM_F6SZlEf1B2Gu_-p1q3j5bAvGkB0RwYllJc4hqw1szWT1R-c-xkh8jfaWTNo/s400/Mauricio+Contreras.jpg" border="0" /></a> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 2pt; text-align: center;font-family:arial;" align="center"> </p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 2pt; text-align: center; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;" align="center"> </p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: center; text-indent: 14.2pt;" align="center"><b style=""><span style="color: rgb(204, 51, 0);font-size:14;" ><span style="font-family:arial;font-size:130%;">¿Qué premian los Premios Literarios?</span><o:p></o:p></span></b></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;font-family:arial;">Quiero destacar dos aristas de las muchas<span style=""> </span>que comportan los premios y concursos literarios, particularmente en nuestro país,<span style=""> </span>aún a riego de insistir en un tema que puede parecer<span style=""> </span>baladí y más propicio para revistas de farándula poética.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Uno de esas aristas tiene que ver con la premisa de que se galardona lo inútil, lo que no encuentra sitio en un mundo donde priman las relaciones comerciales, el usufructo y la usura. En el que se comercia hasta lo más íntimo, lo más inaprensible y se codifica en el repertorio de actividades incómodas para el recaudador de impuestos, el cual nos recrimina con su enfado porque no sabe a ciencia cierta qué es en realidad lo que hacemos para merecer una exigua paga en la que no aplica la exención de impuestos.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Esta condición de “inutilidad” es, sin embargo, resignificada recientemente por el capitalismo al descubrir en la cultura una nueva fuente de su eterna juventud, la plusvalía. Entonces, diseña lo que ha dado en llamar la “nueva industria cultural”, modelo que aplica exitosamente para recoger aquellos recursos que se habían escapado, hasta ahora, de su ejercicio de explotación. </p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Desde las instituciones estatales (ministerios, secretarías de cultura), se pregonan y aplican programas culturales que, bajo el mote de incluyentes, comunitarios, democráticos, buscan enmarcar el trabajo cultural en el nuevo escenario de la globalización y dominio del mercado. Así, se establecen “incentivos” y premios de distinta denominación, desde locales hasta internacionales; que además de las enrevesadas bases para participar, entregan dádivas en metálico, cuidándose de aclarar que son “susceptibles de impuestos y anticipos de derechos de autor”, con lo cual justifican esta nueva forma de sub-empleo en sus balances y hacen de la actividad literaria un ejercicio publicitario que más contribuye a homogenizar el gusto de un público que ya casi no lee pero al cual hay que venderle a toda costa para mejorar los índices de lectura de libros per cápita. También se invoca la “promoción de nuevos talentos” que no consiste en otra cosa que editar aquellas obras que cumplen con los ingredientes al uso y que se acogen a su recetario para aumentar las ventas. Sin hablar de los muchos escritores que, luego de engrosar el grupo de anónimos perdedores, ascienden al cielo de la fama con las charreteras del premio y sienten que ahora sí son “ganadores”, tragándose el cuento de que es su obra la que ha merecido el premio y aspirando a ser los merecedores de la siguiente presea, más significativa en jerarquía y botín. Pobre Baudelaire, enviándole panes de especias y cartas suplicantes a Saint-Beuve y a Víctor Hugo para obtener un sillón en <st1:personname productid="la Academia" st="on">la Academia</st1:personname> y algunas monedas por venderle su alma al diablo de la usura.<span style=""> </span>“Necesito de su voz dictatorial. Quiero ser protegido”, le dice a Víctor Hugo, a quien unas líneas más arriba le ha recordado “esa maravillosa época literaria en que usted fue el verdadero rey, tiempo que vive en mi espíritu como un delicioso recuerdo de infancia”.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Otra arista es la de la literatura y el poeta, asumidos como espectáculo. Vieja tradición de las cortes y de los súbditos la de celebrar los nacimientos, caprichos, cambio de calcetines del nuevo tirano con fiestas, corridas de toros y certámenes poéticos. Vinculado a esta concepción de la poesía, el poeta se transforma en florero del salón burgués, portavoz de las más nefastas ideologías, de las encuestas del marketing editorial, turiferario del gobernante de turno, pelagato que es invitado al coctel para mirarlo con desdén y recordarle, como al cantante pobre en una fiesta de opulencias, que “usted a lo que vino fue a cantar”.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">De esta manera se escamotea el derecho que tiene el escritor y su trabajo a condiciones dignas para su ejercicio. <b style="">O si no, ¿cómo explicar que en Colombia se haya creado un flamante Ministerio de Cultura dedicado a repartir un irrisorio presupuesto en forma de dádivas y no se haya logrado crear un Sistema de Seguridad Social para los artistas?</b> ¿Cómo establecer redes de promoción social para los artistas en vez de estimular la insana costumbre de la competencia que privilegia el afán individualista por ser el mejor, y que da lugar a todo tipo de componendas y costumbres a la hora de premios y concursos? Claro que también cuestiono a aquellos, incluido yo, que se creen este sistema de privilegios y participan en ellos, ora como jurados luego como premiados, sin menoscabo de sus ambiciones burocráticas, en una rueda sin fin de viajes festivales, prebendas, abluciones y palmaditas en la espalda por parte de funcionarios que aún no entienden por qué un personaje “inútil” es digno de tales merecimientos y mucho menos por qué es tan díscolo a sus requerimientos protocolarios.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Quiero dejar abierta la discusión al respecto, con la certeza de que el artista debe mantener, una independencia y, ante todo, una dignidad sobre la tierra, su actitud en la circunstancia histórica que le corresponda y la indeclinable libertad de su pensamiento más allá de caer en la tentación de la gloria y el éxito que, para el caso de nuestro país, ya sabemos muy bien lo que exigen y representan.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Así y no de otra forma ejerzo la poesía: posibilidad de rebeldía frente a la indignidad del mercado que todo lo compra y lo vende.</p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 2pt; text-align: center;font-family:arial;" align="center"><span style="font-size:13;"><span style="color: rgb(204, 0, 0);font-family:arial;font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold;"><br /></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 2pt; text-align: center; font-family: arial;" align="center"><span style="font-size:13;"><span style="color: rgb(204, 0, 0);font-family:arial;font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold;"><br /></span></span></span></p><p class="MsoNormal" face="arial" style="margin-bottom: 2pt; text-align: center;" align="center"><span style="font-size:13;"><span style="color: rgb(204, 0, 0);font-family:arial;font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold;">Sobre la dignidad del pensamiento</span></span><b style=""><o:p></o:p></b></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial;">Nada más peligroso en una situación compleja como la que vivimos, de hecho según Morin toda situación es compleja, que caer en el fácil juego de los reduccionismos. Por esta vía, la falaz objetividad de las encuestas o el señalamiento público, se convierten en criterios que permiten dirimir acaloradamente lo que requiere otros escenarios de discusión, reflexión y acción. </p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Una de esas estrategias reduccionistas, utilizada por gobernantes autoritarios como es el caso de Uribe, en Colombia, consiste en agitar el sentimiento chauvinista para justificar sus burdas equivocaciones en política nacional e internacional y que ponen de manifiesto un desprecio rampante por quienes no comulgamos con sus actuaciones mesiánicas, prepotentes y camorreras argumentadas con un lenguaje de capataz de finca. </p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">La polarización es una de esas palabritas del léxico reducido y “pragmático” del combo uribista que, desde palacio, y a través de su ventrílocuo de cabecera; usa para describir una supuesta situación nacional, conformada por dos bandos en extremos irreconciliables, y cuyas acciones y actitudes se definen con referencia a un supuesto paradigma nacional: la seguridad democrática.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Por esta vía, supuesta, toda situación o hecho es entregado para su valoración a una hipotética “opinión pública” que adhiere o rechaza, mediante el mecanismo perverso de las encuestas, y cuyos resultados son difundidos con bombos y platillos como la santa verdad. Opinión pública que es prefabricada, manipulada e interpretada de manera coyuntural y prescindiendo de cualquier asomo de memoria histórica que permita darle profundidad a esos hechos.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Así, las piezas del rompecabezas se arman siempre al calor de los acontecimientos y de las necesidades del poder reinante y de su coro, los medios de comunicación; lo que les impide abstraerse a la abrumadora sucesión de hechos para dar sentido a lo que acontece.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Pues bien, ante estas maniobras que ofenden y buscan desplazar el ejercicio de la controversia y la democracia, no queda más que develar lo que pretenden soslayar: ejercer un desprecio rampante por la dignidad del pensamiento y la diferencia en nombre de una unanimismo mesiánico y delirante. Para ellos el pensamiento es algo inútil pues cuestiona su ejercicio de razón instrumental en la que el fin justifica los medios. </p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Cada día es más difícil expresar una reflexión, producto del ejercicio del pensamiento desinteresado y ajeno a las exigencias del poder, sin ser criticado de traidor, apátrida y similares. Cada día es más evidente la condición de indignidad que se ejerce, por parte del gobierno y sus corifeos, contra quienes nos arrogamos el derecho a pensar y a disentir en contravía de los resultados de encuestas, de marchas y de conciertos.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Recordemos que agitar este marbete de indignidad contra sus detractores, ha sido una de las estrategias usadas, en todos los tiempos, por gobiernos autoritarios que como el de Uribe, pretenden convencernos, a sangre y fuego, de remedios que, a la larga, resultan peores que la enfermedad.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Como lúcidamente lo señala René Char:</p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">“Acordémonos de que ese cáncer, bajo el nombre de fascismo, ha comenzado por devorar una nación, luego otra. En la actualidad está agazapado en el inconsciente de los hombres, en particular, de aquellos que se declaran sus peores enemigos... Ese mal, en el cual nos hemos detenido a pensar, es el desprecio del prójimo: una especie de indiferencia colosal con respecto a la inteligencia de los demás y de su alma viviente. ¡Una intolerancia de dementes! ¡Su caballo de Troya es la palabra felicidad! Y yo creo que eso es mortal. No se trata de un peligro relativo sino absoluto.”</p><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(204, 0, 0);font-size:130%;" ><span lang="ES-TRAD" style="font-family:Arial;"><br />Yo, el supremo</span></span><br /></div><div style="text-align: justify;" align="justify"><span lang="ES-TRAD" style="font-family:Arial;">Álvaro Uribe, con la legitimidad que le da más de siete millones de votos, producto de las turbias relaciones con los paramilitares, sustenta un proyecto político autoritario y guerrerista, de corte pre-moderno –según el sentido que da a este término Antanas Mockus– en el cual el fin justifica los medios y cuyos costos, a mediano plazo, serán muy altos para el país. Unos fines que parecen claros: legitimar el paramilitarismo –ese Frankestein que lo atormenta–, consolidarse como el aliado estratégico de USA en Suramérica, defender intereses de sectores empresariales y financieros<span style="font-size:0;"> </span>que, pase lo que pase, y<span style="font-size:0;"> </span>siempre, a nombre de un país inexistente, buscan mantener sus privilegios.<o:p></o:p></span></div><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify;" align="justify"><span lang="ES-TRAD" style="font-family:Arial;">Proyecto político pre-moderno, de una tradición finquera, en el que los límites con el narcotráfico y sus secuelas no son tan claros como sale a pregonar a los cuatro vientos; heredero de una tradición que privilegia el oficio de capataz; “napoleoncito de carriel” como lo define certeramente el poeta.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify;" align="justify"><span lang="ES-TRAD" style="font-family:Arial;">Proyecto que descalifica, de manera indigna, a sus opositores, “quien no está conmigo está contra mí”, apoyado en una mayoría parlamentaria conformada como colcha de retazos por oportunistas politiqueros de oficio, típica de esa tradición que dice defender y que revela su estrategia en acciones y declaraciones repentistas, altisonantes, que giran en torno a su figura y que son producto del apasionamiento personal. Parece que el yoga no es suficiente para calmar sus ánimos de camorrero que sale a cazar peleas cada vez que sus órdenes no se cumplen.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify;" align="justify"><span lang="ES-TRAD" style="font-family:Arial;">Tentativa que aglutina sectores dispersos y sin propuestas efectivas de cambio, alrededor de pasiones personales y adhesiones a la vía más absurda: la guerra; situación que por demás se niega a reconocer, queriendo mostrarle al mundo una realidad producto de su paranoia y de las atrocidades de sus compinches que han convertido los campos, otrora lugar de cobijo, de sustento, de arraigo y solar de luz en camposantos anónimos, sitios de peregrinaje en busca de huesos y no de cosechas. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify;" align="justify"><span lang="ES-TRAD" style="font-family:Arial;">Indignidad que se sustenta en encuestas, en operativos militares fallidos, en inútiles viajes al imperio para salvaguardar privilegios de quienes creen que proteger los caminos de servidumbre a sus fincas es señal se seguridad y progreso: terratenientes e incautos turistas.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify;" align="justify"><span lang="ES-TRAD" style="font-family:Arial;"><span style="font-size:0;"></span>Situación que se evidencia en el sacrificio de la<span style="font-size:0;"> </span>vida de secuestrados, de campesinos desplazados, de pequeños empresarios que ven frustrados sus esfuerzos patrióticos, de universidades públicas en bancarrota mientras se pregona un TLC, sin carreteras, sin impulso a la agroindustria, sin empleo aunque las estadísticas se empecinen en mostrar lo contrario, mientras sus regentes, con diversos pretextos, igual de revanchistas e indignos a los ejercidos por él, lo desconocen como socio comercial y hacen de su finca un campo de batalla.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify;" align="justify"><span lang="ES-TRAD" style="font-family:Arial;">Ya lo dijo Borges, “la democracia es un abuso de la estadística”.</span></p><span lang="ES-TRAD" style="font-family:Arial;"><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify;"><br /></p></span><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: center;"><span style="font-weight: bold;"><span style=";font-family:Arial;font-size:130%;" lang="ES-TRAD" ><span style="color: rgb(204, 0, 0);">Función política de la poesía</span><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify;"></p><p class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;" align="justify"><v:stroke joinstyle="miter"><v:f eqn="if lineDrawn pixelLineWidth 0"><v:f eqn="sum @0 1 0"><v:f eqn="sum 0 0 @1"><v:f eqn="prod @2 1 2"><v:f eqn="prod @3 21600 pixelWidth"><v:f eqn="prod @3 21600 pixelHeight"><v:f eqn="sum @0 0 1"><v:f eqn="prod @6 1 2"><v:f eqn="prod @7 21600 pixelWidth"><v:f eqn="sum @8 21600 0"><v:f eqn="prod @7 21600 pixelHeight"><v:f eqn="sum @10 21600 0"><v:path connecttype="rect" gradientshapeok="t" extrusionok="f"><o:lock aspectratio="t" ext="edit"><v:imagedata title="Mauricio_contreras" src="file:///C:%5CDOCUME%7E1%5Cuser%5CCONFIG%7E1%5CTemp%5Cmsohtml1%5C01%5Cclip_image001.jpg"><w:wrap type="square"><span lang="ES-TRAD" style="color:black;">¿La poesía tiene una función política? Esta es otra manera, quizás prosaica, de formular esa pregunta que, desde Hölderlin, inquieta a los creadores y que constituye la esencia de la poesía moderna. Es decir, desde que el poeta dejó de ser el florero de salones burgueses y Baudelaire salió a la calle a buscar la belleza. El resto es literatura. Y ya sabemos que don Antonio Gamoneda afirma que la poesía no es literatura, </span>es una realidad en sí misma. </w:wrap></v:imagedata></o:lock></v:path></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:stroke></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt;" align="justify"><span lang="ES-TRAD" style="color:black;"><span style="font-family:arial;">Esta pregunta invierte la perspectiva de un yo romántico que se interroga ¿para qué poetas en tiempos de miseria?, o de la búsqueda de una razón efectiva que tras el horror se pregunta ¿para qué poesía después de Auschwitz? Cuestionamiento que hostiga permanentemente su ejercicio como legión de moscas tras una miel que<span style="font-size:0;"> </span>suponen nutricia. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt;" align="justify"><span lang="ES-TRAD" style="color:black;"><span style="font-family:arial;">En cuanta ocasión se hace pública, esta pregunta se instala como formulación de la ingenua periodista que cubre las noticias culturales para la sección de farándula, o como exigencia de compromiso por parte de organizadores de festivales que quieren firmar manifiestos, o como indagación fácil en un país atribulado por la guerra, o como caldo de agujas para alimentar la rabia frente a la indignidad que se regodea en muchos casos, a expensas de ideologías complacientes.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt;" align="justify"><span lang="ES-TRAD" style="color:black;"><span style="font-family:arial;">Frente a esta pregunta, respondo no. La poesía no tiene ninguna función política. Pregúntenle al panadero por su pan, o las piedras que florecen saxígrafas, o a la rosa que floreció en el sueño del poeta. O a cualquier forma de expresión que pretende acercarse a eso indecible que no es, precisamente, la moderna ilusión comunicativa.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt;" align="justify"><span lang="ES-TRAD" style="color:black;"><span style="font-family:arial;">Quizás, por esta vía, nos acerquemos a la experiencia trágica de los griegos, lugar donde el “yo”social se quiebra y ya no sabe quién es, y que nosotros, como lo advierte Carlos Fuentes, no hemos logrado elaborar para superar las catástrofes que nos constituyen.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt;" align="justify"><span lang="ES-TRAD" style="color:black;"><span style="font-family:arial;">Otro asunto son las relaciones que establece el poeta, como todo ser humano, con su tiempo. Cuando se vive en medio de la indignidad producto de una tradición excluyente, de una moral como hidra de seis cabezas, no es necesario ir a buscar nada donde nada hay. Y menos aún invocar a la poesía como a la sibila de Cumas, como al asesor de turno, que desde hace bastante tiempo no nos dice nada porque no sabemos preguntarnos.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt;" align="justify"><span lang="ES-TRAD" style="color:black;"><span style="font-family:arial;">La poesía permanece muda, como diría Celan, pero próxima y accesible. ¿Para qué invocar palabras en medio de tanto alboroto, de tanto grito al aire? Quizás alguien, poeta o no, encuentre la poesía y en su trato con ésta, quizás, algo, como chispa sagrada se agite, se encienda. Y es aquí donde retorna como problema político, expresada como imposibilidad de la tragedia<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt;" align="justify"><span lang="ES-TRAD" style="color:black;"><span style="font-family:arial;">Una transformación que muestre la fragilidad de lo individual podría ser una respuesta. Hemos creído, a pie juntillas, eso del amor al prójimo, y eso de que la democracia es la voluntad de la mayoría, la voz de dios que ahora pareciera ser la voz de las encuestas. Ésta no se manifiesta, últimamente, a pesar de tanta promiscuidad tecnológica que pretende alcanzar ese cielo color de lejanía. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt;" align="justify"><span lang="ES-TRAD" style="color:black;"><span style="font-family:arial;">Una verdadera democracia, esto lo descubrieron los griegos aunque luego lo pervirtieron muchos de sus generales esgrimiendo la fuerza del poder ante la razón de los argumentos, se basa en una comunidad de personas donde lo individual es fuerte gracias a su experiencia del otro como inaccesible. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt;" align="justify"><span lang="ES-TRAD" style="color:black;"><span style="font-family:arial;">Una individualidad fuerte porque es capaz de mirar de frente a ese animal terrible, una individualidad que pregona “el pensamiento desinteresado”, una individualidad que es capaz de enfrentar la diferencia sin creer que es un monstruo, una individualidad que ha salido de la caverna y tanta luz cenicienta no la ciega, una individualidad fuerte porque es capaz de optar y decidir en medio de un agitado mar de sirenas, una individualidad que sólo pretende ser<span style="font-size:0;"> </span>“mala conciencia de su época”.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt;"><span style=";font-family:arial;color:black;" lang="ES-TRAD">La poesía avanza en contra de sí misma y la democracia tendría mucho que aprenderle si entiende que, aún ella misma, se erige como versión institucional contra ese miedo a las masas, a lo incontable. No de otra manera entiendo los reclamos, nada seductores, de quienes han hecho de la indignidad nuestro sustento.<o:p></o:p><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="color:black;"><span style="font-family:arial;">Así, la poesía sólo es constatación de que nos constituye eso indecible que, extrañamente, nos acerca. La poesía, posibilidad de un orden otro frente a las gramáticas reguladoras de ese vacío de sentido, del mundo como espacio del permanente malentendido. O como nos propone Char, rebelde por siempre, “el poeta es el barquero de todo esto que forma un orden. Y un orden insurrecto”.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify;"></p><div style="text-align: center;"><span style=";font-family:Arial;font-size:9;" lang="ES-TRAD" ><span style="font-size:85%;">(* Mauricio Contreras Hernández es poeta y traductor. Premio Nacional de Poesía IDCT 2005.)</span><br /><br /></span></div>Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-60300384103904272672007-11-29T16:45:00.014-05:002013-08-14T14:54:48.574-05:00Gonzalo Márquez Cristo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDsyLZJSS9tUGTZxvUcpNyaVuh5Vg4-RSQZr25xpdqp706eI4ObuKa8tfSF2WsRtHt_zjfBwVTFzJNuTSuUYn6uCdelZwo5Uyws9SLcn_n1j2UpsFXpdLp7RhKjED_dDGOEu421jDuLwI/s1600/Gonzalo+M%25C3%25A1rquez+Cristo+-+Retrato+de+M%25C3%25BAnera.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="210" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDsyLZJSS9tUGTZxvUcpNyaVuh5Vg4-RSQZr25xpdqp706eI4ObuKa8tfSF2WsRtHt_zjfBwVTFzJNuTSuUYn6uCdelZwo5Uyws9SLcn_n1j2UpsFXpdLp7RhKjED_dDGOEu421jDuLwI/s320/Gonzalo+M%25C3%25A1rquez+Cristo+-+Retrato+de+M%25C3%25BAnera.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><span lang="ES" style="color: #cc3300; font-size: 16pt;">La industria del apocalipsis<o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES" style="font-size: 13pt;">Por <b>Gonzalo Márquez Cristo *</b><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<i><span lang="ES" style="font-size: 10pt;"><o:p></o:p></span></i></div>
</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: right;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<i><span lang="ES" style="font-size: 9pt;">-¿Viene por mí? –sorprendido pregunta el caballero a la muerte.<o:p></o:p></span></i></div>
</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: right;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<i><span lang="ES" style="font-size: 9pt;">-Hace mucho que camino a tu lado –le responde la pálida figura de la guadaña.<o:p></o:p></span></i></div>
</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: right;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><i><span lang="ES" style="font-size: 9pt;">Ingmar Bergman </span></i></b><i><span lang="ES" style="font-size: 9pt;">(Séptimo sello)</span></i></div>
</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: right;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<i><span lang="ES" style="font-size: 9pt;"><o:p></o:p></span></i></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><span lang="ES" style="color: #cc3300; font-size: 20pt;"><o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Que el progreso es tan solo una ilusión queda demostrado siempre que la naturaleza libera sus indómitas armas, pero que el infatuado ser del siglo XXI se atemorice como el hombre medieval ante la opción de una incontrolable epidemia, es inconcebible y, por decir lo menos, pintoresco. Cada año desde la más pérfida jerarquía mundial asistimos a la invención de un nuevo apocalipsis y obnubilados seguimos ese oscuro juego sin detenernos a pensar quiénes se lucran con la imposición de aquellos sombríos artificios. Y en forma particular: ¿quiénes ganan con la propagación de esa epidemia de miedo irradiada en el mundo?</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">La influenza común cobra decenas de veces más personas que la llamada influenza aviar o porcina –o que la desnutrición- y ahora nadie parece recordarlo. Sin embargo la idea de un exterminio global es inherente a nuestras psiques enfermas y adicionalmente incrementa las ganancias de los poderosos laboratorios farmacéuticos, desplaza gigantescas inversiones a otros sectores de la economía y como siempre impone una neblina sobre algunos agudos problemas que los políticos quieren ocultar.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">La idea de un apocalipsis es tan necesaria para los productores de la realidad que sucesivamente todas las posibles pandemias encuentran su fértil escenario. La “vaca loca” y las influenzas, los desprendimientos de asteroides y la sempiterna posibilidad de una guerra nuclear, exacerban el terrorismo en el orden de lo imaginario, destinado a intimidar a una población ingenua, que olvida la fragilidad esencial de la vida.</span></div>
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<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Impasibles hemos visto durante la última semana como la Cuidad de México, la segunda urbe más populosa del planeta, fue condenada al oscurantismo ante el terror de una incipiente epidemia, y advertimos que sus ciudadanos fueron estigmatizados hasta el punto que naciones como Argentina, Ecuador y el Perú suspendieron unilateralmente los vuelos a ese país, verdadera bellaquería con una nación hermana, como si tras de ello se ocultara el perverso interés de desviar los gigantescos ingresos que México capta por su ejemplar industria turística, o como si sus políticos quisieran ocultar al interior otros graves problemas sociales y económicos.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Cuando contemplamos por televisión las calles desiertas de la megalópolis no podemos dejar de pensar en el <i>Diario del año de la peste</i> de Daniel Defoe (crónica de esta devastadora enfermedad en la Inglaterra de 1665), en <i>La peste</i> de Albert Camus (ficción sobre una epidemia en Orán) y por supuesto en esa obra maestra de Bergman, <i>El séptimo sello,</i> en la cual asistimos a la inolvidable escena donde la muerte es retada a una partida de ajedrez por un caballero proveniente de las cruzadas, y donde esta figura aciaga (el número trece del Tarot, la febril <i>calaca,</i> la victoriosa <i>pelona</i>), acepta la contienda para derrotarlo con las piezas negras, investidas como es sabido, con su color predilecto.</span></div>
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<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Si en la antigüedad la extinción era un atributo de las divinidades tiránicas, hoy quedamos en manos de una virología, que como hemos visto, es excesivamente innovadora. La señora de la guadaña que al parecer es proclive a jugar ajedrez, ha sido superada por las más furtivas y simples criaturas invisibles. ¿Quién iba a imaginar que dios, el eterno, el infinito y omnipresente, iba terminar reducido a un cruento microbio?</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">En 1918 la llamada “gripe española” cobró 20 millones de muertos, el mayor holocausto médico de la historia. En 1957 la “gripe asiática” y en 1968 la “gripe de Hong Kong” cobraron numerosas víctimas, pero mucho menos de lo que suponían los sensacionalistas medios de comunicación. Con estos antecedentes hace pocos días se ha querido bautizar a la nueva epidemia “gripe mexicana”, lo cual reforzaría la tentativa de excluir a ese país, que con los omnívoros cerdos y los pobres ciudadanos a quienes se les sorprenda estornudando, pasarán a ser los estigmatizados, los marginados por el funesto régimen social que hemos construido.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Vivimos un Nuevo Oscurantismo, el instaurado por una sociedad traslúcida, degradada y abierta, que todo lo hace visible. Los vendedores de la guerra si no son más ingeniosos serán remplazados por los zares de los medicamentos. ¿Quién puede sostener que no estamos <i>ad portas</i> de la creación de una estirpe viral de laboratorio tal como hacen en la Internet los vendedores de los antivirus para sostener su gigantesco negocio? La adicción por lo escatológico está muy arraigada desde que la iglesia en siglos anteriores se encargó de propagar ese terror en pos de un infame enriquecimiento. Los profetas más prestigiosos del pasado como San Juan y Nostradamus tienen semanalmente una tribuna ecuménica para sus especulaciones catastróficas. Las pestes, los terremotos, los tsunamis, y desde hace seis décadas nuestras inventivas nucleares, atizan la pesadilla de la extinción de la especie humana en la Tierra. No pasa un lustro sin que el hombre, arrogante incluso ante la idea de su fin, no difunda la zozobra de su muerte colectiva.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">La industria de la extinción deja cuantiosas ganancias y una enseñanza categórica: la ciencia no ha podido hacer nada para reducir el miedo en el mundo, la tecnología nunca ha trabajado para aumentar la felicidad sino la servidumbre, y como se ve en las imágenes de tantas ciudades del siglo XXI intimidadas en estos días por la “influenza porcina”, somos eficaces en multiplicar el terror.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Por lo cual, inermes y trastornados, debemos prepararnos para danzar entre las ratas como los habitantes de esa villa tomada por la plaga que describe Werner Herzog en su hermoso <i>Nosferatu,</i> porque en verdad cada día que vivimos es el último, con o sin la peste, que siempre está urdiendo un imprevisible y devastador asalto. Las montañas de cadáveres que quemaban en la Edad Media y la madre muerta que amamantaba a su hijo según describe Defoe en su reconocido <i>Diario,</i> serán imágenes recurrentes en nuestras pesadillas. Países estigmatizados, hombres con tapabocas y máscaras, y seres condenados a eliminar el contacto de las manos e incluso los besos del saludo, constituyen el miserable paisaje humano que estamos inventando.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">¿Qué nuevo terror se gesta? ¿Otra guerra? ¿Otra enfermedad incontrolable? ¿Un virus más letal que el hambre? ¿Un descomunal acto terrorista? ¿Una peste informática para la que no existe cura por haber hecho metástasis en nuestras mentes? Sin duda todo lo anterior.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">History Channel, en un programa sobre <i>El libro perdido de Nostradamus, </i>recientemente especuló evocando las predicciones cósmicas de los mayas que el mundo terminará el 21 de diciembre de 2012. Por lo cual sólo nos queda esperar que un Noé cósmico construya un arca espacial para salvar las especies animales y a su privilegiada familia, que supondremos será multimillonaria. Pero mientras tanto, atemorizados y en nuestra reconocida orfandad utópica, las palabras del sabio Epicuro de Samos irrumpen intactas dos mil años después como una poderosa y necesaria trinchera:</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES-TRAD">“Así pues, el más espantoso de todos los males, la muerte, no es nada para nosotros, porque mientras vivimos ella no existe, y cuando la muerte existe, nosotros ya no somos”.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Y si esa reflexión no es concluyente para atenuar nuestro terror tal vez debamos afiliarnos a la secta que piensa que es imposible la extinción del mundo, simplemente porque ya ocurrió.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES"><br />
</span></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES" style="font-size: 9pt;">* Poeta y periodista colombiano, director de la revista cultural Común Presencia, de <st1:personname productid="la Coleccin Los" st="on">la Colección Los</st1:personname> Conjurados. Premio Internacional de Ensayo Maurice Blanchot.</span></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES" style="font-size: 9pt;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><span lang="ES" style="color: #cc3300; font-size: 20pt;"><o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><span lang="ES" style="color: #cc3300; font-size: 16pt;">El retorno de Babel<o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES" style="font-size: 13pt;">Por <b>Gonzalo Márquez Cristo</b></span><span lang="ES" style="font-size: 14pt;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Habitamos el reino de los reflejos. El Hombre tribal estaba más comunicado que el temerario ser de las cavernas cibernéticas. Todos los artilugios tecnológicos que pretendían en su origen resolver la ausencia y la distancia, se han constituido en nuevas estrategias de escisión, de desesperanza, y nos han sometido a una mordicante soledad.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<st1:personname productid="La Caverna Platónica" st="on"><span lang="ES">La Caverna Platónica</span></st1:personname><span lang="ES"> se ha multiplicado e irrumpe en todas las formas de la cotidianeidad. El paradójicamente llamado Siglo de <st1:personname productid="la Comunicación" st="on">la Comunicación</st1:personname> no fue otra cosa que la funesta época de la incomunicación, de la fantasmagoría, de la presencia degradada. ¿Qué extraña creatura, verdadero y terrible Pantocrátor, adoramos hoy, provisto de una taumaturgia capaz de fundar una horda de autistas que se extiende por todas las regiones del planeta?<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Todos los inventos que pretenden acercarnos o unirnos nos aíslan. Cuando en siglos pasados las tribus acudían a los tambores y al humo para enviar sus señales de precaución o de alianza, o a una hermosa fila de hombres-bandera que lanzaban sus mensajes por encima de los bosques, la comunicación todavía quizá era posible. El mensajero que llevaba su misiva por peligrosos senderos bajo las inclemencias del tiempo hacia una aldea lejana, quizá aún portaba el oro de la comunicación, de la adherencia. La carta que definía una guerra o la opción fatídica de un amor, cerrada con lacre y firmada con el relieve de un sello, o en ocasiones impregnada de lágrimas o sangre, aún instauraba una ensoñadora presencia, un poderoso vínculo con el adversario distante.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">El embrujo del lenguaje que logra abolir las distancias y los tiempos, cumplía hace unas décadas con ese alto cometido, con su magia original de re-presentación y de requerido bálsamo. Así vimos la invención de tecnologías imprevistas, y haciendo un breve relato retrospectivo, participamos de las más inimaginadas tentativas por reducir las crueldades de la separación y nuestro solitario destino. El hombre del siglo XX fue viendo como su horizonte se transformaba con la invención de vehículos veloces que invadieron su nuevo mundo hechizado. Y omitió una pregunta necesaria: ¿De qué sirve trasladarse en un avión supersónico, si en verdad, sabemos por el proverbio árabe que <i>el alma viaja en camello,</i> y debemos esperarla un día o una semana, hasta que llegue de nuevo a nosotros?<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Lejos del <i>jet-lag</i> y de la fatiga que se siente en itinerarios transoceánicos, los viajeros conocemos ese extrañamiento que nos invade cuando descendemos de un avión en un país extraño, en un idioma ininteligible, entre un paisaje humano que quizá nunca podremos comprender.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Al sortilegio del vuelo añadimos luego la transmisión de la voz, de la imagen, de la palabra y el embrujo de <st1:personname productid="la Internet" st="on">la Internet</st1:personname>, al que la última generación ingresa virginal, poblando por asalto y con total inconciencia la nueva engañosa Caverna, que vendría a explicarnos en forma categórica lo denunciado por Platón.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Cuando los pobladores del siglo XX comenzaron a familiarizarse con el hechizo del teléfono, los más avezados advirtieron que en verdad la presencia era escamoteada y comenzaba un extendido diálogo de sombras que se ha expandido sin respetar linderos.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Y hemos excedido nuestro ingenio para construir ilusiones. La generación del celular llevó al extremo este extraño fraude y podemos engañar por minutos la ausencia al escuchar una voz querida que viene de la cima de un volcán en un distante país. “Damas y caballeros, los invito a la patria de la ausencia”, pareciera decirnos la deidad ubicua que llamamos civilización. Los caminantes se han desprovisto del paisaje que los circunda para ir en un profano soliloquio por las calles de sus urbes, hablando a personajes invisibles. Se hace oportuno recordar que anteriormente la ausencia era un privilegio de los muertos y que hoy hablamos con vivos desprovistos de presencia, víctimas de una prestidigitación tan cotidiana como incomprensible.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Añadido a esto el intento siempre infructuoso del hombre -en su experiencia consuetudinaria- que intenta conversar con alguien en una empresa, es por decir lo menos, patético. El mártir de la “comunicación” debe enfrentarse primero al monólogo ruin de un contestador automatizado que casi nunca puede resolver nuestra simple y elemental pregunta. La confusión se exacerba: el retorno de Babel se manifiesta en forma generalizada.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">El dios del Antiguo Testamento que lanzó su maldición para recusar la arrogancia de los constructores de la torre que pretendía alcanzar los cielos, ha encontrado una versión más escalofriante. La diversidad de las lenguas que separó a los obreros de esa ambiciosa obra ocasionando su destrucción, hoy es el monólogo de una grabadora que va abriendo su laberinto, donde nos espera el Minotauro. Todos hemos sido víctimas de la comunicación destruida por los teléfonos, basta estar en un restaurante para observar que alternadamente una persona rompe el ritual alimenticio para rendir el tributo a la ausencia, vulnerando, prostituyendo la ceremonia de la presencia. Allí la profundización queda suspendida, la fraternidad y el amor son víctimas de ese entrometido aparato que en forma brutal rinde culto a lo ausente.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Esta nueva Babel es por un lado, la pesadilla del hombre condenado a comunicarse con un robot, obligado a reducir sus problemas a unas previstas fórmulas, y por otro, la de un ser inabordable porque habla con un fantasma vía celular a miles de kilómetros de distancia, que es escindido brutalmente de una obra de teatro o de una conferencia por una llamada seguramente ingrata. Es la del ciudadano que viendo televisión simultáneamente escucha música y chatea con múltiples desconocidos desde su computador portátil. El retorno de Babel tendrá implicaciones imprevistas en el ser que nos sucederá, y cualquiera que sea, es bueno advertir que se tratará de una inédita forma de la soledad.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">La Babel que nos corresponde enfrentar no es la de una diversidad de lenguajes que funda una peligrosa confusión –reitero-, sino la de una sola lengua, un inglés minimizado, derrotado por las urgencias de la Internet. La comunicación, en su acepción absoluta, requiere de una ceremonia que hace posible la metamorfosis del yo en tú, del yo en todos. Demanda de un esencial travestismo lingüístico, implica, es importante decirlo, la fundación de un tiempo de significativos intercambios sensibles, y hemos visto que durante las últimas décadas, aquello ha sido quebrantado. Es paradojal que la civilización pragmática que abolió a los míticos espectros no cese de inventar irrealidades que, increíblemente, todo el planeta comparte. Vivimos un mundo abstracto, empobrecido. La crisis de la presencia, la crisis del lenguaje verbal, fecunda su desmesura.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">El individuo del “Siglo de <st1:personname productid="la Comunicación" st="on">la Comunicación</st1:personname>” sólo puede hablar con su sombra. El viajero supersónico, el cibernauta, la inaccesible caminante del iPod, están más solos que el Neardenthal. El esclavo del teléfono móvil y del GPS, ya no puede estar en ninguna parte porque está en todas, porque su presencia esencial ha sido despojada.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Vivimos la incomunicación de hablar la lengua rota, casi imbécil –y plagada de errores ortográficos- de la Internet, la desgarradura de la voz ausente, la esclavitud de estar siempre y nunca en virtud de los satélites. Vivimos el autismo de una civilización agonizante.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Las Cavernas se reproducen raudamente y son todas ilusorias, por eso -es terrible pensarlo-: el elemental y deleitoso espacio que nos contenía empieza a desaparecer. Los paseos ya no involucran la geografía o lo hacen de una manera tan vertiginosa como abstracta. Los desplazamientos ocurren en los laberintos de la Red. Nunca había sido tan categórica la definición del Hombre temporal. Hemos creado por primera vez al ser sin realidad espacial, al que le ha sido arrebatado el derecho elemental de la presencia.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">La amalgama <i>hic et nunc</i> (aquí y ahora) ha sido rota. Nos enfrentamos al nacimiento del hombre sin aquí.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES" style="font-size: 10pt;">* Poeta colombiano, director de la revista Común Presencia. Premio Internacional de Ensayo Maurice Blanchot 2007</span></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES" style="font-size: 10pt;"></span><b><span lang="ES" style="font-size: 20pt;"><o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><span lang="ES" style="font-size: 20pt;"><o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><span lang="ES" style="font-size: 20pt;"><o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><span lang="ES" style="color: #cc3300; font-size: 16pt;"><br />
</span></b></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><span lang="ES" style="color: #cc3300; font-size: 16pt;">Suicidados por la sociedad<o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES" style="font-size: 13pt;">Por <b>Gonzalo Márquez Cristo</b></span><span lang="ES" style="font-size: 14pt;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Si el cielo ha sido un colosal negocio durante los últimos dos mil años y nos vendieron la aburrida opción de su gloria por sucesivas generaciones de una manera tan cruenta, con el terror de los diezmos, la inquisición y los laberintos insondables de la culpabilidad, hoy el mayor lucro consiste en traficar con el infierno. Si durante dos milenios el mercado del cielo fue muy rentable y despiadado, al comando de una iglesia que organizó las más funestas cruzadas en <st1:personname productid="la Edad Media" st="on">la Edad Media</st1:personname> hasta terminar apoyando con el Papa Pio XII al exterminador Adolfo Hitler, durante este tercer milenio tal como se vislumbra, asistiremos al comercio gigantesco de nuestros avernos y miserias.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Somos los publicistas del infierno, los mercaderes de las vísceras, de la degradación. Pagamos por entrar a sus cavernas lúgubres o a los círculos desgarradores que soñó Dante. Con fruición nos hemos empeñado en vender lo peor que somos y las acciones más ignominiosas gozan de una ganancia sin precedentes. El edén y sus manifestaciones angélicas se ha devaluado hasta la obscenidad y la cursilería, y como consecuencia elevamos la cotización de nuestras desgracias, y subimos el precio a nuestros deshechos –y por supuesto a nuestra desolación.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">¡Qué terrible época donde la armonía ha sido depuesta! Sólo lo sórdido goza de una simpatía y los medios de comunicación, e incluso las obras de arte más manifiestas, se convierten en un engranaje al servicio de una imaginación con grilletes y de una libertad redomada.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Cuando Arthur Rimbaud en las <i>Iluminaciones</i> exclamó: “A vender lo que los judíos no han vendido”, no supuso que un siglo después íbamos a realizar su hipérbole, y que además refinaríamos esta vil destreza hasta comerciar con lo inaudito. Ya vendimos con habilidad nuestros dioses, nuestro cielo, nuestros fetiches, nuestros amigos, y lo que es más increíble: nuestras entrañas y excrementos. ¿Cuál sociedad ha ido tan lejos en su degradación?</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">El universo mediático es un supermercado de estiércol. Los programas televisivos se lucran con la humillación y han decidido expoliarnos hasta de la fantasía. El éxito de las películas de terror que se reproducen con fórmulas predecibles de violencia no es la única manifestación de una cultura adormecida y vulgar. La plástica con su propuesta conceptual y sus performances puerilmente escatológicos denuncia también el generalizado malestar. La música popular se reinventa con la misma despreciable ingenuidad, brutal, obscena, denigrante.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">La sociedad estimula la usura que acecha en la decadencia del ser, y también ha creado una dialéctica perversa en sus idolatrías. La religión sigue produciendo oro, pero esta vez de una forma específica: ya no es la iglesia el ente que estructura el gran lucro del miedo, sino que el poder de la idolatría se posa sobre ciertos dioses y divas de existencia fugaz, los cuales son catapultados al relámpago de su gloria; y es entonces cuando la venganza se dispara contra ellos, pues hemos descubierto en forma vil que es más rentable escenificar su destrucción. No sólo el negocio está en la sagaz creación de las deidades, que misteriosamente ya no fungen como señores del miedo, sino en su destrucción metódica, lo cual genera un mercado más significativo, y es así como nos ha tocado padecer todos los deicidios.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">La sociedad se ha especializado en crear dioses para luego demolerlos, siempre y cuando esto redite en altos dividendos. Los paparazzis alimentan un tinglado que se extiende sin control pese a causar muchas veces la muerte de sus víctimas. Para nadie es desconocido que la música popular goza de lucrativos escándalos cuando sus cantantes se ofrecen a la llamarada de la fama, de la cual nunca salen ilesos. La devoradora máquina no cesa de crear sus estrellas fugaces para inmediatamente emprender su exterminio.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Es desolador confesarlo, pero el hombre de la contemporaneidad habría sido incapaz de soñar el paraíso, pues le habría bastado con generar sus pesadillas múltiples, con usufructuar sus purgatorios, con generalizar su cena de excrementos, mientras la tradición edénica se encuentra herida de muerte.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Al “hombre” –si todavía es legítimo usar ese genérico eufemismo– no le basta con haber eliminado a músicos luminosos y atormentados como Edith Piaff, Elvis Presley, Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, para nombrar sólo algunos, sino que ahora se encargará –como podemos presentirlo– de destruir a la cantante británica <b>Amy Winehouse</b>, quien sólo sufre de talento y del asedio vil de una casta que se deleita con sus recurrentes visitas a psiquiátricos; como le ocurriera a Van Gogh y a tantos otros <i>suicidados</i> por la sociedad.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">En febrero de 2008, corroborando la tesis hasta aquí sostenida, durante la ceremonia de los premios Grammy, cuando Amy Winehouse obtuvo cinco de las seis estatuillas a los que estaba nominada (Mejor nuevo artista, Canción del año, Grabación del año, Mejor interpretación femenina de pop y Mejor álbum pop), no pudo asistir a su consagración porque Estados Unidos le denegó la entrada acusándola de “uso y abuso de narcóticos", pues lo que le interesa a esa sociedad enferma es la explotación de su impronta maldita creada en torno a su carácter, más que el brillo de sus composiciones y su extraordinaria voz.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Son tantas las otras figuras del arte y el deporte que han padecido la persecución de un mundo que descubrió en la mierda el ansia de su usura, que no es relevante ahora mencionarlas. “Uno no se suicida solo”, dijo lúcidamente Antonin Artaud, y por eso aquellos que padecen el estigma de la droga y el alcohol, y son morbosamente utilizados como productiva fuente de escándalos, constituyen en verdad la horda de víctimas de algo peor que una adicción a alguno de los duendes del olvido, pues la gloria, como decía Borges, es la peor de las incomprensiones, y habría que agregar: de las tiranías.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Las fauces de esa metodología infernal un día persiguen al cantante de Nirvana<b> </b><span style="color: black;">Kurt Cobain o al virtuoso baterista de Led Zeppelin John Bonham, y al siguiente van tras </span>Britney Spears o Michel Jackson, quienes son reconocidos juguetes de esta conspiración mercantil.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">En la era del post-hombre los valores cumplen su nefasta metamorfosis. Traficamos con la traición, la humillación y el dolor, pagamos el boleto más costoso para ingresar al infierno, y así multiplicamos las ganancias de unos insensibles monopolios de la información y el espectáculo. Es nuestra obligación estar advertidos, nuestra fortaleza no transigir con el cobarde hostigamiento que devora la intimidad de tantos individuos, condenados a una terrible vida de cristal. Y por ello –y como señal de resistencia– , quienes nos entregamos a los artilugios de lo imaginario, debemos comprender que es imperativo adherirnos al ensayista francés Maurice Blanchot cuando en su libro <i>La escritura del desastre </i>afirma genialmente:</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">“Existe un límite donde el ejercicio de un arte, sea cual fuere, se vuelve un insulto para la desgracia. No podemos olvidarlo.” </span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES"><br />
</span></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><span lang="ES" style="font-size: 20pt;"><o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 3pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><span lang="ES" style="color: #cc0000; font-size: 16pt;">“Me pone el sistema nervioso”</span></b><b><span lang="ES" style="font-size: 16pt;"><o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; line-height: 22px; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES" style="font-size: 13pt; line-height: 25px;">Por<b> Gonzalo Márquez Cristo</b></span><b><span lang="ES" style="font-size: 12pt; line-height: 24px;"> </span></b><span lang="ES" style="font-size: 12pt; line-height: 24px;"><br />
</span><span lang="ES" style="font-size: 10pt; line-height: 19px;">E-mail: comunpresencia@yahoo.com</span><span lang="ES" style="font-size: 10pt; line-height: 19px;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD">El
alud sensible de Mayo del 68 jamás fracasó –como lo suponen los sociólogos
conservadores– por el sólo hecho de que un sueño nunca puede ser derrotado, y
el no realizarse es la condición <i>sine qua non</i> que lo hace invencible.
Las revoluciones truncadas se eternizan, los héroes al contrariar su destino
preparan su retorno. Los fracasos pertenecen al ámbito de lo real pero es
atributo del sueño y de su incesante renacer, imaginar que las injusticias podrán
algún día ser restañadas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD">Hace cuarenta años el maridaje entre el surrealismo y el marxismo abrió
espacios que todavía avanzan por senderos imprevistos. La poesía asaltó la
historia. Y cuando los estudiantes escribían consignas en las paredes de las
universidades de Nanterre, la Sorbona, el Liceo Condorcet o la rue Rotrou de
París, el mundo asistió al relevo destellante de lo poético, que irrumpía con
toda su magia para recordarnos el brillo solidario de la existencia, pues la
poesía, es al parecer la única que todavía se acuerda de la vida. “La poesía
está en la calle”, rezaba el famoso grafiti escrito en aquel convulso momento,
que evocaba los <i>Manifiestos surrealistas </i>firmados por Breton en la
década del veinte.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD">Los versos del niño salvaje que trabajó para hacerse vidente (Rimbaud)
eran escritos en las paredes de numerosas ciudades un siglo después, para que
todos recordaran que “la vida está en otra parte”, en otro lugar inaprehensible
cuyo acceso siempre nos ha sido denegado. Una extraña fusión de ideologías y
sensibilidades campeaba por las calles de París, la idea de “transformar el
mundo” de Marx y la de “cambiar la vida” de Rimbaud, tuvieron unas nupcias
ardientes durante casi un mes en aquella inolvidable primavera, en la <i>estación
violenta.</i> Y la vida –extrañamente invitada– por una sociedad que siempre se
empeña en excluirla, asistió desplazándose en el vehículo de una violencia
benéfica, en su fulgor arrasador, sin el cual como tantas veces se ha
corroborado, pareciera no existir.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD">Por Mayo del 68 supimos que el sueño era un derecho, en verdad una
obligación, si queríamos que una sociedad ruin como la que hemos inventado
fuera puesta en entredicho. Comprendimos que nada era más subversivo que el
sueño, que en él acechaba todo ímpetu transformador del ser humano. Y entonces
su peligro fue convocado por millares de seres que asumieron el riesgo de la
ilusión.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD">El cineasta italiano, Bernardo Bertolucci, al ser interrogado durante la
inauguración de su film <i>Soñadores</i> (2003) que recrea los acontecimientos
del mítico Mayo, sostuvo algo irrefutable que levantó una oleada de críticas:
esa revuelta nunca fracasó, pues a pesar de que muchos de sus protagonistas han
virado en su orientación política, es innegable que las conquistas del
feminismo, de los grupos étnicos, de los humanismos de izquierda y de la
revolución sexual, se han aproximado a su centro real. Y daba así la razón a
Jean-Paul Sartre quien en un difundido diálogo con el líder estudiantil Daniel
Cohn-Bendit (llamado Daniel el Rojo) interpretó lúcidamente los sucesos que
fijaban en ese momento la atención del mundo hasta llegar a aconsejar: “Se
trata de lo que yo llamaría la expansión del campo de lo posible, nunca
renuncien a eso”. Hoy sobra decir que la mayoría renunció a aquella necesaria
aventura y eludió los hallazgos legados por el sueño.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD">“Todos somos judíos alemanes” habían escrito los estudiantes en la
Sorbona para luego emprender una de las marchas más fraternales y crepitantes
de la revuelta parisina, y gritando esa consigna realizaron un simbólico acto
de venganza histórica, y aunque “Exagerar es el arma” como propuso el grafiti
de la Facultad de Letras, podríamos concluir –con la ventaja de estas cuatro
décadas– que desgraciadamente no todos somos judíos alemanes, porque hemos
visto que la mayoría olvida, y que ese olvido no es sino el triunfo de la
traición a nuestra condición humana, a nuestra etnia, a nuestra clase, a
nuestro credo vital.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD">El poder cuenta desde siempre con los espurios beneficios de la amnesia,
estimula la necesidad, tiñe nuestras dependencias, nos niega la opción del
placer que Marcuse –brújula filosófica de la insurrección estudiantil– oponía a
esta sociedad unidimensional y acrítica. “Prohibido prohibir” y “Decreto el
estado de dicha permanente”, son dos lemas forjados en aquel entonces por
algunos poetas anónimos en la Facultad de Ciencias Políticas, dejando a la
lúdica toda la fuerza de la ternura transformadora.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD">Grandes escritores entraron súbitamente en la vida de los habitantes
parisinos. La poesía era escrita en los muros y la ciudad se convirtió en una
especie de libro que se leía al caminarla, al recorrerla en metro o autobús. La
ciudad fue un libro errante que traía todas las mañanas nuevas frases que
modificaban lo consuetudinario. Y entonces el eterno retorno de Nietzsche hizo
su advenimiento cuando alguien escribió en el Odeón su perturbador pensamiento:
“Es necesario llevar en sí mismo un caos para poner en el mundo una estrella
danzante”. Y en Nanterre otra mano anónima recobró para los comunes ciudadanos
la fuerza indómita de Shakespeare: “Hay método en su locura”, brillante
paradoja dedicada al príncipe Hamlet. Y el final de <i>Nadja</i> de André
Breton encontraría también su pared virginal: “La belleza será convulsiva o no
será”. Porque allí, en la comunicación extensiva de los muros este movimiento
magnífico y transparente, adquiría toda la contundencia asumida en la frase de
Schiller: “¡A la libertad por la belleza!”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD">Así la imaginación como pedagogía era impuesta por unos repentinos locos
que se tomaban las calles con un aerosol y que luego construirían numerosas
barricadas entregados a la nostalgia libertaria de la Revolución Francesa: “La
imaginación no es un don, sino un objeto de conquista por excelencia (Breton)”,
escribió algún alumno del Liceo Condorcet. “La imaginación toma el poder”,
deseo tan pueril como pertinente. Y el emblemático: “Sean realistas: pidan lo
imposible”, conforman la selecta antología de aquella <i>muroteca</i> lírica.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD">Y el humor encontró su tributo: “Soy marxista de la tendencia Groucho”;
“Inventen nuevas perversiones sexuales, ya no puedo más”; “Amaos los unos
encima de los otros”; “Estamos tranquilos: dos más dos ya no son cuatro”; y
“Durmiendo se trabaja mejor, formen comités de sueños”; hacen parte de las
creaciones verbales reiteradas por los cronistas de ese tiempo singular.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD">Pero como una de las características del sueño es su contagio, pronto
comenzó la emulación planetaria y la pesadilla reinó. El 2 de octubre de ese
mismo año Ciudad de México padecería el episodio de Tlatelolco, cuando el presidente
Díaz Ordaz llevó a cabo la masacre de tres centenares de personas, sin que de
nada sirviera el conjuro que alguien escribió en la Facultad de Filosofía de la
Universidad Autónoma: “¿Cuándo volverás, Zapata?”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD">Desde entonces el grafiti demostró en todas las latitudes su poder de
resistencia. Durante la invasión a Praga un perseguido escribió la luminosa
sentencia: “¡Despierta Lenin, el mundo se ha vuelto loco!”, que se convirtió en
grito multitudinario cuando las tropas rusas invadían la bella ciudad con el
propósito de detener el movimiento libertario gestado durante la emblemática
primavera. Posteriormente todo el planeta podría leer en las fotografías
testimoniales el terrible “Ellos ganarán”, que algún checo escribiera sumido en
el desasosiego.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD">Luego, durante las dos últimas décadas, vimos surgir una nueva e inocua
profesión: la del <i>grafitero,</i> el cual como comprobación de la decadencia
de nuestro tiempo, abandonó la elemental herramienta de la palabra y se dedicó
a una especie colorida de comic, de letras tridimensionales, signos extraños,
pero ajeno a todo contexto político y liberador; y la condición de protesta
furtiva contra el <i>establishment</i> se diluyó a tal punto que en varias
ciudades del mundo (como en Barcelona) y en numerosas universidades de todos
los continentes, existen muros destinados al “grafiti legal”. Así hemos
admitido la frivolización de la protesta, la crítica por obligación o
divertimento, la extraña institución de lo que antes era perseguido. Ya nadie
recordaría que una frase pintada en una pared con letra trémula había podido
enfrentar a un ejército.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD">La poesía se fue de las calles y volvió a su lugar secreto, al libro y a
las más excelsas manifestaciones artísticas, de donde es imposible saber cuándo
volverá a escapar. Y ya no se podrá decir: “Heráclito retorna; abajo
Parménides”, como en ese París convulso; ni como decían los muros en la Bogotá
de los setenta y en tantas ciudades latinoamericanas: “Mi mamá me mimaba hasta
que la desaparecieron”; o “La esperanza es lo último que se perdió”; o el
metafísico “Siempre buscaremos eso”; y ni siquiera la frase escrita en la
Universidad Nacional de Colombia en una época de sobresaltos y persecuciones:
“Me pone el sistema nervioso”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD">Por ahora desconocemos si los muros enmudecidos (por panfletos obvios y
seudo arte) recobrarán su fulgurante factor de resistencia, si la palabra
poseída los sacará de su letargo de décadas, porque cuando esto ocurra la
poesía se desatará para asaltar la petrificada realidad y entonces será
venturoso decir de nuevo: “Locura, no invoco tu nombre en vano”; pero mientras
tanto debemos festejar que recientemente alguien en un muro céntrico de Bogotá,
escribió su grito solitario como una forma de iluminadora esperanza: </span><span style="font-size: 11pt; line-height: 12.1pt; text-indent: 19.85pt;">“¡Despierta Marcuse, el mundo se ha vuelto cuerdo!”</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 12.1pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<o:p></o:p></div>
</div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><span lang="ES"><br />
</span></b></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES" style="font-size: 12pt;"><br />
<br />
<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><span lang="ES" style="color: #cc0000; font-size: 16pt;">El comercio de la traición</span></b><span lang="ES" style="font-size: 16pt;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES" style="font-size: 13pt;">Por<b> Gonzalo Márquez Cristo *</b> </span><span lang="ES" style="font-size: 10pt;">E-mail: comunpresencia@yahoo.com</span><span lang="ES" style="font-size: 10pt;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Si el siglo XX fue denominado por Camus el siglo del miedo y en el famoso tango de Santos Discépolo (“Cambalache”) fue descrito como una edad de valores alterados, de absurdas convicciones invertidas, el XXI se vislumbra como el tiempo que comercia con la traición, que mercadea con el sufrimiento, la miseria y la fatalidad, que se ha lucrado de nuestra degradación planetaria.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Le hemos puesto precio a nuestro limo interior, al excremento moral, a nuestra catástrofe metafísica, a nuestra devastación. La truculencia, lo monstruoso, lo criminal se ha convertido en una rica veta de oro. Y si el siglo pasado inventó en los campos de exterminio crueldades inimaginables, nosotros pondremos en venta todos los tristes jardines de nuestras miserias y pagaremos profusamente lo más oprobioso de nuestra condición “inhumana”. Auschwitz, Treblinka y Hiroshima serán en el futuro más visitados que Magic Kingdom y más admirados que el Partenón o <st1:personname productid="la Venus" st="on">la Venus</st1:personname> de Milo, y nada saldrá ileso de la nefasta transvaloración que globalmente ha sido emprendida.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">En el Círculo Noveno del Infierno de <st1:personname productid="La Divina" st="on"><i>La Divina</i></st1:personname><i> comedia,</i> y para ser más exactos, en el recinto donde el castigo es insuperable, el gran poeta Dante Alighieri condenó a quienes habían cometido el acto más ruin imaginado por el hombre: la traición, cuyas penas variaban desde permanecer inmersos en el hielo (castigo para los traidores a sus parientes, a la patria y a sus huéspedes), hasta ser masticados por Lucifer, ese monstruo pintorescamente soñado por el florentino con tres cabezas y seis alas; quien torturaba incesante a Judas, a Bruto y a Casio entre sus sendas fauces. En tanto, para el oscuro “hombre” de nuestra contemporaneidad, la traición se ha convertido en una rentable mercancía, y permanentemente estimulan esa opción entre nosotros con el fin de honrar al dios Oro, al único al que seguimos construyendo templos en todas las ciudades del orbe.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Lo que revestía de gravedad y en ocasiones era tabú para las tribus, lo que consideraban inmoral o pecado irredimible los espíritus religiosos, lo que era interdicto en todas las culturas de <st1:personname productid="la Tierra" st="on">la Tierra</st1:personname>, se ha convertido hoy casi en altruismo, y es así como intentamos devastar todas las lealtades, y como la traición se mercadea en las esquinas y goza de un prestigio inédito, a veces redentor. El artilugio de la delación tan implementado en el oeste norteamericano se generalizó, y el furtivo vaquero para quien los alguaciles ofrecían en carteles recompensas bajo el clásico letrero: “se busca”, es un sombrío y perseguido protagonista de la contemporaneidad. En una película de Sergio Leone, emblemática dentro del género Western, leemos al comenzar las inolvidables palabras. “cuando la vida no valía nada la muerte a veces tenía un precio”; y es importante ahora constatar, que para que la vida no valiera nada hicimos extraordinarios esfuerzos, rebasamos todos los límites, tantos que la muerte goza de los mejores precios, comenzando por la guerra que genera un tráfico desmesurado de armas, por las pandemias que lucran a los criminales laboratorios de medicamentos y, desde luego, por la traición.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Y lo más funesto es que no sólo reivindicamos la delación o el espionaje al interior de las organizaciones delictivas, como se proponen los estados en su supuesta lucha contra el crimen, sino que el ardid es festejado como artificio de enriquecimiento, y como si no fuera suficiente: toda penetración en la intimidad de las vidas privadas, toda vulneración de nuestro secreto vital ha adquirido un excesivo precio en metálico. La intimidad es expuesta, los paparazzis pululan, la industria del chisme prospera, nuestra vida personal ha sido ávidamente comercializada, la humillación fue convertida en espectáculo. Los estados, sus organismos y la estructura televisiva nos animan a traicionar, y ya vemos que este verbo tan repudiado por nuestros antepasados hoy ha adquirido connotaciones casi caritativas.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">La lealtad, que es una forma de amparar el secreto esencial de la existencia, y todas las reservas impuestas, son blanco de una guerra sin precedentes. Le hemos dado la vuelta a la espiral soñada por Dante y los traidores ya no padecen los dientes afilados de Lucifer sino que, al menos en teoría, gozan de un paraíso donde la fortuna está garantizada y donde pueden incluso cambiar de identidad, iniciar en otra patria una vida próspera, volver a nacer aboliendo su prontuario de crímenes.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Una cultura que estimula la traición en todos los órdenes, no sólo en la estructura delincuencial, sino también en la cotidianidad del melodrama y los concursos televisivos, instándonos a degradar la amistad y el amor, y a vender su noble raigambre, es una cultura derruida. La sociedad remplazó sus principios por fines infames. El “secreto” que en tiempos sublimes tenía valor por ser celosamente conservado y valía por el coraje de aquellas personas que lo protegían –como ocurría entre los miembros de <st1:personname productid="la Resistencia" st="on">la Resistencia</st1:personname> para nombrar un ejemplo categórico–, ahora bajo la orfandad moral, vale siempre y cuando pueda vulnerarse. El silencio ha sido violentado, su poder de alianza fue envilecido por los comerciantes de estiércol, por los traficantes de nuestras heridas.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Hemos visto la propaganda que alienta a traicionar a los jefes de columnas guerrilleras, a míticos bandoleros y a los líderes de grupos armados donde se ofrecen millonarias sumas; contradictoria filosofía para combatir la infamia, donde se esgrime la delación como filantropía. También espacios televisivos que mercadean la miseria de los ingenuos participantes, llevándolos a revelar su intimidad, obligándolos a vender a sus familiares y amigos por un puñado de dólares. En forma sistemática nos obligan a delatar y a traicionarnos. Caminamos sobre una cuerda floja ética. Suponen que el crimen se torna positivo al ingresar a un cotizado comercio y a su extendido festejo social. El lema de <st1:personname productid="la Revolucin Francesa" st="on">la Revolución Francesa</st1:personname>: <i>libertad, igualdad y fraternidad,</i> se encuentra en peligro, no sólo en sus dos primeros postulados –como todos sabemos–, sino también en lo relativo a la hermandad entre los habitantes del planeta, pues ésta aborrecible cultura nos impone una “cainización” del mundo, la peligrosa y totalizante vindicación de Judas.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Asombrosamente y sin reparos lo hemos vendido todo a cambio de un espejismo. A nuestros amigos. Nuestros líderes. Nuestros hermanos. Nuestra desnudez. Nuestra patria. Nuestra tribu. Nuestras ideologías. Nuestra lengua. Nuestros dioses. Nuestra intimidad y, terriblemente, nuestra angustia y nuestra miseria. Las cloacas y las psicopatías más repulsivas encuentran sus avezados agentes en este sistema que se reinventa en su inmundicia. Lo más sórdido se comercia en todas partes y el reino de la fraternidad se ha vuelto inencontrable.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">La traición es nuestra fe, la delación nuestra creencia. La subasta de la ignominia no se detendrá porque el hombre ha emprendido su exilio sin retorno. ¿Cuál es ésta nueva y denigrante creatura que hoy puebla <st1:personname productid="la Tierra" st="on">la Tierra</st1:personname>?</span><span lang="ES" style="font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES" style="font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><span lang="ES" style="color: #cc0000; font-size: 15.5pt;"><o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><span lang="ES" style="color: #cc0000; font-size: 15.5pt;"><br />
</span></b><b><span lang="ES" style="color: #cc0000; font-size: 16pt;">La nueva esclavitud</span></b><span lang="ES" style="font-size: 16pt;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 6pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES" style="font-size: 12pt;">Por<b> Gonzalo Márquez Cristo *<o:p></o:p></b></span></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES" style="font-size: 10pt;">E-mail: comunpresencia@yahoo.com</span><span lang="ES" style="font-size: 10pt;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES" style="font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; vertical-align: middle;">
Hemos construido una
civilización a la medida de nuestras pesadillas. Mientras el 40% de los
habitantes del planeta vive en la miseria y nuestras convicciones han sido
planificadas desde los núcleos de poder, somos castigados sistemáticamente por
una culpa que no hemos cometido, y como si fuera poco, sabemos que el Gran
Hermano vislumbrado por Orwell en su novela <i>1984</i> no cesa de vigilarnos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; vertical-align: middle;">
Kafka, el gran cronista de
la contemporaneidad, nos había prevenido de la opción de convertirnos en
abyectos insectos, y de la aún más terrible posibilidad de ser condenados por
un crimen jamás cometido, pero poco dijo de la tiranía de las “verdades”
impuestas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; vertical-align: middle;">
Nuestro tiempo se ha
caracterizado por instaurar formas de dominio más sutiles y opresiones más
patéticas que aquellas que campeaban en siglos anteriores; pues es evidente que
los esclavos de la antigüedad conocían su ignominioso destino, mientras que los
de la contemporaneidad ignoran su condición ultrajante. Una extraña venda se ha
posado sobre nuestros ojos. “¿Qué nos está pasando ahora?”, dijo Kant en 1784;
pregunta hoy más necesaria que nunca.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; vertical-align: middle;">
Los monopolios de la
imaginación con sus industriosas trampas sensibles han decidido nuestra ingenua
confianza en sus “verdades” diseñadas. El <i>soma</i> del que habla Huxley en <i>Un
mundo feliz, </i>es dosificado a nivel planetario irradiando su amnesia,
mediante una nueva taumaturgia.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; vertical-align: middle;">
No sólo los trabajadores
sufren una esclavitud manifiesta, atemorizados por poderes hiperreales y por
discursos excluyentes, sino los desempleados o las víctimas que impone la
sociedad para hacer creíble la ilusión que la sustenta. Pues si existe el
memoricidio, si una estrategia a-crítica es generalizada y producida por el
enjambre mediático, si nuestra mente es el blanco de una cultura que propone un
diluvio de imágenes que impide ver el horizonte, es sin embargo necesario
afirmar que el olvido no es feliz como se insinúa en la novela de Huxley, pues
esta desmemoria que hemos construido incuba una devastación interior nunca
deleitosa.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; vertical-align: middle;">
No deja de ser contradictorio
que la civilización que más ha impulsado la individualidad en la Tierra, con
sus hordas de nuevos esclavos que jamás serán libres porque hilos secretos
controlan sus banales deseos, sea la que esté poniendo en crisis al individuo,
borrando sus fronteras, haciendo desaparecer su rostro lustral.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; vertical-align: middle;">
El individuo vive su
agonía, se ha industrializado su existencia. Todos los habitantes del planeta
deben pensar aquello que deciden las multinacionales televisivas y los
periódicos más influyentes. Todos debemos viajar a los mismos lugares y
vestirnos según la imposición de los centros de dominio, prescindiendo de la
comida lenta y de las bebidas excluidas por el espejismo publicitario. Todos
debemos escuchar la misma música inocua y celebrar su arte domeñado, apreciando
cómo las generaciones más jóvenes, ni siquiera se plantean la opción inversa,
un salto fuera de su sombra, un interregno de rebeldía. Hemos exilado a
Prometeo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; vertical-align: middle;">
La nueva esclavitud
extiende sus dominios. La publicidad ha demostrado ser uno de los medios de
dominación más sutiles y peligrosos. La televisión, y todo aquello que comienza
como un milagro, ha terminado por imponer sus entorpecedores grillos, y la
hemos visto desgastar el asombro. La excesiva y trivial información nos ha
incomunicado, y es así como nadie recuerda los eventos trascendentes, nadie
vislumbra lo que ocurre tras las bambalinas del hecho histórico, y por eso
hemos quedado indemnes, sin armas eficaces para contener el advenimiento de los
nuevos inquisidores.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; vertical-align: middle;">
Un unanimismo se cierne en
el horizonte y parece no dar tregua. Vivimos la Edad del Cíclope. No deja de
ser temerario que en esta Era de gran pobreza humanística todos nos hayamos
convertido en Nadie, pero al contrario del episodio Homérico: ninguna argucia
nos hará contener la proliferación de los seres de un solo ojo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; vertical-align: middle;">
Vivimos un tiempo
desintegrador. El comercio de la “verdad” es degradante. Hemos llegado a un
punto de servidumbre en el cual la única libertad de prensa estaría en la
abolición de los grandes medios que tantas veces determinan el rumbo de los
países, la libertad de credo en suprimir las terribles religiones del Libro, la
libertad sexual en abolir la pornografía hasta en sus más sutiles
representaciones, y la libertad política tan sólo podría hallarse suprimiendo
esa mentira que llaman democracia. Fuimos conducidos al límite.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; vertical-align: middle;">
Sin embargo el engranaje
del poder es insaciable, y como lo soñó el visionario Charles Chaplin, todos
seremos devorados por las máquinas y peor aún por las pantallas, por sus
tornasoladas fauces, y por un discurso que se podría denominar “cautivo”. La
contienda por la verdad ya no es teológica sino que corresponde a esos dioses
de paso, a esas deidades efímeras que son las actrices, los deportistas o los
cantantes de rock, y a los tiranos, que como Narciso, naufragan en su lago,
pero muy lentamente, porque ésta vez no se ahogan en pozos de agua sino de
cristal líquido.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; vertical-align: middle;">
En tanto, el espíritu
religioso –ese experto en exterminios–, continuará afilando sus armas desde los
órdenes políticos para que sus adeptos sigan atemorizando al planeta, pero esta
vez operan sigilosos. La Nueva Inquisición no necesita de los monjes Sprenger y
Kramer ni de su <i>Malleus maleficiarum </i>(<i>Martillo de las brujas</i>), y ni siquiera de los artificios que
emprendían los verdugos para la imposición de la hoguera respaldados en su ruin
tráfico con la verdad, pues hoy tan sólo necesita de la contundencia mediática
y de una palabra: “terrorismo”, la que desde 2001 legitimó todas las
atrocidades en su desbandada patológica.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; vertical-align: middle;">
Estamos en el tiempo en el
cual somos condenados sin pruebas, ejecutados sin juicio y sabemos que será muy
difícil retomar el rumbo que nos lleve a destruir esta nueva esclavitud que se
extiende en todo el planeta, y que debemos inventar algo en las esferas de la
imaginación y del lenguaje para impedir la marcha de los nuevos e invisibles
inquisidores que avanzan inexorablemente hacia nosotros. Y quizá, la única
posibilidad que tenemos, como lo afirmó Foucault, será la de forjar un nuevo
régimen de “producción de la verdad”, pues sólo desprendiendo la verdad que
sustenta las formas de dominación usuales podremos denunciar el engaño
generalizado. La sociedad es un acervo de fuerzas legitimadas por seductoras
creencias, por certidumbres que casi siempre tiranizan y esconden una cruel
farsa, y se hace imperativo urdir una estrategia que culmine en su develación.<o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; vertical-align: middle;">
Pero mientras tanto,
veremos con Nietzsche, crecer los desiertos.<o:p></o:p></div>
</div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 12pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES" style="font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<b><span lang="ES" style="font-size: 15.5pt;"><br />
</span></b><b><span lang="ES" style="color: #cc0000; font-size: 16pt;">La droga y lo divino</span></b><span lang="ES" style="font-size: 16pt;"> </span><br />
<span lang="ES" style="font-size: 13pt;">Por<b> Gonzalo Márquez Cristo </b><br />
</span><span lang="ES" style="font-size: 10pt;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES" style="font-size: 10pt;">E-mail: comunpresencia@yahoo.com</span><span lang="ES" style="font-size: 10pt;"><o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES" style="font-size: 10pt;"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">«Oh justo, sutil y poderoso opio!... ¡Sólo tú proporcionas al hombre esos tesoros, tú posees las llaves del paraíso!», había exclamado Thomas De Quincey –mucho antes, como se supondrá–, de la visión policiva impuesta contra la droga por los Estados Unidos, donde impera como siempre una doble moral y un trasunto económico.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Que el paraíso se encuentre en la droga como lo propone De Quincey en el párrafo antes citado <i>(Confesiones de un inglés comedor de opio, </i>1822), o que el etnólogo George Dumézil haya pensado que todas las religiones son producto del efecto de los alucinógenos por parte del hombre primitivo, y que, aún más, un genio como Robert Graves –quien era considerado sabio incluso por Borges– reflexionara en el mismo sentido, hasta llegar a concluir, en <i>El segundo nacimiento de Dionisos</i>, que del consumo del bello hongo rojo de puntos blancos <i>(Amanita muscaria)</i> usado como decoración navideña en todo Occidente, derivan las visiones celestes de todas las religiones, no deja de ser asombroso; pero sí es increíble pensar que esta fuente germinal de paraísos se haya convertido en uno de los más abyectos y rentables negocios que ha inventado la contemporaneidad.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Es conocido por todos que la matemática de este comercio siniestro deja su saldo en rojo en los países productores, peyorativamente llamados del <i>tercer mundo,</i> que en verdad cada vez están más cerca del <i>otro mundo,</i> o del inframundo para ser explícitos, como pretende la voraz política de naciones imperantes en el globo.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Según <st1:personname productid="la OMS" st="on">la OMS</st1:personname> (2002), un 12% de los fallecimientos que suceden cada año en Europa se deben a sustancias autorizadas (el 8,8 por ciento al tabaco y el 3,2 por ciento al alcohol), frente a sólo un 0,4 por ciento ocasionado por las ilegales: <i>cannabis</i>, anfetaminas (incluido el éxtasis), cocaína, opiáceos, etc. De los 27.829 homicidios registrados en Colombia durante el año 2002, se cree que el 34% fueron crímenes derivados del narcotráfico (aproximadamente 9.000) y se encuentran más de 15.000 colombianos detenidos en el exterior por esta misma causa; mientras en el México <i>colombianizado,</i> durante el año 2006 (datos CIDE), ocurrieron 2.000 muertes derivadas de las pugnas entre los Carteles; sin embargo las provocadas por sobredosis no sobrepasan en cada país el centenar.<span style="color: blue;"></span></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">La diferencia es gigantesca, y como es lógico, la cuantiosa cifra de las personas<span style="color: blue;"> </span>asesinadas por las mafias no puede compararse con la de las víctimas de sobredosis de alguna de estas drogas que por ignorancia son llamadas estupefacientes (sustancia que hace <i>perder la sensibilidad)</i>, o <i>narcóticos</i> (otro equívoco de la legislación policiva pues el término alude a una sustancia <i>que adormece; </i>y quienes<i> </i>conocen la cocaína hallarán de inmediato la contradicción). Es conocido también que el 84% del dinero de la cadena del narcotráfico se queda en Estados Unidos o los países europeos y sólo el 16% llega a los territorios productores como Colombia, para fortalecer allá la economía de los países consumidores, y aquí a las pequeñas hordas de <i>traqueteros</i> y otros seres de costumbres estridentes y delictivas; además –es necesario decirlo–, de financiar a paramilitares que han decidido que nuestros ríos sean sólo navegables para los cadáveres; y a los guerrilleros que sueñan todavía con minar la estructura del imperio norteamericano con la mejor cocaína del mundo. Sobra agregar que esta ola de sangre no puede ser detenida mientras existan intereses económicos protegidos por legislaciones de doble moral, y mientras el precio de un gramo de cocaína en Colombia se multiplique por 40 en Estados Unidos y por 300 en Nueva Zelanda. A juzgar por las estadísticas, el dinero –y su ambición– será siempre más criminal que el poder originalmente sagrado de estas sustancias psicoactivas.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Que las plantas otrora sagradas (hongos, canabis, peyote, opio, datura, yagé, ololiuqui, sanpedro, coca…) con las cuales el hombre se comunicaba casi telefónicamente con los dioses, con el poderoso y fascinante argumento de que el cambio del ángulo de percepción es definitivo para la sabiduría, se hayan convertido en el vil comercio propiciador de desconocimiento y rapacidad, planteado al comienzo, no puede sorprendernos; pero sí el hecho de que éste vehículo cuya existencia es tan antigua como la cultura, y más que eso, clave de ese descubrimiento del más allá que fundó para muchos investigadores el espíritu religioso y la trascendencia artística, se haya convertido en la clave sustentadora de la novela negra que parece ser hoy por hoy nuestra sociedad</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Es sabido que los dioses se convierten en demonios, y que las deidades del opio, del teonánacatl o de la coca, son creaturas proscritas, pero debemos recordar que durante la década del cincuenta, en forma consecuente, algunos quisieron recobrar la fuente primitiva de este diálogo divino, guiados por los grandes poetas: Gautier, Baudelaire, Rimbaud, Michaux; por los escritores norteamericanos Edgar Allan Poe, y por supuesto por Aldous Huxley, quien había dicho genialmente a partir de su experiencia con la mezcalina: «Si las puertas de la percepción quedaran depuradas, todo se habría de mostrar al hombre tal cual es: infinito».</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Jünger, Benjamín, Cocteau, Burroughs, Malraux, serían sólo algunos de los numerosos artistas que emprenderían sus ceremonias de conocimiento. Pero las drogas de este nuevo milenio han prescindido de sus ritos y al parecer hemos echado cerrojos en todas las puertas posibles para encontrar el paraíso. Lo que era sagrado se ha convertido en una cruenta fórmula de usura o en un simple pasatiempo. Los rituales fueron arrasados. Y aunque el hombre intentará escapar –como lo ha hecho desde siempre–, encontrar el olvido o simplemente percibir de otra forma, mucho más reveladora quizá –<i>desarreglando los sentidos</i> como decía Rimbaud–, la cultura del lucro se sigue imponiendo con su incesante río de sangre.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">Por eso cada vez es más urgente recordar las categóricas palabras con las cuales el poeta mexicano Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, en una entrevista que realizáramos para la revista Común Presencia en 1992, se declaraba a favor de la legalización de la droga:</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<i><span lang="ES">«Ustedes los colombianos no han podido escapar a la violencia de su país... Conozco en parte las caras de esa desgarradura, la del narcotráfico, la del hambre y las desigualdades sociales, la de los grupos paramilitares... Pero lo que más me produce desolación es la debilidad política de nuestros gobernantes. Sin duda, lo único que puede suprimir esa violencia decretada por el tráfico de drogas es su legalización. Algunas veces lo he dicho públicamente... Y me parece increíble que los artistas más reconocidos de Latinoamérica no presenten enfáticamente la necesidad de la legalización. ¿Por qué los escritores no se comprometen contra una historia que debe ser desviada? Por favor digan esto allá, es importante que lo digan en su país y en todas partes: yo me pronuncio a favor de la legalización de la droga, y espero que esto sirva de algo. Ojalá fuese un punto de partida para el diálogo, y para hallar un dique contra ese río de sangre que los azota, y que nos fustiga también a los mexicanos».</span></i></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<div style="margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; margin-right: 0px; margin-top: 0px;">
<span lang="ES">No es necesario agregar más. Es importante que entrado el siglo XXI se reviva el debate, que no caigamos en el artilugio de <i>despenalizar </i>o <i>legalizar,</i> que recordemos que para la fundación de la cultura fue esencial el conocimiento de estas mágicas sustancias que la modernidad ha des-ritualizado, que tenían connotaciones místicas y proféticas, que hacían parte de ceremonias de alianza divina, y por eso nos parece legítimo exigir que el control sobre la droga lo ejerzan las instituciones médicas y no las mafias y la policía corrupta, porque como diría José Saramago, ya es tiempo de esforzarnos por legalizar la droga, aunque primero –lo cual es incuestionable– debamos esforzarnos por legalizar el pan.</span><br />
<span lang="ES"><br /></span>
<span lang="ES"><br /></span>
<span lang="ES"></span><br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: medium; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES"><b style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 15px;"><span lang="ES" style="color: #cc0000; font-size: 16pt;">Palabras para el Apocalipsis</span></b></span><br />
<span lang="ES"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11pt;">Por </span><b><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Gonzalo Márquez Cristo</span></b><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p></o:p></span></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: medium; text-align: right; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: medium; text-align: start; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: medium; text-indent: 0px;">
<span lang="ES"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11pt;">Cuando el 40% de la población mundial se encuentra en la miseria y en África el índice de mortalidad infantil es del 33%, cuando en Zambia y Zimbawe la esperanza de vida es tan solo de 42 años mientras en Botswana el 24% de la población padece de sida según los más recientes datos del PRB (Population Reference Bureau), tenemos que afirmar que el fin del mundo ya ocurrió y que sólo optimistas como los Mayas aún sueñan con un apocalipsis que se producirá según sus profecías el próximo 21 de diciembre.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: medium; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11pt;">Cuando hemos asistido a guerras donde toda posibilidad épica fue reemplazada por la inhumana opción del exterminio, donde incluso la abolición de la identidad que pretendieron los gobiernos más absolutistas recayó sobre nuestros huesos –como lo demostraron los serbios al triturar los restos de sus víctimas con aplanadoras, para luego mezclarlos con el patético fin de arrasar toda seña particular–; cuando los gobiernos de los países adelantados invirtieron en 2008, durante la pasada crisis financiera, 17 trillones de dólares para salvar el sistema bancario, lo que según el gran economista Manfred Max-Neef habría bastado para eliminar el hambre en el mundo durante 600 años, y cuando países como Colombia y México sufren una violencia incontenible producto de la prohibición de la droga, que en forma paradójica ya empieza a ser legalizada en Estados Unidos, no es posible seguir sosteniendo con nuestra característica arrogancia científica, que el poder visionario de esa cultura que predijo los eclipses que sucederían durante el siguiente milenio haya fracasado.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: medium; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11pt;">Cuando los fundamentalismos cruentos y las tasas enormes de desempleo aumentan, cuando el recalentamiento global emerge ante la indolencia de los países desarrollados que son los que más contaminan, y cuando la discriminación y la desigualdad económica es cada día más rampante, no podemos afirmar que el pueblo que concibió el Popol Vuh, construyó el maravilloso observatorio de Chichén Itzá y adoraba a Kukulkán, estuviese equivocado.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: medium; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11pt;">Cuando debido al desenfreno tecnológico hemos presenciado durante las últimas décadas la aparición del alienígena oriundo del ciberespacio, de aquella creatura que ya reina entre nosotros multiplicando nuestra soledad, y cuando hemos comprobado que todos los inventos que hacemos para liberarnos terminan esclavizándonos, no es prudente desconfiar de una sabia civilización que construyó un calendario más exacto que el actual y que si no inventó la rueda –como lo critican con soberbia los adalides del progreso–, fue tan solo porque en la selva esa herramienta les era innecesaria.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: medium; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11pt;">Cuando padecemos la temeraria fragmentación del mundo y defendemos algunas especies animales aunque no nos interese salvar a las 3.000 millones de personas que viven en el sobresalto de la miseria en los países subdesarrollados, cuando el arte fue reducido a entretenimiento y advertimos que el lenguaje se encuentra amenazado por un dialecto planetario impuesto por la Internet, donde algunas de sus palabras comienzan a agonizar, y con ellas varios de nuestros pensamientos; y cuando el lector tradicional es también un ser en peligro, porque las nuevas tecnologías lo condenan a un constante asedio de mensajes inútiles y noticias fantasmagóricas por la Red; es decir cuando vivimos la consagración de lo efímero y somos incapaces de inventar textos o imágenes que puedan producir memoria, debemos recordar que las profecías mayas no podrán todavía ser impugnadas.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: medium; text-indent: 14.2pt;">
<span lang="ES"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11pt;">¡Feliz apocalipsis!</span></span><br />
<span lang="ES"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11pt;"><br /></span></span>
<span lang="ES"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11pt;"><br /></span></span>
<span lang="ES"></span><br />
<div style="text-align: center;">
<span lang="ES"><span lang="ES"><b style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 15px;"><span lang="ES" style="color: #cc0000; font-size: 16pt;">Réquiem por el libro virtual</span></b></span></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span lang="ES"><span lang="ES"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11pt;">Por </span><b><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Gonzalo Márquez Cristo</span></b></span></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span lang="ES"><span lang="ES"><b><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></b></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Quienes profetizaban el fin del libro físico parecen retractarse al
advertir la prematura agonía del arrogante usurpador electrónico que apenas
promedia su primera década, cuya existencia se hace ridícula si pensamos que su
humilde antecesor cumplió cinco milenios de edad (de aceptar al papiro como
origen) o quinientos años si reconocemos al infortunado Johannes Gutenberg como
su mecánico demiurgo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">De los manuscritos que los egipcios elaboraban en la lámina del </span><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPS-ItalicMT; font-size: 12pt;">Cyperus papyrus</span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;"> (estremecida estrella vegetal), al pergamino (cuyo nombre deriva de la
ciudad de Pérgamo, vecina de Troya), o a la vitela fabricada de la dermis de
animales, y luego al aún invencible papel (cuya invención es atribuida al
eunuco chino Cai Lan del siglo II), el hombre ha ido cambiando el soporte para
fijar su escritura con la intención de hacer más perdurables sus pensamientos,
sus compromisos sociales y desde luego sus despiadadas usuras; pero jamás había
optado por un medio tan efímero como la tinta electrónica, reciente espejismo,
que según sabemos depende del lucro como tantas invenciones –al exigirle al
usuario incesantemente renovar sus aparatos o programas–, que siempre animan
formas de exclusión o tiranía, y que como demostró Levi-Strauss, parece ser la
terrible condena que subyace en el conocimiento.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Mientras el artefacto digital ya casi culmina su meteórico rumbo, al ser
asimilado por las Tablet y otros artilugios que contienen recursos incontables
como los “teléfonos inteligentes”, se hace necesario recordar que Gutenberg
construyó la imprenta a partir de una elemental prensa de uvas (es decir bajo
el signo de Dionisos), lo cual alude en primera instancia al placer de la
lectura y posteriormente al reino de la embriaguez creativa, razón tal vez por
la cual su ingenuo forjador fue víctima de sucesivos timos, que como es sabido
determinarían su injusto y menesteroso destino. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">El </span><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPS-ItalicMT; font-size: 12pt;">libro,</span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;"> tal como conocemos a ese paralelepípedo cuyo nombre deriva del latín
(“corteza de árbol”) y su estructura del Códice (grandioso diseño que sustituyó
al enrollado papiro por el conjunto de hojas cosidas), es un instrumento de
delgadas láminas mágicas usado para honrar la imaginación y sin duda para
“rememorar” como lo pensaba agudamente Platón en el Fedro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Pues la memoria, que antes de la invención de la escritura dilataba
nuestra existencia, comenzó desde la propagación de los grafemas a ser saqueada
sistemáticamente, y así como el descubrimiento del fuego nos proveyó desde
épocas remotas de un estómago exterior, la invención del libro y, en forma más
categórica, del computador, nos ha provisto de una mente más allá de nuestro
cuerpo –con las terribles implicaciones que esto tiene para nuestra
existencia–. Es decir que la memoria vulnerada por la irrupción de la
escritura, con los febriles avances tecnológicos de nuestra época, ya transita
su instancia agónica. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Y por tanto los desarraigados viajeros del futuro en que nos hemos
convertido, ya no podremos recordar ni las opresiones, ni las ausencias, ni los
desgarramientos ocurridos en el pasado próximo, que fertilizaban nuestra vida,
y mucho menos los breves asaltos del paraíso que emprendíamos en las noches de
luna, porque hemos sido víctimas de un gran arrasamiento, y todos los recuerdos
se disponen a migrar. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Aunque el destino del libro –de aquella memoria e imaginación
congelada–, enfrenta desde hace décadas una reflexión apocalíptica, durante los
últimos años pareciera orientarse a las mutaciones del objeto, a la simpleza
argumental de su soporte, cuando antes había sido planteada con mayor profundidad
por filósofos como Jacques Derrida, quien en </span><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPS-ItalicMT; font-size: 12pt;">De la gramatología</span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;"> (1967),
indagó en la fuente de su connotación más venerable, denunciando la degradación
de la “escritura natural o divina”, reemplazada por una “inscripción humana,
finita y artificiosa”, concluyendo que nuestra “escritura representativa,
degradada, secundaria, instituida, es letra muerta y ahoga la vida”. Es decir
que a partir de los libros supuestamente escritos por dioses pasamos a las
palabras fijadas por hombres, construyendo una necrópolis lingüística que nos
constriñe, empobrece y tiraniza. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Roland Barthes ese mismo año, en </span><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPS-ItalicMT; font-size: 12pt;">La muerte del autor,</span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;"> sobreponía
la obra sobre su artífice, la escritura sobre la literatura, y sentenciaba que:
“El nacimiento del lector se paga con la muerte del autor”; penetrante análisis
que en retrospectiva legitima el asalto de un dios falible. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Y como es sabido Michel Foucault apoyando esta perspectiva, en </span><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPS-ItalicMT; font-size: 12pt;">Qué es un autor,</span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;"> que data de 1969, explícito tributo a Beckett, sentenció algo
complementario: “La obra que tenía el deber de aportar la inmortalidad ha
recibido ahora el derecho de matar, de ser la asesina de su autor”. Para
concluir: “La marca del escritor ya no es sino la singularidad de su ausencia,
le es preciso ocupar el papel del muerto en el juego de la escritura”, pues ya
no </span><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPS-ItalicMT; font-size: 12pt;">importa quién habla. </span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Y no podemos olvidar que cuando el texto se libera de su hacedor se
instaura un riesgoso indeterminismo, porque la escritura ya no es concebida
para salvar a Sherezada sino para aniquilar con sus artilugios las señas de
identidad de quien la anima, a veces llevándolo hasta la tortura o el
exterminio, como lo supieron los Románticos Alemanes y los Poetas Malditos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Estamos entonces ante la supremacía del texto, que se libera no solo de
su autor, sino como lo hemos comenzado a padecer, del mismo libro, y además nos
enfrentamos a la instauración de una espuria forma de la lectura, más
sorprendente que la experimentada cuando hace siglos se asumió su ejercicio
mental, mientras en forma aciaga contemplamos la evanescencia del lenguaje que
permanecía disecado en la página, imbuido de grandeza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Años antes, Marshan McLuhan en </span><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPS-ItalicMT; font-size: 12pt;">La</span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;"> </span><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPS-ItalicMT; font-size: 12pt;">Galaxia Gutenberg </span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">(1962), planteaba algo de gran importancia para desentrañar este
acontecimiento de enormes implicaciones, comparando a la tipografía con el
cinematógrafo: “El lector mueve la serie de letras impresas que tiene delante,
a una velocidad adecuada para la aprehensión de los movimientos de la mente del
autor… Gradualmente, la imprenta fue quitándole sentido al acto de leer en voz
alta y aceleró esta práctica hasta un grado en que el lector podía sentirse </span><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPS-ItalicMT; font-size: 12pt;">en las manos</span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;"> del autor”. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Sin embargo esta conocida reflexión de McLuhan no alcanzó a prever que
el lector engendrado por nuestra era virtual jamás se siente en manos del
autor, porque su ejercicio es discontinuo, fragmentario, y constituye ya la
horda global que practica el </span><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPS-ItalicMT; font-size: 12pt;">interruptus
legere,</span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;"> y así este reciente espécimen es el producto de
una abortada metamorfosis, permanentemente expuesto a los mensajes e
interferencias que sin cesar lo arrebatan del texto que se exhibe en su
ordenador: lector voluble, infiel, parasitario, falsificado...<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Por lo tanto si hace medio siglo la idea del fin del libro era propuesta
por algunos pensadores visionarios, desde hace una década nos tocó asistir a un
similar y empobrecido vaticinio desde la esfera de la tecnología. En un ensayo
que data de 1983, Borges había dicho que era necesario: “Mantener el culto del
libro porque todavía conserva algo sagrado, algo divino”; continuando así su
disquisición: “Pienso que el libro es una de las posibilidades de felicidad que
tenemos los hombres. Se habla de su desaparición; yo creo que es imposible. Se
dirá qué diferencia puede haber entre un libro y un periódico o un disco. La
diferencia es que un periódico se lee para el olvido, un disco se oye asimismo
para el olvido, es algo mecánico y por lo tanto frívolo. Un libro se lee para
la memoria”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Y aunque ese pensamiento de Borges expresa algo arbitrario como tantas
de sus provocadoras sentencias –me refiero a la comparación con el disco–,
también se opone, como ya lo hemos referido, al criterio de Platón sobre la
memoria; pues debemos insistir en que este filósofo griego señaló mientras
reflexionaba sobre el riesgo de escritura, la posibilidad de recordar tan sólo
a partir de un lenguaje estático, olvidando la verdadera existencia. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Entonces si el libro como objeto pasa en nuestro tiempo por una de sus
mutaciones menos totémicas, es notorio que como esencia también: ni un dios
escribe los libros como en la antigüedad, el clásico lector se encuentra bajo
asedio y –lo que es igual de desolador– ni siquiera el insuflado autor puede ya
dar testimonio de su existencia. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Así el conocimiento se hace fragmentario en las nuevas formas de
lectura, y lo sagrado no se manifiesta en un ordenador, por prescindir del
ritual que estaba adherido a la lectura de un cuento o un poema bajo la luz
atemorizada de una vela. Y de allí puede derivarse que el soñado “libro total”
de los cibernautas adolece de una característica significativa, pues toda obra
debe ser completada por el lector, por su imaginación, ojalá en profunda
comunión, y jamás podríamos someternos a la tiranía de un autor que nos
mostrara fotografías e imágenes de sus escenarios, o al hecho de estar subyugados
por la música que se menciona en el texto o a percibir el aroma del cuello de
la protagonista, o a contemplar sus ojos de supernova en un audiovisual, pues
nos enfrentaríamos ante una radical pérdida de nuestra capacidad intuitiva y
reflexiva, o simplemente porque nos hundiríamos en el universo hollado por la
cinematografía. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Por tanto ¿qué convicciones nos quedan a quiénes creemos que este amigo
centenario de papel merece seguir existiendo? La satisfacción de que el
artilugio electrónico nació agónico por estar en el cauce de las más
vertiginosas tecnologías y ya se encuentra a punto de ser absorbido o
remplazado. La idea extendida de que en este artefacto no se puede conservar el
trébol de una tarde memorable. El pensamiento aterrador de que nos convertimos
sin darnos cuenta en los bomberos de </span><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPS-ItalicMT; font-size: 12pt;">Fahrenheit 451</span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;"> y somos los
nuevos incineradores de libros, al propiciar una forma falaz de lectura
despojada del silencio y del aislamiento que antes accionaba los más secretos
recursos de nuestra imaginación. Y seguramente la convicción que poseía el gran
arquitecto Antoni Gaudí, pues ahora más que nunca tenemos la necesidad de
“buscar formas radicalmente nuevas para ser radicalmente antiguos…”, por lo
cual espero que en este momento alguien esté soñando el necesario retorno del
papiro y el imperioso renacimiento del ultrajado lector. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Y nos queda también una consigna protectora para aquellos que padecemos
la condena de escribir, proveniente </span><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPS-ItalicMT; font-size: 12pt;">Del inconveniente de haber nacido </span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">del terrorista de la filosofía E.M. Cioran,</span><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPS-ItalicMT; font-size: 12pt;"> </span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">aforismo que algunos seres desesperados tenemos ya
por amuleto: “Un libro es un suicidio postergado”.<o:p></o:p></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 14.2pt; text-indent: 19.85pt; vertical-align: middle;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: TimesNewRomanPSMT; font-size: 12pt;">Nada más. <o:p></o:p></span></div>
<span lang="ES"><div class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt;">
<br />
<br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<span style="color: #c00000; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;"></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<div style="text-align: center;">
<span lang="ES"><span lang="ES"><b style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 15px;"><span lang="ES" style="color: #cc0000; font-size: 16pt;">La crisis de la estandarización</span></b></span></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span lang="ES"><span lang="ES"><b><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"></span></b></span></span></div>
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<span style="color: #c00000; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;"></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<span style="color: #c00000; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">Reflexión
sobre la miserable estandarización del mundo, que bajo la directriz de los
núcleos del poder económico, ha eliminado especies e ideologías, empobreciendo el
pensamiento y las costumbres de la colectividad, hasta imponer una generalizada
mediocridad planetaria </span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 13.0pt;">Por <b>Gonzalo Márquez Cristo</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">Comenzaba el verano
de 2006 en Portugal y una manifestación se tomaba las calles de Lisboa con la
consigna de proteger algunos frutos proscritos por la Comunidad Europea, cuyo
gobierno central determinaba cuáles productos debía proveer el país a la
pretendida autosuficiencia continental. Marchamos durante algunas cuadras con
el poeta Casimiro de Brito acompañando una horda de seres disfrazados de
semillas y de flores. Los manifestantes sospechaban que meses después
eliminarían del planeta algunas de las maravillosas ofrendas de la naturaleza a
esa bella tierra, preciadas durante siglos, porque existía la imposición
económica inobjetable de cultivar una sola variedad de naranja (Tangelo), o una
de manzana (Red Delicious), tal como en América Latina y África fuimos
condenados a sembrar extensivamente la Palma Africana cuyo vil destino es la
fabricación de combustible, y que como se sabe, fue una determinación errática
que ha multiplicado el hambre en Nigeria y Camerún, provocando adicionalmente
un gran daño a la biodiversidad planetaria.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">Cuando el mundo
tiende a la estandarización y se impone un patrón global que es el del medio
(léase mediocridad) es importante prepararse para un <i>culturicidio.</i> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">Cuando todo el
planeta viste jean y se alimenta de comidas rápidas, cuando hordas de turistas atraviesan
el Museo de Louvre siguiendo la flecha que lleva directamente a la Monalisa
–sin detenerse a contemplar ninguna de las otras obras maestras que iluminan
ese templo del arte–, cuando <i>El proceso</i>
de Kafka parece un dulce sueño al lado de la incomparable pesadilla que ha
erigido la burocracia obstinada en detener el mundo, cuando el pensamiento del
ciudadano común ha sido secuestrado como lo demuestra la reciente encuesta
convocada por History Chanel para elegir al colombiano más destacado de todos los
tiempos, donde 400 mil personas votaron por uno de nuestros más aciagos
políticos –mientras solo 4.000 lo hicieron por Antonio Nariño o Gabriel García
Márquez–, ya no es posible creer en el advenimiento de un tiempo mejor.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">Las opiniones, las
costumbres y hasta las sensaciones han sido estandarizadas. Aquellas delicias
que definían el espíritu de nuestras provincias son apenas materia de las
evocaciones románticas pues ya han sido abolidas. Los cultivos transgénicos
arrasarán muy pronto las plantas nativas cuya selección no resultó rentable
para la voracidad neoliberal, y nos preparamos para sembrar sólo cereales
manipulados genéticamente (en detrimento de la calidad) y próximamente para beber
–entre otras degradaciones– tequila extraído de un agave modificado, como se
informó por los medios, pese a las protestas de los amantes de la <i>planta vivaz.</i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">En un tiempo en que
las grandes tendencias son seguidas con devoción por los <i>cazamercados</i> y que todo se produce en China mientras las industrias
occidentales han quedado como fantasmales construcciones dedicadas a la
abstracción, en un mundo donde las modas culturales se imitan y los
direccionamientos del consumo conducen a todos los habitantes a poseer aparatos
tecnológicos provistos de los dispositivos necesarios para abolir nuestra
intimidad: Redes Sociales, GPS, y todas las herramientas que la Inquisición
Virtual ejercida por las potencias o los monopolios de la información deciden
imponer, es fácil corroborar que el asesinato del sujeto ha sido consumado.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">El “yo soy” debe ser
recompuesto. El sujeto (de saber, de poder y desde luego el psicológico)
necesita reflejarse, o nacer de la diferencia, y ha sido paradójicamente
convertido en espejo. El exterminio de la diversidad es flagrante. Todos los
individuos se replican sin encontrar una suerte distintiva, todas las ciudades
comienzan a parecerse. En todas partes encontramos similares productos. Los
periódicos y noticieros privilegian los mismos insulsos y crueles acontecimientos.
Y si excluimos a los ignorantes y perversos políticos que nos gobiernan y a los
astros del deporte y la farándula, la única forma en que un ser humano común
puede escapar de su destino clonado y acceder a la visibilidad de los medios es
por la vía de la violencia, como se corrobora en el <i>matoneo</i> que infesta las instituciones educativas y en los crímenes
múltiples que se ejecutan cada vez con mayor frecuencia en los llamados países
desarrollados. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">Desde el núcleo del
dominio se inventó una regulación de la mediocridad que no tiene antecedentes.
No en vano nuestra cultura ha sido desahuciada. Las manifestaciones estéticas
esenciales agonizan siendo relevadas por el frívolo espectáculo y son los más
prestigiosos museos y galerías los encargados de promover sus presencias
fugaces. Las editoriales sólo publican obras que cumplen el criterio del
entretenimiento o los valores de un positivismo tan perverso como <i>naïf,</i> y la gran industria del cine, hace
décadas excluyó toda desequilibrante complejidad de sus filmes.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">Y como si esto no
bastara, el ensayo, un género que tuvo por ascendiente a Montaigne, también ha
sido secuestrado en su medianía, pues la libertad que habita en su etimología
latina (que alude a “probar” y a “pesar”), ha sido regulada en nuestros días
por una norma foránea, impuesta por la <span class="st">American Psychological
Association</span>, que estandariza la imaginación y restringe su especulación
crítica, desbroza su ritmo y ocluye las elipsis de este importante género
productor de pensamiento. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">Todo lo que no ha
sido globalizado se encuentra <i>ad portas</i>
de desaparecer bajo la “independiente” dictadura del <i>marketing, </i>pero no podemos olvidar que en toda permisibilidad
acecha una trampa y que el clamor de libertad siempre antecede a la guillotina.
La política, que es uno de los mecanismos radicales de estandarización, impone
sus fantoches de turno, su ilusoria democracia, desde un infalible sitial
mediático como lo descubriera el Nacional Socialismo. </span></div>
<br />
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">Y solo nos queda el
arte, aquel que no hace concesiones, ni al comercio ni a las modas ni a las
ideologías; el secreto, el insumiso...</span></div>
</span></div>
</div>
<div>
<span lang="ES"><br />
</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" face="arial" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt; margin-bottom: 0.0001pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">
</div>
Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-35857187323013649842007-11-29T16:30:00.002-05:002009-07-03T10:19:04.663-05:00Antonio Correa Losada<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicfBmbKLUT1UiWiy2vfPF6a4UY7NNA1a5_1dNR86k07UfOqzhBRoKoeXqzSCvUMCuTVjhK8pd1v0VpO96Gy6ERXDy_S9sxN7PNLAJh3aYYWQ9HCxM3ujns4IsM4uLIcT70P1AlsofuziQ/s1600-h/Antonio+Correa.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 128px; height: 119px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicfBmbKLUT1UiWiy2vfPF6a4UY7NNA1a5_1dNR86k07UfOqzhBRoKoeXqzSCvUMCuTVjhK8pd1v0VpO96Gy6ERXDy_S9sxN7PNLAJh3aYYWQ9HCxM3ujns4IsM4uLIcT70P1AlsofuziQ/s320/Antonio+Correa.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5354253163646454162" border="0" /></a><span style="color: rgb(204, 0, 0); font-weight: bold;font-size:130%;" ><span style="font-family: arial;">El otoño de la utopía</span></span><br /></div><div style="text-align: justify;"> </div><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-indent: 14.2pt; font-family: arial; text-align: justify;">Desde la época alterada de mi adolescencia, en Latinoamérica los gobiernos de turno y el propio entorno familiar miraban más con pánico que con asombro, el mundo bullente que los jóvenes desplegábamos para acercarnos a la realidad utópica e idealista que apareció en la atmósfera de los años 70. Fue una nueva forma de respirar por medio de inesperados movimientos: la libertad, el sexo, la droga, la ideología y la política, en un ejercicio de extraña y particular simbiosis, nos dejaron en el centro de la calle con un libro descuadernado de dialéctica. <o:p></o:p><br /></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-indent: 14.2pt; font-family: arial; text-align: justify;">Desde diversos puntos de origen, rurales o de barriadas urbanas y populares, el mundo se abría ante nosotros como convocados por “Pénjamo” la célebre canción mexicana donde los pájaros “cantan de puro júbilo”. Era un tiempo afiebrado, donde el teatro, la poesía y el debate político estaban marcados por el pragmatismo hacia un mundo mejor. Aún así, cuando empezamos a escribir, algunos nos alejamos de esa propuesta dogmática y férreamente realista, igual al producto de las cámaras Kodak que no iban más allá del ojo. <o:p></o:p></p><div style="text-align: justify;"> </div><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-indent: 14.2pt; font-family: arial; text-align: justify;">Pero el tiempo da sus trazas para llamarnos por la espalda con un gesto de escarnio y conmiseración, cuando ese asunto que llaman adultez, nos hace girar desesperanzados sobre los retos que exige la subsistencia en su engranaje de sumisión a las miserables y desiguales leyes del mercado.<span style=""> </span><o:p></o:p></p><div style="text-align: justify;"> </div><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-indent: 14.2pt; font-family: arial; text-align: justify;">Pero el mundo en su paradoja ancha y ajena, en que el corno del capitalismo no cesa de soltar sus notas de triunfo, delinea con paciencia las formas de un oficio; escribir y perder, editar y vender, trabajar y callar. Y ungidos por la diáspora, recorremos países y culturas: México, España, Colombia, Ecuador. Y comprobamos que en este tránsito de ida y vuelta, tejemos y creamos nuestro propio país.<o:p></o:p></p><div style="text-align: justify;"> </div><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-indent: 14.2pt; font-family: arial; text-align: justify;">En todo el siglo XX, esto ya no fue asombro. Por los intersticios más inesperadas de los países con economías cegadas por el mercado, entraron hombres, mujeres y hasta niños, que movían -en espacios oscuros y anónimos- el émbolo imparable del progreso. Pero algo se quebraba por dentro, pues, la invariable condición humana de los poseedores, no estaba dispuesta a que ese banquete de esplendor fuese compartido por esos seres incultos, negros, cetrinos o amarillos.<o:p></o:p></p><div style="text-align: justify;"> </div><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-indent: 14.2pt; font-family: arial; text-align: justify;">Y en un convenio atroz, las mercancías como las guerras, tienen el privilegio de pasar libres y por amplias avenidas de fronteras, mientras a hombres y mujeres que hicieron posible esas rentables cargas de consumo, se le cierra el paso como a criminales.<o:p></o:p></p><div style="text-align: justify;"> </div><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-indent: 14.2pt; font-family: arial; text-align: justify;">Fuimos una generación que creyó y aún cree en la utopía, desde ese agrietamiento que atravesó territorios distintos y cercanos en 1968. Vimos a un Vietnam que no cayó ante el Imperio. Vimos derrumarse el Muro de Berlín. Vimos destruir Irak, justificados en una mentira. Sólo hasta hace muy poco, hemos visto a la justicia que con un débil gesto de dignidad parece reconocer los muertos y desparecidos por las dictaduras militares del Cono Sur, entronizadas con el descarado apoyo de Estados Unidos. También vimos a la clase política caer rendida ante el poder del dinero del narcotráfico. <o:p></o:p></p><div style="text-align: justify;"> </div><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-indent: 14.2pt; font-family: arial; text-align: justify;">Hoy, América Latina lucha contra el ancestral y tenebroso monopolio del poder sobre el juego cínico de los que mantienen sus casinos bancarios, a costa de la manipulación y el robo, para clamar que se socialicen las pérdidas entre la población, cuando nunca socializaron las ganancias.<o:p></o:p><span style="font-family: arial;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-indent: 14.2pt; font-family: arial; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Por eso existe una generación que cree ante la evidencia, que el ser humano no es ni será una mercancía y, que su esencia auténtica está en defender su libertad. Entonces, pienso en lo que dijo Vila-Matas, al recibir en Venezuela hace algunos años, el Premio Rómulo Gallegos: “El orgullo del escritor de hoy tiene que consistir en enfrentarse a los emisarios de la nada –cada vez más numerosos en literatura- y combatirlos a muerte. En definitiva: que a un escritor lo podamos llamar escritor. Porque, digan lo que digan, la escritura puede salvar al hombre. Hasta en lo imposible”.</span><br /></p>Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-21276380025216428852007-11-29T16:29:00.002-05:002009-07-14T15:38:32.016-05:00Fabio Martínez<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtvKMGVTlXUKixRC9vkTXd6KhrfK7mTlabYvnDX02Nyec-7yQu3CTnQvgefZWKxBGhq0DZZ9vTPOdFDjo-9Wpf5-VgB7Kutil0zGYjsHzkxD06F0x79x0fNtgLiVPYU8UGP8l0xwLZK0M/s1600-h/Fabio+Mart%C3%ADnez.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 126px; height: 159px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtvKMGVTlXUKixRC9vkTXd6KhrfK7mTlabYvnDX02Nyec-7yQu3CTnQvgefZWKxBGhq0DZZ9vTPOdFDjo-9Wpf5-VgB7Kutil0zGYjsHzkxD06F0x79x0fNtgLiVPYU8UGP8l0xwLZK0M/s320/Fabio+Mart%C3%ADnez.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5358417337560330418" border="0" /></a><meta 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<br /><b style=""><span style="font-size: 14pt; font-family: "Arial","sans-serif"; color: rgb(192, 0, 0);"><o:p></o:p></span></b></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><i style=""><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p> </o:p></span></i></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">A raíz de la muerte de Michael Jackson, se han revivido varias discusiones importantes de carácter ontológico, que hoy están a la orden del día. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">La muerte del Rey del Pop pone de nuevo, sobre el tapete, el problema del cuerpo, las drogas, las mutaciones y las simulaciones. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Desde la antigüedad, el cuerpo estuvo separado del espíritu. Pese al esfuerzo de los epicúreos, que nunca ahorraron un día para reivindicar el placer de los sentidos, el cuerpo siempre fue un tabú al que se ocultaba y se negaba. La iglesia, que siempre ha mirado al cuerpo desde una perspectiva moral, lo condenó al sacrificio. En el periodo del Renacimiento, Miguel Ángel lo reivindicó, pero el triunfo del racionalismo en el mundo, lo condenará a vivir en el anonimato. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">El espíritu es la representación del bien, de la razón y la lógica. El cuerpo es la representación del mal, lo perverso y lo prohibido.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Es a partir de la revolución cibernética, que el cuerpo va a cobrar la dimensión que se merece. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">La cibernética, que es la ciencia que estudia los mecanismos de comunicación y control entre los seres humanos y las máquinas, permitió reconocer que el cuerpo no está separado de la mente y que cada cuerpo tiene sentido en la medida en que comporta un espíritu, un pensamiento o una realidad imaginaria. El cuerpo no está desligado del espíritu, sino que significa y tiene sentido en tanto está íntimamente ligado a un mundo virtual. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">De esta manera, comenzamos a hablar de cuerpos físicos y cuerpos virtuales; de realidades físicas y realidades virtuales; de seres vivos y seres virtuales. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Ahora bien, si sumamos a la cibernética, los estudios de la neurociencia sobre la conciencia humana y la posibilidad de clonar al ser humano (el mito de Frankenstein), vemos que el cuerpo, tan despreciado y violentado por la cultura de Occidente, cobra una dimensión insospechada.<span style=""> </span><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">A partir de la posibilidad técnica que hoy tenemos, de duplicar al ser humano, es que se han disparado en el mundo las cirugías y los implantes sobre el cuerpo humano.<span style=""> </span><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">El examen de resonancia magnética sobre el cerebro, la extirpación de tumores cerebrales con rayos láser, la operación a corazón abierto monitoreada desde un computador y los implantes de órganos tan vitales, como el hígado y el riñón, son sólo algunas prácticas sobre el cuerpo que garantizarán, indudablemente, una mejor calidad en la salud y prolongarán la vida de la especie. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Pero la intervención técnica sobre el cuerpo no sólo se hace con fines médicos sino también, con fines estéticos. Desde el desarrollo de la cibernética y la neurociencia, se viene interviniendo el cuerpo humano con la aplicación del botox, los implantes de silicona en senos y traseros, y las intervenciones sobre el estómago, como la liposucción, la abdomino-plastia y el balón gástrico. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Con la capacidad de perfeccionamiento del cuerpo, renace el mito de Narciso. Con la posibilidad de hacer cambios y mutaciones en el cuerpo, revive el mito del hombre construido con fragmentos. En esta época de avances cibernéticos y neurológicos, se unen, curiosamente, Narciso y Frankenstein. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Como un hijo del tiempo, Michael Jackson no es ajeno a estos dos mitos que siguen vigentes. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Ahora bien. Pasando al mundo de las drogas y los fármacos, hay que decir que éstos no fueron ajenos a este hombre que hoy llora el mundo. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Como se sabe, las drogas y los fármacos son tan antiguos como el hombre. El hombre siempre ha necesitado de ciertos aditivos para poder vivir. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">El mundo de hoy no es extraño a esta situación. Hoy, vivimos bajo la tutela de varios imperios: El imperio cibernético y virtual; el imperio de la trata de blancas; y el imperio de las drogas y los fármacos. Como hijo de una de una de las sociedades más ansiosas y consumidoras del planeta, Jackson no podía escapar a esta realidad. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Los noticieros afirman, que desde hace años, se anestesiaba para poder dormir y le encontraron una farmacia en su estómago. La farmacia del “ángel blanco”, que soñara Georg Trakl. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">En la época de Vesalius era un delito abrir un cuerpo humano. Hoy, los galenos abrirán el cuerpo de Michael, y seguramente, encontrarán polvo lunar y algunas partituras musicales. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Todo esto puede ser posible. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Hoy en día, con <st1:personname productid="la Internet" st="on">la Internet</st1:personname>, los celulares Black Berry y las pandemias, las ventas de drogas y fármacos han aumentado considerablemente. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">¿Por qué Michael Jackson fue el rey del pop? <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Porque su cuerpo se fusionó con su espíritu hasta el punto de trascender el infinito. Aquí Jackson fue el Narciso de la escena.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Pero, también, Jackson jugó a ser Frankenstein. Con su obsesión patológica por querer ser blanco, el rey del pop experimentó sobre su cuerpo todas las mutaciones posibles e infames de nuestro tiempo. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: center; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;" align="center"><span style="font-size: 10pt; font-family: "Arial","sans-serif";">
<br /><o:p></o:p></span></p> Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-14314927819057587842007-11-29T16:27:00.002-05:002008-06-18T17:39:02.162-05:00Jotamario Arbeláez:<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBRiSo6WykZOFibVKwtAItPjWBrTQi3tf1FtLO5G1x7UpGAr1ty9rZJZ-WoAtm3HxGXPsrbN2WxMUdYe5J2Gokw4i3XeQ6rUDsoEqQmVf7hYGA15zrFi6E6YT2GJK0lyqyNJj7KnDZyBk/s1600-h/Jotamario.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBRiSo6WykZOFibVKwtAItPjWBrTQi3tf1FtLO5G1x7UpGAr1ty9rZJZ-WoAtm3HxGXPsrbN2WxMUdYe5J2Gokw4i3XeQ6rUDsoEqQmVf7hYGA15zrFi6E6YT2GJK0lyqyNJj7KnDZyBk/s400/Jotamario.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5138377307358692706" border="0" /></a> <p class="MsoNormal" style="text-align: center; font-family: arial;font-family:arial;"><span style="font-weight: bold; font-style: normal; color: rgb(204, 0, 0);font-size:130%;" >El elenco de la muerte<br /></span></p><p class="MsoNormal" face="arial" style="text-align: justify; font-family: arial;">La noche del día aciago de clausura de bachilleres del Santa Librada College, cuando el padre Silva, como condescendencia, me entregó un cartón sin firmas para que la vergüenza de mis padres por mi fracaso no fuera pública, después de la fiesta que de todas maneras me hicieron en nuestra residencia del Barrio Obrero y que fue fastuosa, con una novia en cada uno de los tres patios, me encerré a decidir qué iba a ser de mí sin opción de estudiar alguna carrera profesional para ganarme la vida por culpa del álgebra de “Atila” y la trigonometría de “Morocho” –qué envidia con mi nítido compañero de afanes literarios Diego León Giraldo, quien marcharía del Bermanch a Bogotá a estudiar sociología en <st1:personname productid="la Universidad Nacional" st="on">la Universidad Nacional</st1:personname>– y tiré a cara y sello con la única moneda que me quedaba si me inscribía en artes marciales en el Gimnasio Olímpico o en artes escénicas en el TEC. Ganó el TEC.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;font-family:arial;">Marché, pues, a matricularme de histrión, como me moteaba para burlarse de mí Alfredo Sánchez, en el Palacio de Bellas Artes, que dirigía Néstor Sanclemente, quien bebía aguardiente en la tienda vecina y me ofreció el primero de la mañana, a mí que no bebo. Era el asesor contable el poeta Éber Cordobez, quien en adelante me permitiría utilizar su máquina para hacerme el poeta. Me indicó que debería ingresar en su curso Ruquita Velasco, quien de entrada me puso a improvisar el monólogo de Segismundo. En esas entró Enrique Buenaventura, seguido por el escenógrafo argentino Roberto Arceluz, quienes al verme incursionando en sus predios no cesaban de mofarse de mi deleznable figura, que nunca resistiría el peso de un drama. Me pidió Berta Cataño con una escoba que desalojara el teatrino porque el gran actor argentino Pedro I. Martínez debería ensayar su papel de Edipo. El actorazo me pasó unos billetes y me pidió que le consiguiera en la tienda, sin que me viera Sanclemente, una botella de vino seco. </p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;font-family:arial;">En la tienda sonreía con el bigote húmedo el pintor Hernando Tejada, quien tenía su estudio adyacente. Tomaba gaseosa con una linda modelo que acabaría de pintar y me presentó. “Yo soy Marlén y no es necesario que me digas quién eres sino qué quieres.” Quedé tan deslumbrado que le pedí que me enseñara del Palacio la parte oscura, pues era alumno nuevo y no había pasado del primer piso. Me hizo señas de que la siguiera y terminamos en la terraza, que era el depósito de utilerías y allí, en medio de la escenografía de <i style="">Sueño de una noche de verano</i>, mientras nos besábamos con los ojos cerrados hicimos el amor en puntas de pie, ella subida sobre dos latas de vinilo. Cuando llegó la hora de ver estrellas abrí el ojo y -espiándonos entre los trebejos- alcancé a precisar las cabezas de dos figuras estelares del TEC, Luis Fernando Pérez y Mario Ceballos, quizás masturbándose. Como ya era hombre de teatro hice caso omiso del voyerismo, acompañé a mi dama con quien a partir de ese momento viviría intensos años al piso de abajo, donde la esperaba su esposo el pintor excéntrico Enrique Calle, el mismo que luego de pintarla a ella con los colores del mar se haría famoso pintando atardeceres de San Andrés con los colores de ella bajo el seudónimo de Kat. Estaba acompañado por el buenmozo de Helios Fernández, quien había invitado a la pareja a cenar al Hostal, supongo que con sus terceras intenciones. Ella se disculpó diciendo que prefería seguir conmigo. </p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;font-family:arial;">Esta historia, sucedida en un solo día como el Ulises, no tendría nada de fantástica, por más que se remita a los años 60, si no fuera porque tanto el padre Silva como mis padres y los profesores “Morocho” y “Atila”, los nadaístas Alfredo Sánchez y Diego León Giraldo, el director de Bellas Artes Néstor Sanclemente y su revisor fiscal el poeta Éber Cordobez, el director del TEC Enrique Buenaventura, el escenógrafo Arceluz y los actores Ruth Velasco, Berta Cataño, Pedro I. Martínez, Luis Fernando Pérez, Mario Ceballos y Helios Fernández, mi mujer Marlén y su esposo Kat, hoy ya no tienen residencia en la tierra. </p> <p class="MsoNormal" face="arial" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Mientras cerca de la cima de la montaña, contemplando la caída de la tarde sobre la serranía de El Tablazo, en la capital, saboreando un tequila y a salvo de la parca, tejo esta historia de la que me resultan todos los personajes difuntos. Como en Rulfo. ¡Qué susto! ¿Cuál de estos espíritus será el que venga esta noche a jalarme las patas y a descorrerme las cobijas?</p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Me imagino que Pedro I., a quien nunca le llevé el vino. </p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 18pt; font-family: arial;"><o:p> </o:p></p> <br /><span style="font-weight: bold; font-style: normal; color: rgb(204, 0, 0); font-family: arial;font-family:arial;font-size:130%;" ><br />Por qué no me callo</span><br /></div><span style="font-style: normal; font-family: arial;"><o:p></o:p></span><b style="font-family: arial;"><span style="" lang="ES-MX"><o:p> </o:p></span></b> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial;"><span style="" lang="ES-MX">A diferencia del gran poeta Álvaro Mutis, quien muere por ver un rey, no es mucha la gracia que me hacen los soberanos. Tal vez por haber crecido en el barrio Obrero, y estudiado en un establecimiento público, donde lo único notable que hice fue colaborar en el derrocamiento de un gobierno militar a pedrada limpia (iba a decir, a santa pedrada.) O tal vez por haberme vinculado a la iconoclasia, que nos impulsaba –tiempos aquellos de exagerados ardores- a “ahorcar al último tirano con las tripas del último cura.” Como se ve, tampoco veía con buenos ojos a los ‘gorilas’ en los gobiernos, y tampoco me era sufrible ningún gobierno. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" face="arial" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style="" lang="ES-MX"><span style=""> </span>Viene esto al caso con motivo del zafarrancho armado en la sesión plenaria de la Cumbre Iberoamericana el pasado sábado (10-11-07) en Chile, entre el presidente venezolano Hugo Chávez, el español José Luis Rodríguez Zapatero, el nicaragüense Daniel Ortega y el Rey Juan Carlos I de España. Uno de esos eventos donde se ven enfrentadas la pujante izquierda sobreviviente y la impetuosa derecha neoliberal -así el tema sea la cohesión social de la comunidad iberoamericana-, en los cuales debiera imperar, como en las nobles cortes, el tratamiento respetuoso y el modal diplomático.<span style=""> </span><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" face="arial" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style="" lang="ES-MX"><span style=""> </span>Pero no hay que olvidar que en 1960, en la ONU, el primer ministro soviético Nikita Kruschev, aburrido de que no se le concediera la palabra –y tal vez furioso porque no se le permitía visitar Disneywold-, se quitó un zapato y lo azotó repetidas veces contra su curul hasta que las cámaras de televisión le pusieron bolas. Los izquierdistas recalcitrantes e inteligentes, para llamar la atención, no vacilan en apelar al truco circense.<span style=""> </span><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;font-family:arial;">Ortega criticó las actividades de una empresa española en su territorio y Chávez la de otra en el suyo. Y pasó a tildar al ex jefe de gobierno español José María Aznar de fascista, lo que implicó que el actual jefe de gobierno español entrara a defenderlo, a pesar de su antípoda posición ideológica. Ello dio pie para una altisonante reiteración de Chávez que hizo que su sacarreal majestad estallara con un estentóreo: ¿Por qué no te callas?, seguido de un ostentoso abandono del recinto.<span style=""> </span></p> <p class="MsoNormal" face="arial" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style="" lang="ES-MX"><span style=""> </span>El neoliberalismo afirma que el grosero fue Chávez y la izquierda exquisita que el patán fue el rey. Explica Chávez que Aznar tuvo que ver con el golpe que se le dio en 2002, y llegó a cuestionar al mismo rey (“Podrá ser muy rey...”) de también tener velas<span style=""> </span>en el asunto. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style="" lang="ES-MX">No creo que la dignidad de un rey esté por encima de la de un jefe de estado elegido democráticamente. Desde que de niño escuché en la escuela el himno nacional de la república de Colombia me sigue resonando ese gran principio de que “el rey no es soberano”, por lo menos para nosotros los emancipados. Por muy bocón y desbordado que sea Chávez, como lo tildan los bieneducados, hay que reconocer que representa soberanamente a su pueblo. Mientras que el rey lo es por mandamiento divino. Cosa que dudo, por lo menos en este caso. Creo más bien que fue impuesto por Francisco Franco, españolete de la más triste recordación. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style="" lang="ES-MX">En la Ley de Sucesión en la Jefatura de Estado (julio-1947), el sucesor a título de Rey propuesto fue Juan Carlos Borbón y Battenberg, pero sus no muy cordiales relaciones con el Generalísimo hicieron posible un salto de garrocha que permitió el nombramiento de Juan Carlos como Príncipe de España. Fue un sucesor designado por Franco, y a la muerte de éste, el 20-11-75, juró acatar los principios del Movimiento Nacional, que perpetuarían el Franquismo. Sin embargo, ni bobo que fuera, promovió un referendo de reforma que contó con un apoyo del 94%, lo que le permitió ponerle conejo a su compromiso con los antiguos verdugos de España y derivar hacia la democracia. Fue proclamado Rey el día 22 y coronado el 27. Sólo 2 años después su padre, ante lo inevitable, abdicó a sus derechos dinásticos y a la jefatura de la Casa Real ante la joyita de su hijo. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style="" lang="ES-MX"><span style=""> </span>Entre los delitos contra la democracia hay dos detonantes. El golpe de estado, como el que le dio el general Rojas a Laureano con el beneplácito de casi toda la población, y el fraude electoral, como el que le hicieron al general Rojas, con el beneplácito de la clase dirigente. Y en este paquete está la complicidad con los golpistas, de parte de los gobierno de otros países. Cómo no va a tener derecho el agraviado en ponerlo de presente en una reunión internacional. Pensaría el señor rey que Chávez, en la progresión de su cantaleta, no se limitaría a acusar a Aznar de fascista y de haber colaborado con el golpe que casi lo tumba, sino que iba a llegar a mencionarlo a él, como indirectamente lo ha hecho en otros contextos, y por eso protesto y se abrió. Y así vimos que en Chile llegó el reyecito y mandó a callar. <span style=""> </span><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><span style="" lang="ES-MX">En este momento, en España, el “¿Por qué no te callas?”, en la voz del monarca, está siendo usado como <i>ringtone</i> para celulares. Y sobre esa burla popular de los mismos españoles nadie protesta.<span style=""> </span>Yo tampoco me burlo pero no me callo, porque no soy lacayo ni soy cipayo.<span style=""> </span><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 14.2pt; font-family: arial;font-family:arial;" align="center"><span style="" lang="ES-MX"><o:p> </o:p></span></p> <span style="font-family: arial;" lang="ES-MX"> </span><div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial;" lang="ES-MX"><span style=";font-size:85%;" ><span style="font-size:85%;">* Poeta, periodista y cultor del terrorismo expresivo en su formas más genuinas, impetuosas y puras.</span></span></span><br /><span style="" lang="ES-MX"><span style=";font-family:arial;font-size:85%;" ></span></span></div><span style="" lang="ES-MX"><span style=";font-family:arial;font-size:85%;" ><br /></span></span>Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-50749800770838056672007-11-29T16:23:00.004-05:002009-01-21T10:50:12.005-05:00José Corredor Núñez<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidgiypEMAPc0NfFTmm1zNihh-9Ll7eWQp891kmTnwPAlbnUQpP_Me0qVpOJ1_uMSViF-8JqRZqmYilb_gToTEV2UAVJ7EVTPwDLqs20_osnR_xjHWdQdmRa4ilKttVg744H7YROfg6a3g/s1600-h/Jos%C3%A9+Corredor.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 113px; height: 115px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidgiypEMAPc0NfFTmm1zNihh-9Ll7eWQp891kmTnwPAlbnUQpP_Me0qVpOJ1_uMSViF-8JqRZqmYilb_gToTEV2UAVJ7EVTPwDLqs20_osnR_xjHWdQdmRa4ilKttVg744H7YROfg6a3g/s400/Jos%C3%A9+Corredor.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5293773328688819586" border="0" /></a><span style="color: rgb(192, 0, 0); font-family: arial;font-size:100%;" ><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold;">El Vía Crucis Financiero: ¿Por quién doblan las campanas?</span></span><o:p></o:p></span></div> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal; font-family: arial;font-family:arial;"><span style="color: rgb(192, 0, 0);font-size:100%;" >Mientras la banca ha gozado durante la última década de los ingresos más altos de Colombia, abonando el camino para la irrupción de las funestas pirámides por su reconocida indolencia y por su incontrolada usura, el ex presidente de Coopdesarrollo, José Corredor Núñez, analiza las inhumanas cifras de ese negocio desmesurado. Es labor imperativa de los gobiernos del mundo intentar nivelar el abuso de ese sector de la economía, reconocida como la más ignominiosa tara del capitalismo.<span style=""> </span><span style=""> </span><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal; font-family: arial;font-family:arial;"><span style="color: rgb(192, 0, 0);font-size:100%;" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal; font-family: arial;font-family:arial;"><span style="font-size:100%;">Cuando nos aprestamos a hacerle frente al fenómeno de la desaceleración o recesión mundial de la cual no escapará Colombia, resulta oportuno darle una repasada a la situación financiera y en especial al cumplimiento de la banca frente a los usuarios y al impacto que el sistema imperante causa en los sectores más débiles de la población colombiana.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal; font-family: arial;font-family:arial;"><span style="font-size:100%;">Para empezar digamos que con excepción del Banco de <st1:personname productid="la Repblica" st="on">la República</st1:personname>, encargado de regular la política monetaria, hoy el sistema financiero en cabeza de los bancos y de las corporaciones se encuentra en manos de particulares y en forma bastante concentrada, desde donde se maneja no sólo el poder económico, sino también el poder político el cual se encuentra a su servicio, de donde resulta que la intervención del Estado sea una quimera y no pase de ser una hermosa declaración constitucional que a la postre se convierte en un canto a la bandera, con los devastadores efectos para los usuarios de los servicios y para quienes han perdido la confianza en ellos, que buscan otras alternativas como las abominables pirámides o el manejo del dinero efectivo “debajo del colchón”.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal; font-family: arial;font-family:arial;"><span style="font-size:100%;">Al cierre del ejercicio económico anual, las empresas reportan utilidades o pérdidas, y los medios de comunicación, también aliados de la banca, destacan los excelentes resultados de las entidades financieras.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal; font-family: arial;font-family:arial;"><span style="font-size:100%;">Claro, la gerentocracia que así se ufana, lo que no le dice con claridad a la opinión es que los depósitos en cuentas corrientes no devengan nada. Los depósitos en cuentas de ahorro que superen los $500.000 lo remuneran con un 0.0005%. Los CDT´S como gran cosa los retribuyen con un 7.5% o máximo 8% anual, pero en cambio esos recursos captados son colocados en créditos al ciudadano común cuyas tasas de interés resultan astronómicamente desproporcionadas frente a la remuneración de la captación. Veamos tarjetas de crédito: 25.19% anual o sea 2.1% mensual;</span><span style="font-size:100%;"> </span><span style="font-size:100%;">créditos de consumo, de vehículos o rotativos: 2.3% mensual es decir 27.6% anual; de donde se deduce que la sola operación de captación y colocación le produce a la entidad bancaria un rendimiento mínimo del 20% anual.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal; font-family: arial;font-family:arial;"><span style="font-size:100%;">Y qué decir del crédito hipotecario, para vivienda de interés social al cual aplica la nefasta fórmula de UVR = 18% + 11% de interés + IPC 7.67 para un total de 36.67% de interés lo que significa más del 3% mensual, y si el crédito es corriente se incrementa en 1.7% de interés de donde resulta que el año es equivalente al 38.77% o sea el 3.19% mensual. Con esas tasas de interés ¿qué solución de vivienda pueden tener las gentes de bajos ingresos?</span><span style="font-size:100%;"> </span><span style="font-size:100%;"><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal; font-family: arial;font-family:arial;"><span style="font-size:100%;">Pero si lo anterior fuera poco, hay que tener en cuenta que los bancos cobran por toda operación que se haga, empezando por conocer el saldo de la cuenta, por retiro en cajero automático de la propia red o de otras redes, por avance en efectivo, por consulta telefónica, por extracto bancario, por cuota de manejo de la tarjeta crédito o débito, por reposición de tarjetas, por el talonario de las chequeras, por toda digitación que se haga, sea o no exitosa la operación y para completar si el cajero automático no entrega más de $400.000 y se quiere retirar $1.000.000 hay que efectuar, tres o cuatro operaciones las cuales cobradas a la módica suma de $5.000, cuesta entre $15.000 y $20.000 efectuar el retiro, los que se embolsilla la entidad en menos de 5 minutos.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal; font-family: arial;font-family:arial;"><span style="font-size:100%;">De otra parte se ha puesto en práctica por “razones de seguridad” que los sueldos y las pensiones se consignen en los bancos, así como los servicios públicos, las matriculas, las cesantías lo cual constituye un torrente de dinero que queda merced de las entidades financieras.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal; font-family: arial;font-family:arial;"><span style="font-size:100%;">Este panorama lleva a la reflexión: ¿si el sistema financiero descrito se agrava con la retención en la fuente por las transacciones que se hagan más el 4 X 1000 que se lleva el Estado resulta justo y equitativo que gobernantes y legisladores continúen de espaldas al bien común y sigan pagando en forma obsecuente los favores recibidos?<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal; font-family: arial;font-family:arial;"><span style="font-size:100%;">De continuar así resulta la pregunta lógica: ¿POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS?</span><o:p></o:p></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal; font-family: arial;"><o:p> </o:p></p> <div style="text-align: center;"><b style="font-family: arial;font-family:arial;" ><span style=""><span style="font-size:85%;"><br /></span></span></b><span style="color: rgb(192, 0, 0); font-family: arial;font-size:100%;" ><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold;">Déficit social del gobierno Uribe<br /></span></span></span> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; font-family: arial;"><v:stroke joinstyle="miter"><v:f eqn="if lineDrawn pixelLineWidth 0"><v:f eqn="sum @0 1 0"><v:f eqn="sum 0 0 @1"><v:f eqn="prod @2 1 2"><v:f eqn="prod @3 21600 pixelWidth"><v:f eqn="prod @3 21600 pixelHeight"><v:f eqn="sum @0 0 1"><v:f eqn="prod @6 1 2"><v:f eqn="prod @7 21600 pixelWidth"><v:f eqn="sum @8 21600 0"><v:f eqn="prod @7 21600 pixelHeight"><v:f eqn="sum @10 21600 0"><v:path connecttype="rect" gradientshapeok="t" extrusionok="f"><o:lock aspectratio="t" ext="edit"><v:imagedata title="José Corredor" src="file:///C:%5CDOCUME%7E1%5Cuser%5CCONFIG%7E1%5CTemp%5Cmsohtml1%5C01%5Cclip_image001.jpg"><w:wrap type="square">Cuando se elabora un balance necesariamente se debe concluir si la gestión resulta positiva o negativa. Dicho en otros términos si hay déficit o superávit, ganancias o pérdidas. En el tiempo transcurrido del gobierno de Álvaro Uribe Vélez se dan los dos resultados del balance. Nadie discute que el superávit o las ganancias son enormes para el sector empresarial o capitalista, no así para los sectores populares los cuales resultan abatidos de soportar el déficit o las crecientes pérdidas, merced a las reformas laborales hechas con la complacencia de los obsecuentes parlamentarios, quienes sin ruborizarse en las campañas reclaman los votos porque desean continuar en el capitolio “defendiendo” al pueblo.</w:wrap></v:imagedata></o:lock></v:path></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:stroke></p> <p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Lo anterior no significa que esté planteando una lucha de clases. No. Pero cuando se tiene claro el concepto de la justicia social y lo que ha significado la evolución de la legislación laboral y de la seguridad social, no resulta de buen recibo constatar cómo en lugar de avanzar hay un retroceso y unas condiciones más gravosas para quienes sólo poseen la fuerza laboral o se encuentran subempleados o desempleados, a tal punto que hemos iniciado una era en la cual, por un decreto como de poderío cósmico, el día en Colombia termina a las 10 de la noche.</p> <p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; font-family: arial;">Veamos algunos puntos relevantes de las reformas efectuadas durante la actual administración, tan sólo en lo referente a <st1:personname st="on" productid="la Ley">la <b>Ley</b></st1:personname><b> 789 de 2002, </b>para que se comprenda el verdadero alcance de lo realizado contra el trabajador.</p> <p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify; font-family: arial;"><o:p></o:p></p> <p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify; font-family: arial;"><b><span style="color: rgb(204, 51, 0);">JORNADA LABORAL.</span></b> Si la anterior concepción solidaria llama la atención, no menos novedosa resulta la reforma al Artículo 160 del código sustantivo de trabajo, el cual disponía que el día solar comenzaba a las <st1:metricconverter st="on" productid="6 A">6 a</st1:metricconverter>.m. y terminaba a las 6 p.m. y que la noche comenzaba a las 6 p.m. y terminaba a las <st1:metricconverter st="on" productid="6 A">6 a</st1:metricconverter>.m. <b>El gobierno junto con los legisladores fueron tan audaces que convirtieron la noche en día y ahora por disposición de <st1:personname st="on" productid="la Ley">la Ley</st1:personname> en mención, el día solar va hasta las 10 p.m. y la noche comienza a las 10 p.m. y termina a las <st1:metricconverter st="on" productid="6 A">6 a</st1:metricconverter>.m. Es decir que por decreto sacaron a Colombia del trópico, variando su posición geográfica. <o:p></o:p></b></p> <p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify; font-family: arial;">¿Cuál es el impacto de ese cambio para los trabajadores? Sencillamente que entre las 6 p.m. y las 10 p.m. no se produce efecto del recargo nocturno durante esas 4 horas. De otra parte, si hay empresas que trabajan dos turnos estos quedaron contemplados como horario diurno y para los que poseen 3 turnos sólo el de la noche tendrá recargo. Esa modificación alegró mucho, por supuesto, a los empleadores.</p> <p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; font-family: arial;"><o:p></o:p></p> <p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify; font-family: arial;" face="arial"><b><span style="color: rgb(204, 51, 0);">DOMINICALES Y FESTIVOS.</span></b> Otro motivo de gran satisfacción para el sector empleador fue la modificación al sistema de remuneración del trabajo en días dominicales y festivos, que antes se remuneraban con un recargo del 100% con descanso remunerado y ahora con la mencionada reforma se remuneran apenas con el 75% del salario ordinario.</p> <p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify; font-family: arial;" face="arial"><o:p></o:p></p> <p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify; font-family: arial;" face="arial"><b><span style="color: rgb(204, 51, 0);">TERMINACIÓN DE CONTRATOS.</span></b> Igualmente es motivo de doble satisfacción para los contratantes el hecho de que al amparo de la flexibilización de la legislación laboral, se hubiese modificado la tabla de indemnización por terminación de los contratos de trabajo sin justa causa. Se disminuyó de <st1:metricconverter st="on" productid="45 a">45 a</st1:metricconverter> 30 días la indemnización cuando el contrato no pasa de un año de servicio, y de <st1:metricconverter st="on" productid="30 a">30 a</st1:metricconverter> 20 días cuando el contrato pasa de una año pero siempre que la remuneración sea inferior a 10 salarios mínimos, porque si sobrepasa esta cuantía la indemnización se reduce a 20 días por el primer año y a 15 adicionales por cada año subsiguiente al primero o proporcional por fracción.</p> <p class="MsoNormal" face="arial" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify; font-family: arial;">También causó mucha alegría entre los empleadores la reforma al Artículo 65 del código laboral que establecía el término de prescripción para reclamar salarios y prestaciones hasta por tres años y una indemnización equivalente al último salario diario que devengara hasta que se produjera el pago. Ahora esa indemnización se paga a los 24 meses y a partir del mes 25 sólo corren los intereses sobre la suma adeudada.</p> <p class="MsoNormal" face="arial" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify; font-family: arial;"><o:p></o:p></p> <p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify; font-family: arial;"><b><span style="color: rgb(204, 51, 0);">EL APRENDIZAJE.</span></b> Se resalta también que el contrato de aprendizaje que en la legislación anterior se equiparaba a un contrato de trabajo y por tanto la remuneración para el aprendiz no era inferior al salario mínimo, con la reforma contenida en <st1:personname st="on" productid="la Ley">la Ley</st1:personname> referida recibe la denominación de “Contrato Especial” más no laboral, por eso ya no se habla de remuneración sino de “Apoyo de Sostenimiento”, el cual en la etapa lectiva será del 50% del salario mínimo y en la etapa de práctica el equivalente al 75% del salario mínimo, a menos que el desempleo se ubique por debajo del 10%, en cuyo caso el monto del apoyo será el equivalente al 100% del salario mínimo. Como se nota al perder la calidad de contrato de trabajo, el aprendiz recibe el “Apoyo de Sostenimiento”, sin ningún tipo de prestaciones sociales.</p> <p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify; font-family: arial;"><o:p></o:p></p> <p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify; font-family: arial;"><b><span style="color: rgb(204, 51, 0);">EL SUBSIDIO FAMILIAR.</span></b> Esta prestación instituida para mejorar las condiciones de vida de los núcleos familiares de menores ingresos, ha venido siendo atacada en forma inmisericorde y cada vez la desvirtúan más, debido a que han convertido a las Cajas que administran esta prestación en casas solidarias, por no decir de beneficencia. <b>La solidaridad es un valor que debe practicarse en forma constante, pero no resulta equitativo que dicha solidaridad se haga repartiendo la miseria.</b> Es así como la citada Ley le impuso a las Cajas la obligación de prestar durante un año los servicios de educación, capacitación, recreación y turismo social, a aquellos trabajadores que queden desempleados y hubiesen estado afiliados a la respectiva caja de compensación.</p> <p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify; font-family: arial;">Dicho en otros términos, a los asalariados de bajos ingresos exentos por la legislación tributaria del impuesto sobre la renta, se les convierte en tributarios o contribuyentes vía la solidaridad hecha en detrimento de los servicios sociales.</p> <p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify; font-family: arial;"><o:p></o:p></p> <p class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt; text-align: justify; font-family: arial;">Pienso que con lo dicho hasta aquí el balance es irrefutable. Faltan todavía muchos aspectos por analizar referentes a otras leyes de implicaciones laborales que constituyen saldos en rojo para los trabajadores colombianos.</p> <br /> <b style="font-family: arial;font-family:arial;" ><span style=""><span style="font-size:85%;"><br />*Ex Representante a la Cámara, Ex presidente de Coopdesarrollo,<o:p></o:p></span></span></b><br /><b style="font-family: arial;font-family:arial;" ><span style=""><span style="font-size:85%;">Presidente de la Universidad Cooperativa de Colombia</span></span></b><br /></div>Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-18876739841977401252007-11-29T16:22:00.008-05:002012-02-27T12:30:02.671-05:00Amparo Osorio<div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkV9gcMp-cWN0nwQY-gkNL72GVirov1V5iRRMCrcjzIsM6u8G6XmtxMSHpTKOI2u3_7-f7dEPhTpMp031IFY5zHNS1KIjyXVmW_CbAdjQ9b7dUsyoD1wQMGq7EYu4rNXgU6QPMctC9V-Q/s1600-h/Amparo+Osorio.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5156138953151901874" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkV9gcMp-cWN0nwQY-gkNL72GVirov1V5iRRMCrcjzIsM6u8G6XmtxMSHpTKOI2u3_7-f7dEPhTpMp031IFY5zHNS1KIjyXVmW_CbAdjQ9b7dUsyoD1wQMGq7EYu4rNXgU6QPMctC9V-Q/s400/Amparo+Osorio.jpg" style="display: block; margin-bottom: 10px; margin-left: auto; margin-right: auto; margin-top: 0px; text-align: center;" /></a><b style="color: #cc3300; font-family: arial; font-size: 21px;"><span style="color: #c00000; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 14pt;">El tormentoso arte de la muerte</span></b><br />
<div align="center" class="MsoNormal"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Por <b>Amparo Osorio*<o:p></o:p></b></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;"><span style="color: #cc0000;">La propuesta de prohibir las corridas de toros que hiciera el alcalde de Bogotá Gustavo Petro hace dos semanas, acompañada de una polémica mediática que muchos conocemos, fertilizó la columna de la poeta colombiana publicada a continuación, donde plantea los matices más degradantes de la fiesta brava.</span><span style="color: #006600;"><o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Demasiadas pasiones acongojan al corazón y es por ello necesario aclarar que enfrentarse a una más, controvertida, temeraria, antiquísima y reverenciada por millares de seguidores a lo largo de la historia y en diversas latitudes geográficas, quizá sea articularse a una cadena irreconciliable de defensores y detractores puesto que aquí no hay <em>Nil</em> <i>novi</i> <em>sub sole</em> (nada <em><span style="font-style: normal;">nuevo</span></em> bajo el sol).<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">La tauromaquia sin embargo, precedente de la Edad de Bronce, y desarrollada durante varios siglos como un acto de valentía, se ha convertido en nuestros tiempos en un tormentoso arte de la muerte, mostrándonos tristemente que en los albores de este siglo XXI el hombre, entendido como un “ser humano”, con la sublime connotación que esta palabra representa, sigue siendo uno de los más atroces y cobardes exponentes de la especie viviente.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Si las mitologías y algunas religiones sustentaron sus creencias y su fe en el sacrificio animal como halago o ruego a los dioses para soluciones relativas a la recolección de las cosechas, la aparición de los frutos, el cese de las sequías o las inundaciones, la extinción de las plagas, etc., existía en tal acto una profunda validez para que tales sacrificios fuesen consumados, puesto que se trataba en el imaginario colectivo, de la supervivencia de una especie: la humana.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">No obstante y con el correr de los siglos, esta ofrenda animal se constituyó en emblema de bárbaros que necesitaban demostrar su hombría, su valor, la nobleza de sus imperios o la hidalguía de sus cunas, prolongándose a nuestros tiempos como la falaz puesta en escena de un espectáculo conducente a la traidora muerte de nuestro juguete momentáneo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Desdibujado hacia vertientes insospechadas, este “Lanceo de toros” entre cuyos aficionados medievales se encontraban Carlomagno y Alfonso X El Sabio, fue trascendiendo a los reinos de Francia y España, en una inmisericorde expansión que unía extrañamente a la corte y la plebe, para convertirse a partir de la segunda mitad del Siglo XVI hasta nuestros días en un mal llamado “evento cultural” capaz de reunir –como en muy pocas ocasiones– a la aristocracia y al pueblo, en una irónica cita que testimonia sus pasiones de desenfrenada sevicia.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;"> El toro, antaño representante de la fertilidad, de la fuerza, origen del sentido de la protección según la mitología babilónica y representante de la constelación de Tauro, el elegido por los antiguos egipcios para ser embalsamado y colocado en tumbas de piedra por su carácter de animal sagrado, el dios de los cretenses entre cuyos cuernos reposaba la tierra, el responsable según otras culturas del nacimiento de las pléyades, el hijo de Babalón o Isis, un noble entre los nobles por todo lo que representó de grandeza para las antiguas civilizaciones, y cuya, humildad y conmiseración se hunden y desaparecen en la singularidad de todos los valores, nos enseña con su hidalga muerte que no nos hemos separado jamás de las vetas de un destino trágico cuyos orígenes datan de antiguas mitologías, y que amparados en nuestra soberbia de <i>Homus sapiens,</i> hemos perversamente continuado y sostenido para nuestro propio deleite.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Seguimos edificando sociedades cuya bitácora moral no existe, porque la visión temeraria de un pasado inconcluso regido por la barbarie sigue constituyéndose en el precario horizonte con el que se supone se asegurará el porvenir: el del comercio de la sevicia parado sobre el potro de la tortura, en este caso contra las especies desprotegidas que constituyen lo que irónicamente llamamos el “reino animal”.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Si para Michel Leiris en uno de sus textos capitales: <i>la fascinación del toreo radica en la fusión entre riesgo y estilo</i>, concepto posteriormente validado por Octavio Paz en <i>Corriente Alterna</i> cuando afirma que: “<i>en el toreo el peligro alcanza la dignidad de la forma y ésta la veracidad de la muerte</i>”, es preciso significar que se referían estos geniales autores al hecho de la “fascinación por el espectáculo” como mera expresión estética, en la cual no se evaluaba en su aspecto moral el tortuoso evento.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">No son sin embargo los anteriores escritores los únicos que han dedicado significativas páginas literarias al análisis y comentario del toreo. Para José Ortega y Gasset, era “impensable estudiar la historia de España sin considerar las corridas de toros, y en su <i>Historia de las ideas estéticas de España, </i>Menéndez Pelayo define a la</span><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;"> tauromaquia, como una: “terrible y colosal pantomima de feroz y trágica belleza”. Tampoco se quedaron atrás algunos de los representantes de la Generación del 27, entre quienes sobresalieron las declaraciones de Federico García Lorca con su afirmación de que “los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo”, y Antonio Machado que en su obra <i>Juan de Mairena</i> declaró: “Con el toro no se juega, puesto que se le mata sin utilidad alguna, como si dijéramos de un modo religioso, en holocausto a un dios desconocido”.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Su relevancia ha sido plasmada también por grandes artistas universales como Goya, Picasso y Manet, entre otros.<i><o:p></o:p></i></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Pero alejados de la sagrada irracionalidad que marcó el desarrollo de las sociedades primitivas, otro sin embargo es actualmente el pre y pos escenario de las corridas de toros, que tras el engranaje de viles artilugios en contra de la bestia nos lleva a preguntarnos qué o quién nos permite vulnerar esas fronteras entre espectáculo y arte, entre valor y brutalidad, entre lúdica y sevicia, en síntesis, entre vida y muerte.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Un largo inventario deriva entonces en la hoy llamada “fiesta brava”, que compendia la inmensa historia del toreo con sus monumentales plazas, sus más de 20 mil celebraciones taurinas anuales en el mundo, su lenguaje de manoletas, chapolinas, tercios, preseas, trompetas, nobles animales, indultos, etc., pero en esta multiplicidad de lo imaginario existen también escalofriantes historias que hablan de cómo se logra una espectacular faena, y entre cuyos tristes preparativos se dice de: </span><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">encierros en la oscuridad que los hace lanzarse aterrorizados a un ruedo conmocionado por millares de gritos, sacos de arena sobre el cuello soportados durante toda una noche para ser debilitarlos, golpes en los riñones y testículos, ojos impregnados de grasa para que tengan una visión borrosa al instante de salir al ruedo, extremidades sometidas a un ungüento que produce ardor y que impide durante la faena que el animal permanezca quieto.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Improbable o real, es decir ficción moderna para otorgarle el beneficio de la duda, la única realidad, la que se presencia en el ruedo, es la de un animal humillado, lacerado y herido que ratifica con su sangre nuestra arrogancia y ceguera, arrogancia que nos debiera permitir un transformación fundamental de este sombrío espectáculo de muerte, tal y como se ha logrado proceder ya en diferentes países del mundo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Sería lícito entonces urgir un cambio, clamarlo incluso y en aras del cese de este inútil holocausto animal, promulgar un decreto que prohíba la muerte del toro en la arena.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: x-small;"><i><br />
</i></span></div><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #cc3300; font-family: arial; font-size: 21px; font-weight: bold;"><b><span style="color: #c00000; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 14pt;">El ruido del trueno</span></b></span><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;"><div align="center" class="MsoNormal" style="color: #cc3300; font-family: arial; text-align: center;"><span style="color: #c00000; font-family: Arial, sans-serif;">Para celebrar el cumpleaños de Bradbury, uno de los pocos autores vivos que mereciera los elogios de Borges, a tal punto que en el prólogo de <i>Crónicas marcianas </i>el escritor argentino eligiera la <i>“Tercera expedición a Marte” </i>como el momento más terrorífico de toda la literatura, Con-Fabulación publica el siguiente ensayo en homenaje a su palabra visionaria y poética. <span class="Apple-style-span" style="font-size: 130%; font-weight: bold;"><o:p></o:p></span></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="color: #cc3300; font-family: arial; font-size: 130%; font-weight: bold; text-align: center;"><span style="color: #c00000; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;"> <o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="color: #cc3300; font-family: arial; font-size: 130%; font-weight: bold; text-align: center;"><span style="color: #c00000; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Por <b>Amparo Osorio</b><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Vendedor de periódicos en su juventud y autodidacta confeso, el 22 de agosto de 1920, nace en Waukegan (Illinois) uno de los más brillantes intelectuales norteamericanos de todas las épocas: Ray Douglas Bradbury, cuya prolífica obra inscrita en el género de la ciencia ficción ha recorrido los extremos del mundo convirtiéndose en forjadora de nuevas generaciones de escritores. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Su extensa bibliografía y los innumerables premios recibidos, son apenas un justo reconocimiento a la labor de quien nos deleitara con títulos como <i>Crónicas Marcianas</i> (1950), <i>El hombre ilustrado</i> (1951), <i>Las doradas manzanas del Sol</i> (1953), <i>El país de</i> <i>octubre</i> (1955), <i>El vino del estío</i> (1957), <i>Remedio para melancólicos</i> (1960), <i>Fantasmas de</i> <i>lo nuevo</i> (1969), <i>El árbol de las brujas</i> (1972), y <i>El ruido del trueno</i> (1990), por citar sólo algunas de sus obras. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Es sin embargo la magistral <i>Fahrenheith 451</i> publicada en 1953 y que fuera exquisitamente llevada al celuloide en 1966 bajo la dirección de Francois Truffaut, y protagonizada por Julie Christie y Oscar Werner, el título que le diera uno de los mayores reconocimientos, por cuanto en ella se revive la trágica historia de la quema de libros por parte de algunos gobiernos de turno en su afán de coartar las libertades intelectuales.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Pero no es sólo Bradbury un escritor de ciencia ficción como se lo reconoce muchas veces, puesto que esa ilusión vertiginosa de sus obras, esa cadencia rítmica, esa factura poética, que nos espanta por su realidad y cuya forma de tiempo devela que terminaremos vencidos por los universos astronómicos, es algo que sobrepasa a la ficción para inscribirse en la literatura fantástica y se convierte en ocasiones en texto filosófico enfrentándonos desesperadamente a un devenir que sólo puede tener cabida en el romanticismo de su espíritu.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Ya en <i>“El ruido del trueno”,</i> llevado al cine por la Warner Bros (2005), el escritor da cuenta manifiesta de su preocupación por el destino de la humanidad, que en un viaje al pasado debe remediar el error de haber pisado una mariposa, hecho que conmocionó el estado natural del mundo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">A la manera inversa de Coleridge, referido por Borges: <i>Si un hombre atravesara el paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano… ¿entonces qué?, </i>el Bradbury futurista nos advierte de manera más trágica que sin el necesario regreso al pasado preservándolo intacto, es imposible asegurar en el fluir absoluto del río del tiempo, la evolución de la especie.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Deliberadamente su obra de inagotable lectura está llena de simbolismos que nos remiten a los estadios puros de la creación reveladora. Expediciones que van y vienen de Marte dan cuenta de los paraísos perdidos y de la urgencia de colonizar otros planetas. En <i>Crónicas marcianas</i> el desarraigo nos asalta. La cuarta expedición se convierte en una pasión abrumadora. Spender el protagonista, se enamora de «la ciudad dormida y muerta que se despliega ante sus ojos» y en la que pronto aparecerán fantasmas ancestrales «galopando el fondo del vacío del mar en un antiguo corcel de imposible progenie, de increíble descendencia».<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Evoca a Lord Byron imaginando que uno de sus poemas pudo haber sido inspirado por esa ciudad y lo imagina como el último sobreviviente de esa raza marciana, mientras recita en voz alta: <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><i><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Por lo tanto nunca más pasearemos hasta las altas horas de la noche, aunque el corazón siga enamorado y aunque siga brillando la luna…<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Una semana de reconocimiento basta para la elección definitiva. Si ya destruimos nuestra tierra ¿cómo aceptar la entrada de la nefasta comunidad terrícola a un nuevo planeta? ¿Cómo permitir la colonización de esas ciudades con sus lunas mellizas, sus lagos de cristal, sus atardeceres de soles incendiados y la impecable nostalgia del pasado, latente en el espíritu dormido de sus milenarios objetos?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">El protagonista se subleva pasándose al otro bando. Un final inesperado nos aguarda. Pero un final donde el yo enajenado de Spender resuelve su destino en aras de preservar la magia de ese planeta verde de profundas revelaciones poéticas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">No deja Bradbury de sorprendernos con esta y todas sus obras, en las que teje línea tras línea un círculo infinito que asciende y desciende por los innumerables estadios de la condición humana, abordando siempre una vigilia de inalterable conciencia, una resistencia secreta que lo ubica también como uno de los más destacados humanistas, puesto que sus personajes pertenecen casi siempre a una inmensa gama de seres marginales o hacen parte de los submundos de una sociedad abrumadora y excluyente. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><i><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">“Bordado”</span></i><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">, publicado dentro de <i>Las doradas manzanas del sol </i>es otra de las conmovedoras piezas de su metafísica instantánea y en la que asistimos a un extraño experimento entre atmósferas de suspenso que nos dejan estupefactos. Allí, contrario al <i>uso</i> que teje y desteje Penélope esperando el retorno de Odiseo, las tres bordadoras de esta historia tejen el mundo con sus seres, sus ciudades y casas, su naturaleza, sus animales y objetos, y en un instante de máxima tensión comienzan a destejerlo contra las adversas manecillas de un reloj, que en su cuenta regresiva terminará destruyendo el universo:<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><i><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Advirtió un fuego, que se movía lentamente casi, y se apoderaba de una casa bordada y le sacaba las tejas, y arrancaba una a una las hojas de un arbolito verde, y vio que el sol mismo se deshacía en la tela. Luego el fuego pasó a la punta de la aguja que relampagueaba aún; observó el fuego que le corría por los dedos, los brazos, el cuerpo, y le deshacía el hilado del ser, tan esmeradamente que ella podía apreciar toda su demoníaca belleza. Nunca supo qué le hacía el fuego a las otras mujeres o el mobiliario o el olmo del patio. Pues ahora ¡sí, ahora! le arrancaba el bordado blanco de la carne, el hilado rosa de las mejillas, y al fin le entraba en el corazón, una rosa blanda y roja cosida con fuego, y le quemaba los frescos, bordados y delicados pétalos, uno a uno…<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Tal vez el futuro o su gemela la esperanza, estén a punto de extinguirse en este inmenso globo terráqueo, y apenas la tremenda percepción de la genialidad bradburiana nos lo dicta a cuentagotas desde el profundo contraste de la fantasmagoría poética de sus obras. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Quizá el Asteroide 9766, descubierto por el programa Spacewarh el 24 de febrero de 1992, y que lleva su apellido en honor a este indiscutible visionario, sea el responsable de dar la bienvenida a los nuevos cibernautas en sus próximas gravitaciones por los insondables universos del cosmos.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: #cc3300; font-family: arial; font-size: 130%; font-weight: bold; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div style="font-family: arial;"><br />
</div><div style="font-family: arial;"><b style="font-family: arial;"><span style="color: #cc3300;"><span style="font-size: 130%;">Palabras en la pequeña Venecia<br />
</span></span></b></div></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;">Comienzo estas reflexiones con una palabra simple, que como el Aleph de Borges, lo contiene todo: El punto y el signo, el círculo y la esfera, Un nombre y todos los nombres.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Una palabra de apariencia elemental, pero compleja y profunda como una liturgia y en la que se condensan los más profundos misterios y las más caras aspiraciones del corazón humano. Esa palabra es: Poesía.<b><o:p></o:p></b></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">A lo largo de la vida, nos hemos preguntado innumerables veces cómo asirla y si lo hemos logrado, o es ella, la que finalmente como una intrusa se tomó todos nuestros espacios.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Hablo en plural porque en este perpetuo diálogo interior hemos estado involucrados la imaginación y el cerebro, las pulsaciones de la sangre, los latidos del corazón, los alti-bajos del alma y una sucesión de agentes exteriores que comprometen al paisaje, haciéndolo partícipe de los múltiples escenarios del instante poético.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Quizá instante, sea la palabra mágica que nos confiere el interregno para penetrar el espíritu de la poesía. Un misterio, por así decirlo, que se cierne sobre nosotros como un haz de luz o sombra, fugaz e irrepetible.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Alguna vez, leyendo al argentino Roberto Juarroz, encontré una de las más próximas y certeras explicaciones sobre la poesía: <i>poesía es hablar del abismo que somos, ante el abismo en que estamos. </i>Esta definición de sencillez envidiable, es quizá una de las grandes cimas en que reposa su fuerza: un diálogo de abismo a abismo al que debemos entrar despojados y desnudos.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">¿Qué hacer entonces para que ante la primera aparición de la luminosidad poética podamos aprehender ese instante? ¿Cómo pulsar las fibras de la imaginación para capturar este pequeño pero definitivo cortocircuito, que -muy bien sabemos- puede incluso poner en peligro a las estrellas?</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Este también seguirá siendo uno de los grandes misterios para el ser humano, y contendrá en su epicentro más interrogantes que explicaciones, pero para descifrarlo se requiere de dos grandes aliados: la voluntad de ser poeta y el riesgo de intentarlo.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">En la evocación de mis primeros hallazgos poéticos encontré múltiples referentes que ahora me permiten recordar una sentencia de la poeta egipcia Andrée Chedid: “el yo de la poesía es de todos”.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Esa frase, precisamente pronunciada hace algunos años en este mismo país por el poeta Sthepen Marsh Planchard a propósito de algunas lecturas mías en Mérida, me ha hecho reflexionar sobre cómo podríamos colectivizar la poesía y compartir sus intrincados y cósmicos caminos.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Veo a una pequeña asomada a una ventana en un viejo y céntrico apartamento de Bogotá. Veo sus ojos contemplar la última raya del crepúsculo y luego contener en sus manos a un frágil pájaro perdido que ha entrado y se estrella contra las vidrieras y las paredes. Siento como ahora su instinto maternal y el brillo contenido de una lágrima. La oigo afanosa buscar a su madre y dictarle el poema. Esa niña, que para entonces apenas tenía cinco años y aún ni siquiera sabía escribir, esa niña soy yo.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Si los príncipes y los guerreros acudían al oráculo como una suerte de videncia para tomar fundamentales decisiones de vida o muerte, ese oráculo era precisamente uno de los eslabones primigenios de la poesía, porque es un hecho inconmensurablemente poético el que acudamos a la alucinación y al desdoblamiento –esa otredad que perturbó a Don Antonio Machado- para decidir nuestros destinos.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Para nosotros, seres del diario transcurrir y de las culturas occidentales, el primer oráculo precisamente lo constituyó ese lazo de la sangre, de la fraternidad, que entendía desde entonces nuestra angustia y la que a pesar de sus precarios conocimientos nos abrió el horizonte de la comprensión, tan necesario para desbordar en los pliegues del papel nuestro pequeñísimo y ya comprometido mundo.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">En estos tiempos, en los que trágicamente asistimos a la caída de los dioses y al declinar de todas las utopías, sólo queda un oráculo posible en donde el hombre, con su corazón al desnudo, puede enfrentar los acosos de la soledad y de las contaminantes injusticias de un mundo globalizado que ha dejado de mirarlo como un ser de carme, hueso y espíritu, para convertirlo en un número más de la siniestra máquina cuantitativa. </div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Ese oráculo no es otra cosa que la poesía, y si ésta, como afirma Gastón Bachelard, <i>es metafísica instantánea</i>, corresponde a todos y cada uno de nosotros propender por su supervivencia, que no es otra cosa que la supervivencia del yo. Debemos entonces velar por su nueva instauración en todos los paisajes, en todos los momentos, en todas las máximas aspiraciones del ser humano. </div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Veo un parque desolado. En una esquina hay un perro. En la otra una mujer. Comienza la sombra a irrumpir en ese parque...</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Aquí encontramos tres motivos elementales y simples que podemos agregar a nuestra íntima contemplación para que explote el poema. </div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Pensemos que tal vez uno de los árboles de ese parque puede sostener toda la carga que el poema necesita, ya sea porque es frondoso y verde o simplemente porque esté muriendo en pie con la dignidad con que mueren los árboles.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">En este primer escenario está dada la imagen poética. Los protagonistas podrán realizar su gesta literaria si ustedes lo deciden.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Ella puede ser una Penélope contemporánea en un parque del Siglo XXI y el perro un Argos común en busca de un Ulises exiliado.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Pero no solamente de imágenes idílicas se nutre la poesía, y es así como también en las turbulencias y los dramas límite, surge como una inalterable conciencia.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Evoco por ejemplo los trágicos poemas de Nelly Sachs, escritos en las épocas de <st1:personname productid="la Alemania" st="on">la Alemania</st1:personname> nazi o el siguiente doloroso fragmento del peruano Manuel Scorza:</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><o:p> </o:p></div><div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">Mientras alguien padezca,</div><div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">la rosa no podrá ser bella:</div><div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">Mientras alguien mire el pan con envidia</div><div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: center; text-indent: 14.2pt;">el trigo no podrá dormir.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><o:p> </o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Lo que induce a la poesía, a partir del relámpago de la primera imagen o de la primera sensación, es la fuerza cognoscitiva que cada uno sea capaz de darle desde el horizonte de ese deslumbramiento.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">La realidad del poeta se haya en su propio interior, en los vastos territorios donde la imaginación se funde con la palabra y el ideograma de esas representaciones es el único capaz de construir el prodigio.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><st1:personname productid="La Grecia" st="on">La Grecia</st1:personname> que conocemos y su historia, no sería la misma si no hubiera sido cantada por Homero. Sabemos de Inglaterra y la complejidad psíquica de los anglosajones, merced al canto de Shakespeare, de Byron, y hemos presenciado, a través de la lente del tiempo, la desgarradura ibérica, gracias a las voces imperecederas de Machado, García Lorca o Miguel Hernández, porque salvo la palabra todos los imperios se convierten en neblina</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Demoraremos muchas lunas y una permanente zozobra habitará entre nosotros y la barca que lleva nuestro nombre. </div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; margin-bottom: 5pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Pero si decidimos ahora cambiar las armas por las palabras, el desasosiego por la tinta con que escribimos, y transmutar el dolor en poema como los sabios alquimistas, estoy segura de que lograremos algún día repatriar nuestros dioses y de nuevo poetizar el mundo.</div><div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-family: arial; text-align: center;"><b style="font-family: arial;"><span style="color: #cc3300;"><span style="font-size: 130%;"><br />
</span></span></b></div><div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-family: arial; text-align: center;"><b style="font-family: arial;"><span style="color: #cc3300;"><span style="font-size: 130%;">Réquiem por la cultura<br />
</span></span></b></div><div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-family: arial; text-align: center;"><i>El cerebro de un periodista se llena con tres nombres: el de un deportista, la actriz de moda y el político de turno.<b> Hans Magnus Enzenzberger<o:p></o:p></b></i></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-family: arial; text-align: justify;">¿Por qué se divorció el periodismo de la cultura? ¿Cuándo los espacios dedicados a su difusión en los noticieros radiales y televisivos fueron devorados por la farándula y el deporte? ¿Cómo la cultura en los medios de información llegó a ser la cenicienta y en muchos casos fue condenada a desaparecer? Por qué la frase lapidaria de Enzenzberger debe ser ahora padecida por los verdaderos periodistas?<o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Hay demasiadas respuestas y responsables; los directores, editores y patrocinadores de los espacios informativos se consideran dueños absolutos del gusto popular, después de una compra paulatina realizada con creciente sevicia a través de los años, y esgrimen la idea equívoca de que al pueblo sólo le interesa deporte más frivolidad, justificando así la diaria ración de bochornosa nadería que han instituido, aplicando con rigor marcial la siniestra frase del movimiento hitleriano en boca de su homicida ministro estrella, el aborrecible Goering: <i>cuando me hablan de cultura, saco el revólver. </i> <o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Y los periodistas obligados a seguir los parámetros establecidos por los directores de los medios, se han convertido muchas veces en los perseguidores y excluidores de la cultura, haciéndonos recordar a los bomberos de la famosa novela de Ray Bradbury, <i>Farenheit 451,</i> cuyo trabajo era allanar casas en búsqueda de libros que debían ser destruidos por el fuego. <o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">El peligro adosado a la cultura, como eje de conciencia y denuncia, ha sido resuelto con su negación. Es posible que muy pronto, ante esta lógica impuesta del olvido, frente a esta geometría del horror, los cultores del arte, la filosofía y la ciencia, como en <i>Un Mundo Feliz de </i>Aldous Huxley<i>,</i> sean condenados por leer a Shakespeare. Después de eso, es fácil sospecharlo, nada quedará en pie.<o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Quienes observen un noticiero de televisión, notarán una estructura de tres franjas estrictamente establecidas para cubrir política, deportes y farándula. Es más fácil saber que una diva de telenovela fue embarazada la noche anterior, que enterarse de la muerte de un artista fundamental para el desarrollo de la plástica en nuestro país, a menos que él mismo haya pertenecido a las grandes esferas sociales y oficiales, caso en el cual su nombre será absorbido por la frivolidad hasta hacerse insignificante.<o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Es posible ver todos los goles de la liga italiana, inglesa o brasileña, o de cualquier equipo profesional, aficionado, e incluso de barrio, pero jamás el registro del importante descubrimiento del científico colombiano Carlos Rincón <i>(bisturí punta de diamante con profundidad única</i> para operar astigmatismo y miopía), ya utilizado en todo el mundo.<o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Las escasas y brillantes exposiciones de lúcidos congresistas y senadores como Jorge Enrique Robledo o Germán Navas Talero, para citar apenas unos nombres dentro de los grandes debates nacionales, apenas si merecen un pequeño registro tendencioso y miserable en los noticieros de los Canales privados, dejando a los centenares de miles de televidentes en todo el territorio nacional, supeditados a buscar un canal oficial de muy mala señal. ¿Qué hay detrás de esta cortina de humo en el manejo mediático de una información que no informa, y que manipula y canaliza lo que un público debe o merece saber?<o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Por si lo anterior no basta, tendrá el televidente un minucioso avance de las telenovelas, pero no el registro de la entrega de los más importantes Premios internacionales como el Latinoamericano y del Caribe <i>Juan Rulfo</i>, otorgado en Ciudad de México, el <i>Premio Cervantes</i> de <st1:personname productid="la Academia Espaola" st="on">la Academia Española</st1:personname> o los <i>Premios Nobel</i> de <st1:personname productid="la Academia Sueca" st="on">la Academia Sueca</st1:personname> en sus diferentes versiones. Si algo se nos informa al respecto será minuciosamente fragmentario y ajeno por completo a la grandeza de su esencia. Entonces la información cultural ya no será digna de este nombre: Los editores cuidarán de que nadie conserve frente al mundo su peligrosidad.<o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">El receptor verá, a cambio de la verdad ausente, frívolas presentadoras semi-analfabetas haciendo apología de la moda criolla, o destacando escandalosas actuaciones del decadente Hollywood, pero no sabrá tampoco de la realización del Día Mundial de <st1:personname productid="la Poes■a" st="on">la Poesía</st1:personname>, que recientemente convocó en un importante auditorio de Bogotá, a más de trescientas cincuenta personas, durante un Viernes Santo.<o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">El registro inmediato, propio del periodismo en su más deprimente acepción, que también debería servir para enriquecernos, para rendir homenajes merecidos o dejarnos una información que pueda trascender al conocimiento, se ha convertido en una sucesión de notas triviales y nocivas en un mundo <i>lightificado. </i><o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Exagerado o no, para que un artista irrumpa dentro de un noticiero de televisión tendrá que ganarse el Nobel, morirse, o ser arrestado por consumo de droga.<o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Consultados algunos medios sobre la preocupante ausencia de noticias culturales, el veredicto es contradictorio y empobrecedor. Los directores aducen que no hay espacio porque el noticiero es pautado. Los anunciantes afirman que todo obedece al criterio del director, y los editores o jefes de redacción basados en encuestas engañosas y prepotentes, argumentan que al pueblo no le interesa el tema; afirmación asombrosa (y tenebrosa) en una país que edita más revistas culturales que México, que reúne más de 900.000 espectadores durante el <i>Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá</i> y que en el acto de clausura del <i>Festival de Poesía de Medellín</i> congrega a más de 7.000 fervientes soñadores de la palabra, capaces de permanecer incluso bajo la tormenta, como se demuestra en cada una de las versiones realizadas... Sin inventariar otros sucesos de gran acogida que merecen un justo y oportuno registro periodístico. <o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Ojalá esta botella de náufrago llegue a la sensibilidad de los medios, para que no sigamos siendo las solitarias plañideras de este lamentable Réquiem por <st1:personname productid="la Cultura." st="on">la Cultura.</st1:personname><o:p></o:p></div><br />
<b style="font-family: arial; font-family: arial;"><span style="color: #cc3300;"><span style="font-size: 130%;"><br />
<br />
La cárcel de la comunicación</span><o:p></o:p></span></b></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;">En la era de la tecnología, la informática y los circuitos integrados, las comunicaciones se han convertido en el dios local mejor instalado en los escenarios del mundo con su cibernética, su ciberespacio y sus incontables millones de feligreses a lo largo y ancho del globo terráqueo.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;">Pocos sin embargo se han detenido a pensar cuánto hemos perdido de comunicación, es decir cuánto hemos ganado de incomunicación, en un universo donde <i>la soledad</i> parece ser el grave detonante del ser humano, una bomba de tiempo incursa en nuestros estadios mentales y a la que se atribuye el mayor índice de suicidio en el mundo, que según estadísticas de <st1:personname productid="la Organizacin Mundial" st="on">la Organización Mundial</st1:personname> de <st1:personname productid="la Salud" st="on">la Salud</st1:personname> asciende diariamente a 3.000 personas en el planeta, es decir un suicidio cada 3 segundos.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">La soledad es en definitiva, la tragedia de nuestro día a día, puesto que la palabra -es decir la comunicación verbal de los seres humanos con su entorno- ha quedado reducida al simple y amatorio monólogo con nuestros pasos.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Otros eran los tiempos del diálogo, de la vivencia compartida, de los interlocutores con quienes se compartía un mundo, contradictorio sí, pero salvable según lo forjaban nuestras inocentes utopías y al que de una forma romántica pretendíamos y aún pretendemos cambiar -sólo a través de la magia que se desencadena en los sublimes lazos de la comunicación.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">¿Pero desde cuando esta modernidad o post-modernidad irrumpió entre nosotros dejándonos en las periferias de un mundo con el cual, en razón de la exacerbada tecnología ya no nos comunicamos?</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Lo que comenzó como una sana práctica (los conmutadores, por ejemplo) y cuyo oscuro fondo sólo pretendía desechar al ser humano para imponer a la máquina, se ha vuelto uno de los ejemplos clásicos de hasta dónde podremos llegar en materia de incomunicación.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Usted digita un número y contesta una grabación. Luego de un interminable menú de algunos minutos, debe pulsar la tecla de su necesidad, para volver a la pesadilla de ninguna respuesta. La máquina le habla: “Digite 1 para comenzar. 2 para dejar su nombre. 3 tecleé su documento de identidad. 4 para solicitar un servicio. 5 para reclamos. 6 para nuevo servicio. 7 para suspensión del servicio. 8 para planes promocionales. 9 para hablar con un asesor y 10 (si aún no se ha suicidado) para escuchar un cínico mensaje “todas nuestras líneas se encuentran ocupadas”: insista de nuevo... </div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Si su conexión no es con una empresa del común, sino con una clínica o centro de salud, por ejemplo, la máquina contiene nuevos menús, tanto o más dramáticos que el anterior, como tipo de medicina, si prepagada o plan obligatorio, clase de especialista, si cita o urgencia, si puede esperar un prudencial tiempo de tres meses o requiere ambulancia, etc, amén de los tradicionales: nombre, identificación, sexo, estado civil, estatura y fecha de nacimiento. </div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Pero este universo kafkiano aún no termina. Si desea hablar con una entidad bancaria, es posible que descubra también que la máquina ha devorado sus últimos recursos económicos en complicidad con la piratería tecnológica. Comprenderá aterrorizado que su tarjeta ha sido clonada y no encontrará un ser de carne y hueso que pueda darle respuestas de ninguna naturaleza, porque la banca mundial, amparada también en la incomunicación, ha tecnificado sus inquietudes y reclamos en líneas que no conducen a ninguna parte.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">El tiempo de que disponíamos para vivir la vida, se agota en el interminable andamiaje operativo ante el cual terminamos agotados, indefensos y solos.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">¿No queda con quién hablar en el planeta? ¿Qué se hizo ese ser que creíamos humano, encarcelado ahora en el bunker de sus propias invenciones?</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Lo práctico de la vida, choca con la premisa de solución a las múltiples y fatigosas necesidades diarias.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Bajo la no muy sana pretensión de salvaguardia, extendible ahora e empresas cuya función social es precisamente el <i>servicio,</i> estamos relegados al nefasto <i>aparato</i> que se extiende también al “ojo mágico de la cerradura, a la perversa alarma que se dispara incluso ante el inocente vuelo de un pájaro, a los circuitos cerrados de televisión, a los chips que persiguen nuestros pasos, a los escáners que leen el contenido de nuestro bolso, y a la siniestra sicopatía numerológica” que pronto terminará manipulando la intimidad de nuestro propio cerebro. El Homo Sapiens ha relegado su rostro y en aras de una mal vendida privacidad, ha perdido incluso su monólogo interrogativo con las estrellas.</div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">La máquina ha devorado al hombre y lo que queda de los dos, se convertirá en uno de los mayores e insostenibles vacíos a los que nos veremos enfrentados, en un mundo inviolable, impune y ciego, que obviamente dejará de palpitar para traernos tan solo el herrumbroso sonido de sus tuercas. </div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Pronto tendremos que huir, pronto habitaremos los solitarios universos bradburiamos y el robot a nuestro alcance decidirá si le da la gana o no servirnos un café, alcanzarnos un libro, o facilitarnos un cigarrillo que calme este nerviosismo profundo de la soledad a la que hemos sido relegados. </div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Entonces usted y yo, y el habitante de al lado, hundidos en la incomunicación que estamos creando, no encontraremos quién nos diga por qué derriban un árbol centenario o taponan un río o amurallan las ciudades. Será una voz muerta la que disponga de nuestro precario futuro. </div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">Unos demiurgos mecánicos entrarán a nuestra casa y escucharemos estupefactos sus disposiciones de orden: Cafetera: objeto no identificado. Música: contaminante subversivo. Libros y poemas: artilugios del pasado. Veremos aterrorizados un dispositivo electrónico incinerando nuestros sueños. </div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;">La palabra vital será reemplazada por su grotesca parodia, erigiendo un abyecto museo de piezas petrificadas y para quienes pertenecemos a la “antigua generación”, a la última generación comunicativa, solidaria y fraterna, anterior a este caos consumista, sólo quedará la contemplación metálica del mundo dominante y la evocación de las premonitorias palabras de Shakespeare: “lo demás es silencio”. </div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">* Poeta, narradora y ensayista colombiana</span><o:p></o:p></div>Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-4181600659884876292007-11-29T16:21:00.000-05:002007-12-18T10:51:51.839-05:00Mauricio Botero Montoya<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4dsflAA5Fq3vzfc9d2JLFDoDQSohAqf69oABF3bfPnzxI2Q1WTk4SFzQuhAxO_y6rJCcFSE8i0qJvrDG1eAxfQugR1MnNmVeSc499hj0kH8Nj2yszXfokDNtlJY7cZO1S49AQ2xNXBmg/s1600-h/Mauricio+Botero.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4dsflAA5Fq3vzfc9d2JLFDoDQSohAqf69oABF3bfPnzxI2Q1WTk4SFzQuhAxO_y6rJCcFSE8i0qJvrDG1eAxfQugR1MnNmVeSc499hj0kH8Nj2yszXfokDNtlJY7cZO1S49AQ2xNXBmg/s320/Mauricio+Botero.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5145341151966686706" border="0" /></a><span style="color: rgb(204, 0, 0); font-weight: bold;font-family:arial;font-size:130%;" >Colombia: Soledad internacional</span><br /></div><div style="text-align: center;"><b style=""><span style=""><o:p></o:p></span></b></div> <p style="text-align: justify;" class="MsoNormal"><span style="font-family:Arial;">El respaldo político del presidente Uribe en el país sigue una proporción inversa a la soledad internacional colombiana, la más aguda desde la separación de Panamá en 1903.<o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;" class="MsoNormal"><span style="font-family:Arial;">Desde esa fecha Colombia se negó a apoyar una guerra injusta. Incluso bajo el gobierno de Suárez que orientó las relaciones internacionales mirando al socio del norte (Respíce Polum) se mantuvo el principio de rechazar la violencia de una nación para expoliar riquezas ajenas. Se trataba, por supuesto, de instinto de conservación en el orden internacional apenas elemental. <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;" class="MsoNormal"><span style="font-family:Arial;">Buscaba fortalecer una tradición jurídica para defender a los países más débiles. Esa tradición justo un siglo después en el 2003, la violó el gobierno Uribe y su Canciller Carolina Barco al votar en <st1:personname productid="la ONU." st="on">la ONU.</st1:personname> a favor del bombardeo a Irak por parte del gobierno Bush. La razón aducida: que el gobierno de Irak tenía armas de destrucción masiva. Algo falso y así lo había informado <st1:personname productid="la ONU." st="on">la ONU.</st1:personname><o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;" class="MsoNormal"><span style="font-family:Arial;">La razón real: Sadam Hussein había dado la orden de negociar el petróleo iraquí en euros y no en dólares. Y eso no le convenía al gobierno estadinense manejado por un petrolero. Lo invadieron enseguida.<o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;" class="MsoNormal"><span style="font-family:Arial;">Así Colombia fue el único país sudamericano que rompió la solidaridad continental y su propia tradición de estrategia jurídica para apoyar una guerra injusta.<o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;" class="MsoNormal"><span style="font-family:Arial;">El resultado neto cuatro años después es que el Tratado de Libre Comercio de importancia decisiva para las exportaciones colombianas ha sido rechazado por el Congreso estadinense. Y lo que es de anotar el partido demócrata allí ha hecho de la guerra de Irak su caballo de batalla para<span style=""> </span>ganar la presidencia. Así quedamos en el lugar equivocado. Perdimos la guerra irakí sin haber participado en ella mientras el Reino Unido al menos triplicó la extracción petrolera para <st1:personname productid="la British Petroleum." st="on"><st1:personname productid="la British" st="on">la British</st1:personname> Petroleum.</st1:personname><span style=""> </span><o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="text-align: justify;" class="MsoNormal"><span style="font-family:Arial;">Hay dos lecciones. 1) No se puede sustituir una tradición centenaria por impulsos de besamanos. 2). El que es más papista que el papa termina enemistado con los cardenales y despreciado por los papábiles.<o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify;"> <span style="font-family:Arial;">Ahora Colombia en el limbo comercial está mal con la opinión de Estados Unidos y bien con Bush, lo cual es un agravante. Y en su propio continente tiene un pleito comercial con Panamá. Demanda de Ecuador por fumigar la frontera con glifosato tóxico. (Ya E.U. quitó apoyo a esa contaminante práctica) Pleito de límites con Nicaragua. Y diferencias políticas con: Venezuela, Chile, Brasil, Argentina, Uruguay etc.etc. Desde la separación de Panamá no hemos estado tan solos.<br /><br /></span></div>Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-43676285640395468562007-11-29T16:20:00.008-05:002011-06-19T19:09:22.226-05:00Iván Beltrán Castillo<div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3h7MtAfTb59SKiwtpo1lVTmbIwx0aBaRU6liBTPRg4SQDGtgOslTH-UQ0m-X9j1S8DaDuEdLP4224d5So8Afl_hkxu-7NCWmoRtpQJC8F7qRm9-CuYNOemYEHgIlU8Q5lnG1NlNL1vmY/s1600-h/Iv%C3%83%C2%A1n+Beltr%C3%83%C2%A1n+C.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5138375366033474898" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3h7MtAfTb59SKiwtpo1lVTmbIwx0aBaRU6liBTPRg4SQDGtgOslTH-UQ0m-X9j1S8DaDuEdLP4224d5So8Afl_hkxu-7NCWmoRtpQJC8F7qRm9-CuYNOemYEHgIlU8Q5lnG1NlNL1vmY/s400/Iv%C3%A1n+Beltr%C3%A1n+C.jpg" style="cursor: pointer; display: block; height: 168px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 186px;" /></a> <br />
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: center;"><v:shapetype coordsize="21600,21600" filled="f" id="_x0000_t75" path="m@4@5l@4@11@9@11@9@5xe" preferrelative="t" spt="75" stroked="f"><v:stroke joinstyle="miter"><v:formulas><v:f eqn="if lineDrawn pixelLineWidth 0"><v:f eqn="sum @0 1 0"><v:f eqn="sum 0 0 @1"><v:f eqn="prod @2 1 2"><v:f eqn="prod @3 21600 pixelWidth"><v:f eqn="prod @3 21600 pixelHeight"><v:f eqn="sum @0 0 1"><v:f eqn="prod @6 1 2"><v:f eqn="prod @7 21600 pixelWidth"><v:f eqn="sum @8 21600 0"><v:f eqn="prod @7 21600 pixelHeight"><v:f eqn="sum @10 21600 0"></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:formulas><v:path connecttype="rect" extrusionok="f" gradientshapeok="t"><o:lock aspectratio="t" ext="edit"></o:lock></v:path></v:stroke></v:shapetype><v:shape id="_x0000_s1026" type="#_x0000_t75"><v:imagedata src="file:///C:\DOCUME~1\user\CONFIG~1\Temp\msohtml1\01\clip_image001.jpg" title="Ivan retrato2A"><w:wrap type="square"></w:wrap></v:imagedata></v:shape></div><div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 2pt;"></div><div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-indent: 14.2pt;"><span class="Apple-style-span" style="color: #cc3300;"><strong><span style="font-family: arial; font-size: 21px;">Ritual de títeres de Gonzalo Márquez Cristo</span></strong></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-indent: 14.2pt;"><span class="Apple-style-span" style="color: #cc3300; font-family: arial;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: 21px;"><b>En el abismo del yo</b></span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 17pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Hay una frase de Marcel Proust, singular y reveladora, que me acompaña como un sigiloso adagio siempre que leo la misteriosa novela de Gonzalo Márquez Cristo, titulada con precisión lírica <i>Ritual de Títeres</i>: “no me interesan sino las novelas que no entiendo”. Esa percepción, de una graciosa hermosura, puede aplicarse, según intuyo, a todas las grandes formas en las que encarna la comunicación humana, no solamente a la creación de ficciones novelísticas. También el amor, la justicia, la solidaridad, la música, el erotismo o la derrota se definen con mayor fuerza al adoptar formas extremas e inenarrables, abisales y escandalosas, que nos rebasan y nos ponen de frente a una profundidad pasmosa. Sólo lo que no entendemos nos es imprescindible. Lo que entendemos, en contraposición, es banal y es aleatorio. De ahí el difícil encanto de este artilugio, indudable vocero del límite, <i>rara avis</i> que puede exasperarnos como un potro de tormento ontológico, hacernos sus esclavos como una mujer a la vez seductora e inasible, o sumarnos a su pléyade de seguidores con la fuerza equivoca de una adicción. <o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 17pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Mi vínculo con el artilugio de Márquez Cristo, no es nuevo ni mucho menos. Creo haber sido de los afortunados que asistieron a la formación de este cosmos peculiarísimo, este mundo que reniega de los movimientos y los decálogos y delata la asfixia paródica de las costumbres, que se nos antoja en gran medida autosuficiente, y que parece burlar en incontables, a veces magistrales, ocasiones, la torre de marfil de lo que llamamos tristemente realidad. Sospecho con pedantería que fui así mismo de los que, desde el plano de la cotidianeidad, desde la orilla de las rutinas somnolientas de la adolescencia, colaboraron en trazar el sueño de sus singulares coordenadas, la erección de este imperio idiomático, y tal vez por ese motivo desde su aparición en 1992, he tenido con él un parentesco largo, contradictorio, sísmico, entusiasta, y, finalmente, trascendidos los obstáculos connaturales a toda “experiencia radical”, esplendoroso. Cuando uno logra superar el extrañamiento y el estupor iniciales, la ignorancia del lector académico y la comodidad cívica de quién no desea <i style="mso-bidi-font-style: normal;">mirar</i> y mucho menos <i style="mso-bidi-font-style: normal;">comprender, </i>desposa instantáneamente una extraña, desconcertante y terrible belleza. <o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 17pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">¿Cómo asumir una historia que parece prosternada a la magnificencia del pensamiento, a los endiablados laberintos de la latencia interior, a un océano ficcional donde las palabras adoptan formas totémicas, corporales, orgánicas, vegetales y extremadamente sensibles? ¿Cómo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">aceptar</i> la posibilidad de que el entramado de la vida no sea sino un decorado modesto frente al portento de las catedrales construidas con soberbio donaire por la imaginación? ¿Es el pensamiento, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la consciencia</i>, aquí desatados hasta sus consecuencias últimas, el lugar verdadero de todos los hechos y el teatro donde se escenifican los más inolvidables crímenes? En pocas obras de la última literatura nacional existe una tan clara modificación, transgresión y desplazamiento de la ortodoxia aristotélica y de cuantas preceptivas existen en torno a la escritura literaria y a la licencia poética; el decálogo usual queda en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ritual de títeres</i> gloriosamente violado, para adentrarnos en un terreno peligroso, convincente, en ocasiones enervante, y donde el amor ocupa, como no pasaba hacía ya mucho tiempo, la piedra litúrgica del sacrificio, ese magnético lugar donde se explica y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">re-presenta</i>. <o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 17pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Es como si asistiéramos a una gran obra de teatro donde los héroes y heroínas fueran almas perturbadas (¿<i style="mso-bidi-font-style: normal;">ánimas en pena</i>?) gesticulando (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">pensando</i>) frente a nosotros, condenadas a la divagación perpetua, a la esfera de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">sus fijaciones gloriosas,</i> retaliaciones dignas de unos dioses que han sido condenados al sufrimiento de los hombres, acotaciones y conjunciones casi geniales, conmovedoras, del todo distantes de los aburridores y monosilábicos fárragos del monólogo interior, tan poco memorable a pesar de su fama planetaria. Así, terminamos obligados a formular una pregunta insoluble: ¿qué representa con mayor verdad este <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Nosotros</i> cambiante de la vida entre la acción y los multiformes e infinitos símbolos, la galería de imágenes que esta desencadena en la consciencia? Cuántas casillas, cuantos pasos hay entre los hechos que vivimos y su resonancia en la imaginación? Enigmas que en ningún instante cesan de perturbarnos con su reclamo obscuro, con una suerte de llamado infinito, y que la prosa (sic) mítica de Márquez Cristo afronta echando mano de lo más ancestral, lo más legendario, lo más teológico, lo más <i style="mso-bidi-font-style: normal;">olvidado</i>, para lograr con ello, paradójicamente, el milagro <i style="mso-bidi-font-style: normal;">de una furibunda novedad.</i> <o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 17pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">¿Pero quiénes son y qué quieren en su <i style="mso-bidi-font-style: normal;">duración verbal</i> el quinteto de personajes constituido por Jano, Mirtilo, Ariadna, Orfeo y Fedra,<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> </i>protagonistas de la novela de Gonzalo Márquez Cristo? Desde el principio sabemos que desean entregarse, como ofrendados sublimes, a la gloria de una tragedia finísima y estrictamente humana, una tragedia para la que están hechos y que representa, ni más ni menos, la materia que habrá de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">re-crearlos</i>; aventura interior donde queda inscrito el mapa completo de sus desgarraduras, desde aquellas que les son inherentes, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">originales —el amor, el erotismo, el spleen, la dezasón, el asombro— </i>hasta esas otras, como la gran hecatombe histórica de los ochentas latinoamericanos, impuestas desde <i style="mso-bidi-font-style: normal;">el afuera</i>, y que habrán de mezclarse finalmente en una sola, tenebrosa lucidez. Los capítulos de la novela que refieren crípticamente <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la gran utopía</i> revolucionaria colombiana y la frustrada gestión de un grupo guerrillero por trasgredir la impunidad política nos ilustran dolorosamente.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 17pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Así nosotros, espectadores inermes, observamos cómo estas criaturas se aman, se rozan, se separan, se <i style="mso-bidi-font-style: normal;">infinitamente dialogan</i> en medio de una jungla desconocida y barroca, una selva cerrada y cuyos árboles y follaje son los recuerdos, las heridas anteriores al principio, la sutil y dolorosa sensibilidad de saberse exageradamente vulnerables y execrables zurcidores de heridas.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 17pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">La vasta imaginería que, con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“perversa paciencia”</i> Márquez Cristo labra para ellos habrá de jugarnos luego una traviesa pasada, cuando la voz del yo, que ocupa la mitad de los capítulos, se revele como simple y artificiosa literatura y los personajes —tan humanos, tan verosímiles a pesar de su exuberancia metafísica y su <i style="mso-bidi-font-style: normal;">grandeza verbal</i>— pasen a ser sus <i style="mso-bidi-font-style: normal;">atormentados títeres</i>, después de habernos convencido de su majestuosa batalla. Apoteósico crepúsculo del <i style="mso-bidi-font-style: normal;"> prestigio occidental del yo, </i>que vuelve a revelarse, como quiso Octavio Paz, como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">una jaula vacía.</i><o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 17pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Habrá que apuntar necesariamente los notables “avances” que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ritual de títeres</i> logra en el diálogo perpetuo entre la imaginación y la realidad, en el cruce de influencias —fascinante y siempre en mutación— de la verdad humana y la hipótesis fantástica, de la dualidad entre la descarga prosaica de la existencia y la respuesta poética con la que los seres humanos tejen una suerte de sublime venganza, entre la verdad falsaria de nuestros días <i style="mso-bidi-font-style: normal;">verdaderos</i> y la mentira <i style="mso-bidi-font-style: normal;">auténtica</i> de nuestras más fomentadas ficciones… es como si habitar en<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> el miedo radical</i> nos transmutara inexorablemente en personajes de alguna insospechada novela. El yo siempre es literatura, parece señalarnos con moroso deleite Márquez Cristo, impostación, corriente imaginaria. Y solamente los que, como Mirtilo y Jano, Ariadna, Fedra y Orfeo, a través de métodos que no excluyen las penas de la carne ni el suplicio del pensamiento, lleguen a entenderlo cabalmente abrirán la compuerta de una novela-espejo, de una vida que merezca ese nombre, de un tolerable y renovado infierno. <o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; font-size: 130%; text-align: justify; text-indent: 17pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">“…<i>Hay que aprender a avanzar con miedo, mientras lo que llaman vivir: riesgo que prueba o rompe hábitos, sea literatura: y el artista reparta la noche ofreciendo su temor fascinante, eludiendo naufragar en el abismo del yo”.</i></span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: #cc3300; font-family: arial; font-size: 130%; font-weight: bold; text-align: justify; text-indent: 17pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;"><i><br />
</i></span></span></div><br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: #cc3300;"><strong><span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Relato de un náufrago de bancos<br />
</span></strong></span></div><span style="color: black;"></span><br />
<div align="justify" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: #cc3300;"><span style="color: black; font-family: arial;">Al contrario de los dandys, yuppies e impetuosos jóvenes neoliberales, que se perfuman a diario con un litro de Versace para no sentir el aroma delator de la realidad, yo al publicitado capitalismo lo que le encuentro básicamente es pobreza, aunque no niego haberme liado con algunas de sus actrices y burguesitas, y haber paladeado de vez en cuando sus controvertidos paraísos artificiales.<br />
Creo, también al contrario de los filipichines ministeriales, que este sistema salvaje se erigió hace rato en la gran transnacional del miedo, el oscurantismo de la modernidad, la caverna del porvenir, así su estratagema sea vestirse de luces enceguecedoras y fabricar leyendas optimistas.<br />
Por eso, recuerdo los bancos con un terror iniciático, y se confunden en mí con los fetiches de la pesadilla. Yo era un niño pálido, reconcentrado y lunático, con el aspecto de un latido anhelante, y no salía del asombro de percibir el hechizo, pero también, algo más denso, las falacias y los errores inenarrables del mundo, cuando apareció ante mí –grandilocuente y poderoso como una injuria encarnada- el primero de estos circos donde el rey supremo es el dinero, y parece escucharse en el aire el tintineo de las morrocotas y el silbido de cerbatana de los fajos de billetes contados, con primoroso autismo, por los duchos cajeros. No sé todavía por qué me encontraba allí, pero la primera impresión fue de malestar casi físico, y ha perdurado durante todos mis años.<br />
-¿Y aquí que pasa? –le pregunté a la tía que me lo enseñó, y que me haló del brazo durante toda la infancia.<br />
-Es el sitio para guardar los centavos –me dijo ella y, mirándome con dulce compasión, añadió-: No será tu sitio predilecto, lo sospecho, pero júrame que aprenderás a manejarlo o tendrás problemas en la vida. Esto es, según parece, lo más cercano a la felicidad… sin su concurso se te abrirán instantáneamente las puertas de la ruina; piensa que estás en la Meca de la religión pragmática, sin cuya bendición no subirás al cielo de los nuevos mortales.<br />
La única persona que leyó con delicadeza la extensión de mi sensibilidad, comprendió allí, en el templo del dinero -tan sangriento y teologal como aquellos donde los Aztecas realizaban sus sacrificios humanos y sus fieras danzas de purificación-, el perpetuo accidente, el atafago y los yerros que me ocurrirían en semejante escenario. Vislumbró, pues, que yo sería uno de los innúmeros sacrificados en el pandemonium bancario, que no tiene ni siquiera la cortesía de matar a sus esclavos, sino que los mina y tortura de manera depravada durante todos los años de su vida, les dona una agonía innombrable, y al final del camino los entrega convertidos en piltrafas.<br />
Desde entonces, en un banco siempre me siento un paria, un espectro, un delincuente, y percibo el peso de una expresión popular según la cuál el que no logra integrarse al ritmo de su tiempo, su mundo y su sociedad, no es otra cosa que un cero a la izquierda. De ahí, seguramente, provenga mi apego a un bella confesión de Baudelaire: “Yo al dinero lo aborrezco tanto, como vosotros aborrecéis a Dios”.<br />
Asocio el templo bancario con la primigenia sensación pánica, así los positivistas lógicos lo encuentren fascinante y glamoroso, saludable y brillante, pues creo que allí se visualiza el drama del capital y sus terribles consecuencias, que es una puesta en escena donde quedan sintetizadas las guerras fraticidas y las querellas sordas características de un mundo donde para ser hay forzosamente que tener, donde el valor y el precio se fundieron en una sola cosa, y quien no se alza con unos buenos denarios está condenado a ser apenas un espectro sensible, alguien que no participará de la visión ni de la gracia, ni de la estética, ni de los placeres de los hombres eficaces: Homo faber que sirve apenas para engrosar estadísticas y para votar, cada cuatro años, por el más deletéreo y bellaco de los hacedores de historia.<br />
Siempre que entró a un banco, después de dudarlo en la puerta durante un rato que se me antoja infinito, presiento que allí seré tratado como me lo merezco y se lo merece cada uno de los no elegidos: como un ser exageradamente humano, cercano a la afectación romántica, altamente improductivo, parasitario, “más ocioso que el sapo” y con lamentables vicios económicos como la bancarrota.<br />
El banco es, repito, un templo fabricado con materiales exquisitos, en ocasiones casi cinematográficos, la zona sagrada del Dios Dinero, que, al igual que el otro, existe pero no para todos. Su atmósfera es aséptica y pulcra como un recuerdo inocuo, pero más allá de su apariencia inmaculada, tiene un aire cortante más ofensivo que el de las funerarias. Esta lóbrega impresión, lo comprendo, no es exclusivamente mía, como no es solo mío el pavor, la desazón y la hilaridad fomentada por estos sitios teatrales. Se trata, más bien, de un sentimiento colectivo: Nada recuerda más nuestra falta de dinero y nuestra ausencia de expectativas que la osamenta petulante e imperial de un banco.<br />
Como es apenas lógico, quién está horadado por estos pensamientos adquiere en el banco un inobjetable semblante de asesino, y transgrede, nervioso, todas las reglas de juego del organigrama financiero. Narrar los incidentes, los roces, los malentendidos y las frustraciones que me degradaron en estos campos de concentración (de capital) sería material de un informe viciado por la ira. Básteme recordar la ocasión, única por supuesto, en que me enfrenté al cuestionario marcial formulado con palabras de hierro a quién pretende la gracia de obtener un préstamo bancario. Fue la misma sensación que debieron tener los herejes y los blasfemos frente a los inquisidores, y si cuando entré al banco era pobre cuando salí era miserable.<br />
Cuando regresé a la calle había comprendido que en los bancos no hay ricos, pues ellos mandan a sus esquiroles a cobrar sus cheques, y los que por allí deambulan son los desheredados pueriles –con cifras en la cabeza, cifras en el pasado, cifras en la ilusión y cifras en el alma- que sueñan, cual adolescentes, con entablar una relación fraterna con la plata, desconociendo otra consejo de la tradición popular: plata llama a plata, y pobreza llama a préstamo…<br />
La figura que me acompaña en estas “salidas a campo”, propedéutica de la derrota, es, como debe pasarles a la mayoría, la de Charlot, lunático extraviado en un mundo objetal que no perdona los pequeños sueños ni las pequeñas utopías ni mucho menos a los pequeños dioses, y mientras hago la fila, tensa como las de quienes se encaminan al matadero y al horno crematorio, me visualizo patinando por entre los cajeros, los gerentes, los asesores y los contadores, agarrado a las rejillas de las cajas y danzando entre billetes ajenos y expresivos. Esa es mi salvación lírica cuando entro a una de estas edificaciones suntuarias, donde los ricos un día terminarán ahogados en el mar de sus millones y los pobres acabarán un día atragantados por una moneda. Y comprendo que en la rebatiña financiera lo que termina sobrando es la vida, y los que guardamos esperanza en los bancos somos, como diría Blaise Cendrars, “Los hombres fulminados”.<br />
El colofón de mis desventuras en los bancos, me ocurrió hace aproximadamente cuatro años, cuando empezaba mi exilio de la existencia pragmática. Exactamente el día en que me fue entregado el último cheque por mis equívocos servicios a la gran prensa colombiana.<br />
Como siempre, aguardé en la fila de penitentes, sabedor de que la cantidad designada en el pedazo de papel pedante no me sería entregada fácilmente, o mejor aún, no me sería entregada en la primera tentativa por ningún motivo: Siempre existe algún obstáculo para que el dinero de los asalariados llegue a sus manos, jamás dejan de presentarse fallas en los sistemas, falta una firma, un sello, una formalidad tiránica.<br />
Acostumbrado como estoy a estas prolongaciones infernales de la obtención de la recompensa, aguardé frente a la ventanilla, trémulo, tratando de parecerle al cajero lo suficientemente dócil e insignificante como para que me tratara con indulgencia, y esperando, por supuesto, alguna de las oscuras, dramáticas y tajantes frases de rechazo: “esto está mal… no hay fondos… no puedo pagarle… no se ve un número…” y un etcétera pasmoso y temible.<br />
Para mis sorpresa, el cajero garrapateó en sus máquinas, comprobó las firmas, auscultó el cheque por delante y por detrás, como un arqueólogo revisa un papiro, y –comprobación indiscutible de la salud del milagro- sacó el fajo, me lo extendió y me dijo : “aquí está su plata… cuéntela por favor…”<br />
Miré el mazo increíble más asustado que nunca, como quién acaba de asistir a una aparición bíblica o al sí de una mujer de apariencia inasible, y le dije al cajero, con palabras firmes y seguras:<br />
-Perdóne la insolencia, pero aquí debe haber algún error…</span></span></div><div align="justify" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;"></span> </div><div align="justify" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial;"></span> </div><div align="justify" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;"></span> </div><div align="justify" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial;"></span> </div><div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-indent: 14.2pt;"><strong><span style="color: #cc3300; font-family: arial;"></span></strong></div><div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-indent: 14.2pt;"><b><span style="color: #cc3300;"><span style="font-family: arial;"><span style="font-size: 130%;">Traficando narcotráfico<o:p></o:p></span></span></span></b></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Hay un nuevo romance entre la sociedad de buen ver y el narcotráfico. Sinuoso, diplomático, invisible, ha crecido de manera taimada durante los últimos años. Su estratagema es silente y la invasión irreversible, y ahora esta pareja escandalosa, este nuevo amancebamiento bendecido, se pasea por toda Colombia, como el Cartel de Medellín en sus años dorados.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Es una reciente forma de negocio que no se puede extirpar con glifosato, porque los mercaderes, siempre tan ingeniosos, lo que trafican es una siembra virtual, un mensaje cifrado al servicio del espíritu de la mafia, un inédito artilugio para sacarle divisas al infierno sin abandonar la comodidad burocrática del cielo. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Con los capos de la vida real en la cárcel, o haciendo caja en el pentágono, ahora los que quieren quedarse con el negocio, exprimir el fruto prohibido hasta la última gota, y sacarle nuevas divisas a la “merca” son los padrinos de la imaginación, los señores feudales de la fantasía, los agiotistas que, aprovechando la metástasis de la miseria, hipotecaron también los sueños, principalmente en su versión más llamativa: la pesadilla.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Son los mercaderes de siempre con otra técnica y otro discurso, y ávidos o retrecheros están recogiendo la post-siembra de la droga suntuaria, y montando el show bussines y la super-producción de la decadencia nacional, que para ellos no representa sino una cifra, un cheque, otra posibilidad de expropiación intelectual. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Es fácil suponerlo: nos referimos a R.C.N y CARACOL, los tristemente célebres canales privados de la televisión colombiana (tan privados que nos han privado de la cultura, de la información, de la dignidad y del talento sin pedirnos la autorización), y que, como dos carteles enfrentados por el dominio de una convulsa ciudad compiten para quedarse con el botín de la historia, la leyenda y la mitología del narcotráfico, que no miden en kilos sino en sintonía. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Estos mercaderes saben que, pese a todo, muy dentro de la estructura mental de los colombianos existe una admiración subliminal por esta macabra canción de gesta, y conocedores de que el averno es un buen negocio, disfrazados de retratistas, han lanzado dos producciones que se regodean con el cuento internacional del narcotráfico: <b>El Cartel de los Sapos</b> y <b>Los Protegidos</b>, pálidas caricaturas dramatúrgicas del cine de gangsters norteamericano, pastiches de los Padrinos y Los Caracortadas, sin su fuerza ni su capacidad exploratoria.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">En este mismo espacio afirmamos hace medio año que Colombia está obsesionada con el narcotráfico, como un joven de alta sociedad perdido por los favores de una bella ramera, y que la urbanidad que ha penetrado nuestra psique, luego del crepúsculo de la diseñada por el venezolano Carreño, no es otra que la que escribió a plomazos Pablo Escobar, y cuyo fantasma deambula por la nación diseminando su escarcha tenebrosa.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">La batalla de R.C.N y Caracol guarda paradójicamente notables semejanzas con las fieras guerras de los carteles, comenzando por la más indiscutible: lo único que les importa es aumentar su ejército de consumidores.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">No es necio postular que quién hace negocio –directo o disimulado, de frente o de sesgo- con la <i>merca</i> deleitosa, participa de “La gran familia”… y negocio es lo que hacen los carteles de la in-comunicación, al poner en escena con grosera perversión, maniqueísmo absoluto y equívoca moral, esta patética tragedia: es otro de los rostros que puede adquirir la porno-miseria, sólo que en este caso se trata de la miseria espiritual de los nuevos ricos, los pachucos y los emergentes. La extensión del discurso mafioso es tan grave que la única que va a terminar por ser inocente es la <i>perica.</i> </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Hace tiempo sabemos que los mercachifles cambian de Dios como cambiar de camisa y que las temáticas, las artes y los gobiernos a los que se adscriben son apenas el muestrario de abalorios utilizados para ensartar sus víctimas, y que venden el buen gusto o la belleza por una suculenta dádiva, y que su proyecto –al igual que el de todos los carteles que en el mundo han sido- es aniquilar, fumigar y barrenar a sus competidores. Por eso, siempre han postulado su horror hacia el producto -la coca- pero se han complacido con sus consecuencias: ni su whisky, ni sus estrafalarios gustos, ni sus grupos armados, ni sus vampiresas y menos aún, sus chequeras, les parecen reprobables… y menos todavía el “golpe de opinión” de su periplo, el bombazo que significa tenerlos de invitados estelares en su parrilla de programación.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Es así como la puesta en escena de la mafia representa una nueva traición de los grandes capitalistas frente a sus antiguos cofrades: La primera fue cuando fingieron ser sus amigos, la segunda cuando fingieron ser sus enemigos y la tercera es esta, cuando se fingen sus biógrafos. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Si, esta mitología de cocina -término que le viene al asunto como anillo al dedo- sigue siendo el arquetipo del deseo oscuro de los mancillados, y nada más propicio que el territorio de los melodramas para desahogarlo. Aquí podría alegarse que el arte está obligado a reflejar la realidad, ser su obstinada memoria; pero ese reflejo debe ser una respuesta lustral de la imaginación y nunca –como en este caso- su soterrado celestinaje.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">No es un secreto para nadie que las telenovelas lograron una proeza que parecía imposible: que existiera algo más bajo que la vida. Pero, asombrosamente, estas series van más allá: consiguen que exista algo más bajo que la mafia. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"></div><span style="color: #cc0000; font-weight: bold;"></span></div><v:stroke joinstyle="miter"><v:f eqn="if lineDrawn pixelLineWidth 0"><v:f eqn="sum @0 1 0"><v:f eqn="sum 0 0 @1"><v:f eqn="prod @2 1 2"><v:f eqn="prod @3 21600 pixelWidth"><v:f eqn="prod @3 21600 pixelHeight"><v:f eqn="sum @0 0 1"><v:f eqn="prod @6 1 2"><v:f eqn="prod @7 21600 pixelWidth"><v:f eqn="sum @8 21600 0"><v:f eqn="prod @7 21600 pixelHeight"><v:f eqn="sum @10 21600 0"><v:path connecttype="rect" extrusionok="f" gradientshapeok="t"><o:lock aspectratio="t" ext="edit"><v:imagedata src="file:///C:\DOCUME~1\user\CONFIG~1\Temp\msohtml1\01\clip_image001.jpg" title="Ivan retrato2A"><w:wrap type="square"><span style="color: #cc0000; font-weight: bold;"></span></w:wrap></v:imagedata></o:lock></v:path></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:f></v:stroke><br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 2pt; text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-weight: bold;"><br />
</span></div><span style="color: #cc0000; font-weight: bold;"><span style="font-family: arial;"></span></span><div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 2pt; text-align: centerfont-family:arial;"><span style="color: #cc0000; font-size: 130%; font-weight: bold;">Los Shakespeare de Supermercado</span><b><o:p></o:p></b></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Hubo un tiempo, aunque ya no podemos precisar sus fechas exactas ni sus días gloriosos, en el que el deseo fue coincidente con nuestras realidades interiores, armonizaba con sus usufructuarios, y entre el hombre y las cosas no existía la fisura brutal, la distancia mortífera que hoy nos enajena hasta de los alimentos terrestres. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">La satisfacción era entonces posible porque no había encontrado su hipertrofia trágica, y el hombre no estaba ahogado en el océano de un anhelo irrealizable. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">La sociedad del libre comercio, de la oferta infinita, transformó el mundo en un intolerable espejismo: caminamos siempre una gran carretera iluminada por todos los llamados posibles, todas las combinaciones de la seducción, todas las efigies de los dioses usureros, y entre más crece la oferta menos capacidad tenemos de adquirirla. En ese sendero lleno de luces hipnotizantes, nuestro destino es pasar de poseer a ser poseídos, y en cambio de ensancharnos las cosas se vuelven nuestra conciencia crítica, totems aguerridos y enemigos, y sentimos que hemos sido capturados y avasallados en una jungla objetal. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Vivimos al servicio de imágenes que nos raptan, presos de un deseo omnipotente y fatal, del que somos apenas los alfiles, pasivos o desesperados, fútiles o trascendentales, celestinos o detractores. Y, detrás de esa carga enajenante, como artífice de un gran chantaje, está una raza de hombres y mujeres que han denigrando su talento, y donde no faltan los Fitzgerald vanos, las Safos degradadas, los irónicos Wilde, los Proust y los Joyce que definitivamente no lo fueron, los Shaw que vendieron el alma, los artistas que truncaron el genio y ahora no cuentan sino con una gran bolsa para solazarse. Se trata de los publicistas y su función es convertirnos en peleles del comercio y su inmisericorde producción de bienes, invitados de piedra al gran festín del consumo universal, esa mesa donde la mayoría de las viandas son equívocas, suntuarias, innecesarias y execrables.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">La publicidad ha ido creciendo con una celeridad tan grande que si en sus orígenes era una subsidiaria del <i>bussines,</i> ahora es ni más ni menos que el sostén fundamental de los regímenes que basan su identidad en la compra y venta desalmada, y taladra el subconsciente colectivo en la tentativa de hacer que el inventario de la riqueza planetaria pertenezca a los mercaderes, a los dueños, a los detentadores y, en cambio, se extrañe cada vez más de los seres humanos. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Lo que resulta infame de este próspero negocio es el hecho de que no trabaje para todos, de que inflame la necesidad en el reino donde la satisfacción brilla por su ausencia, de que exhiba con un impudor cercano a la obscenidad, la superproducción de alimentos, de ropas, de viviendas, de diversiones que son exclusividad de algunas clases sociales y que para la gran mayoría son territorios ilusorios y vedados. Es como invitar a un grupo de desheredados a mirar un gran baile a través de los ventanales de una residencia palaciega.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">El oficio subterráneo de los <b>Shakespeare de Supermercado</b> es redoblar los embates de la ilusión, hacernos perpetuos sitibundos, lograr que tengamos hambre de cosas para siempre. Como respuesta a ese pérfido llamado los hombres se endeudan, se enajenan, se enloquecen, se obsesionan con esa “Existencia primorosa” que hipotéticamente nace cada vez que logramos obtener una nueva vianda del supermercado gigantesco en el que el capital ha transformado nuestra vida. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">El avance de estos demiurgos mercantiles es inverosímil y sus artilugios remplazan las formas originales de la felicidad, la libertad y la ternura: a la literatura, a la poesía, al arte, al humor, y, lo que resulta mucho más grave, remplazan a la dignidad y su hermano gemelo, el amor. Todos estos “Escribidores de la nada” vienen de la gran calle Madison que en nueva York ha sido durante décadas el centro de ebullición de las grandes campañas, los lemas, los spot y todas esas bagatelas de la imaginación mercantil con las que convivimos sin oponer ya ninguna resistencia. En esa avenida famosa por el nivel de sus ingresos y la fiereza de sus metodologías, se perfilan los sueños que habrán de avasallarnos cada tanto tiempo, los artilugios que nos obligarán a seguir obliterados ante el prosaico carnaval de los deseos.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Cuando Willie Loman, el desgarrado agente viajero que describiera con tanta precisión Arthur Miller, acaba de ser enterrado, su esposa Linda Loman le habla frente a la tumba y en una de las escenas más conmovedoras del teatro moderno, le hace un reclamo que es la radiografía de nuestro vasallaje frente a las artimañas publicitarias de los buhoneros industriales: “como te vas morir ahora, cuando ya habíamos terminado de pagar las cuotas de la lavadora y solamente nos faltaban dos pagos para hacer nuestro el televisor” Y , por su parte, el escritor mexicano Carlos Fuentes, en una visionaria entrevista concedida hace más de veinte años a la revista Visión, expresa esta severa inquietud: “¿A veces me pregunto para qué quieren hacer desarrollar a los pueblos llamados ahistóricos…? ¿Para que vean a Batman y a superman en la televisión? ¿Para que se preocupen a muerte por la obtención de un coche? ¿Para que den la vida por una lavadora Bendex?” </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Alguna vez conocí una hermosa y dolorida publicista. Se llamaba Marissa y tenía los rasgos exactos de quién ha contrariado su destino y extraviado sus dones. Ella me parece el ejemplo más significativo de lo que le ha inoculado la publicidad a sus propios hijos. Tenía una imaginación en perpetuo movimiento a la que coronaba cierto arrobamiento erótico y sus palabras estaban siempre cercanas a la intensidad poética. Pero la necesidad práctica de una vida no demasiado cómoda la había lanzado a las agencias de publicidad donde era una trabajadora tan exitosa como atormentada.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Ni las prebendas económicas, ni la exultación de sus incontables y exactas imaginerías lograban evadirla de un tormento que parecía estar fijo en ella como un sol oscuro: Había querido ser escritora por sobre todas las cosas, y todavía, a hurtadillas, en sus ratos libres, garrapateaba poemas. Pero el triunfo la había raptado y sentía que ya era demasiado tarde. Estaba casada con un jefe de cuentas, no se podía resistir a los lujos con que se acostumbra cegar a las personas en el mundo de los negocios, y ya no estaba segura de poder amaestrar el idioma castellano para sacar de sí una verdadera obra literaria. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Me enamoré de ella por todo eso y porque en sus ojos grises llevaba inscrito el desatino.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Marissa trató de matarse cuatro veces…</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial; text-indent: 14.2pt;"></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial; text-indent: 14.2pt;"></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-weight: bold;"><br />
<span style="font-family: arial;"></span></span></div><div class="MsoNormal" face="arial" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-size: 130%; font-weight: bold;">Miseria de las encuestas<br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Según las encuestas, este espectro moderno de cuya realidad no tenemos constancia, la cantidad y la calidad son coincidentes, ser razonable y sensato es acogerse a la cantidad mayor y la baja pasión enardecida, que por momentos opaca a la inteligencia, legitima cualquier proyecto aborrecible. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Ignoramos desde cuando toda opinión silvestre quedó expresada en las encuestas, pero sabemos que se trata de una disolución que deja al mundo en manos de unas pocas ideas y exalta a la categoría de pensamiento los discursos petrificados, sustanciales solo en la medida de actuar en un miserable marco histórico: los proyectos más pobres, o más delirantes, o más grandilocuentes, mediante este artilugio adquieren la prestancia y el ropaje de lo venerable. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Las encuestas no son otra cosa que un nuevo y colorido disfraz del dogma, la disimulada legitimación del pensamiento unívoco, de la hipotética grandeza de una democracia que se consolida a través del abucheo y el escarnio al otro, y donde el que tiene más adeptos remplaza al monarca y al señor feudal, con una serie de trucajes y hechicerías que cebarían las extravagancias de los sicoanalistas; ellas han estigmatizado todas las opiniones y las virtudes particulares, en favor de una razón adocenada donde, se supone, se conjuntan y armonizan todas las capas sociales, las profesiones y oficios, las sensibilidades. Y esa razón deambula entre nosotros, artera y enardecida, buscando a la disidencia para anularla con el ácido mortal del dogma. Colombia, por ejemplo, se ha cerrado, según la voz omnímoda de las encuestas, para condenar a los violentos y gracias a eso, se acoge a una bitácora redentora que la sacará del caos... pero ninguna encuesta notifica de que para esa opinión colectiva, para esa ideología silvestre, para ese ideario idéntico y, paradójicamente informe, todo pensamiento divergente es violento y condenable. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Hasta donde sabemos, las encuestas son uno de los fiascos históricos más aterradores, porque nos hacen creer que la aceptación multitudinaria de un cuaderno moral coincide matemáticamente con su grandeza, cuando es fácil comprobar que una colectividad enardecida entregada a un proyecto “salvador” termina por engendrar una prolongada y sanguinaria noche.... </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Llegadas a nosotros como otra herencia mitológica, otra moda ritual de la sociedad pragmática, otro artefacto de consumo, las encuestas son una novísima y sutil forma de la opresión. Acogidas como la quintaesencia de la verdad, quién no les cree no participa de la historia, es un arrojado del jardín, una criatura de la periferia. Parafraseando a Carlos Marx, no necesitamos hablar de las encuestas sobre la miseria y si, en cambio, denunciar la miseria de las encuestas. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;"><b>La falacia de las encuestas radica en que pretenden transformar en ciencia una superchería.</b> Sus discutibles métodos, su tramoya colorida y la manera temeraria con que pretenden reflejar la tendencia de los tiempos mediante guarismos, nos demuestran que son un comercio más, una nueva, hilarante y falaz forma de fetichismo aritmético.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Si se tratara de encuestas, si esos redondos guarismos contuvieran un ápice de verdad y transparencia, entonces algunos proyectos multitudinarios no habrían desembocado en el reino de la ignominia y en la pesadilla de la vigilia histórica.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Hasta donde sabemos, una encuesta realizada en Roma en la década del treinta habría otorgado un aplastante triunfo al Ducce Benito Musolini. En aquellos días toda Italia pareció estar con él, comulgar con su grandilocuente palabra fascista y creer a fe puntillas en que era la nueva encarnación de la abolida grandeza imperial. No es necesario recordar cómo terminó aquel periodo, el fragoroso pacto con el ultraje, el abuso y la demencia en que desembocó tanto optimismo. Bastaría con volver a observar el cuerpo estrangulado del aborrecible tirano, o revisar las imágenes de los días posteriores, cuando la horda de sus admiradores y sus devotos desapareció de escena como por arte de magia.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">También el nacionalsocialismo habría obtenido el favor de las encuestas de manera concluyente. Nadie en toda Alemania pareció dudar de que el puño de hierro de Adolfo Hitler mostraba el sendero de un porvenir magnífico. Así, para que su itinerario no tuviera reparos, a voluntad, la mayor parte de los alemanes cerró los ojos. Los campos de concentración, la masacre colectiva, la dignidad ultrajada fueron el desenlace de aquella nueva cabalgata de las walkirias. Luego, tampoco aparecieron –ni aparecen aún- los hombres que llenaron sus plazas, abrieron sus puertas o calentaron sus hornos crematorios. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Pero quizá la encuesta más esclarecedora, la que mejor relata el origen falaz de esta técnica de persuasión, de esta soterrada forma de dopaje, de esta ultrajante manipulación, es aquella que podría haberse realizado en Jerusalén en el año cero. No dudemos por un instante que a la pregunta ¿Usted está de acuerdo con crucificar a este revoltoso nazareno? La mayor parte de los habitantes de aquel tiempo y lugar habría contestado afirmativamente. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Las encuestas son, en síntesis, la apoteosis de los colaboracionistas, el colofón del pensamiento domeñado, la prueba reina de que solamente habrá historia en la medida en que no exista nunca un pensamiento uniformado tan infernal como la geometría, ni una sensibilidad común, ni, mucho menos, una cifra que nos saque de la duda metódica, de la pregunta inquietante, única certeza que nos cabe entre las manos.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Nuestra obligación frente a la “verdad” que nos develan las encuestas es la divergencia intimista, y cuando alguien las enarbole como la revelación de una verdad teológica, lo más sensato será gritarle, como Julio césar: ¿Tú también bruto?</span></div><div style="text-align: center;"><br />
<span style="font-weight: bold;"><br />
<span style="color: #cc0000; font-family: arial; font-size: 130%;">La Pobreza y sus metáforas</span></span><span style="color: #cc0000; font-family: arial; font-size: 130%;"><br />
</span></div><span style="font-family: arial;"><i face="arial">“Existe un estado pasional del pensamiento nacido en la pobreza y servido por el infortunio; un algo que nombraré diciendo simplemente cultura de la pobreza, diferenciable de la que prospera a partir de una situación privilegiada” <b>Antonio Gamoneda</b><o:p></o:p></i> </span><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Todos tenemos amigos que solamente se pueden amar en la memoria. Compañeros de viaje en algún instante del pasado, bruñeron las mismas quimeras y labraron sueños similares a esos que se quedaron a vivir en nosotros, y cuya oscura culpa pagamos, expiación contradictoria y dolorosa, con frecuencia exasperante. A la mayoría de esos amigos los perdimos porque se enriquecieron y un día, transmutados en efímeros dioses caseros, ya no tuvieron nada que ver con nosotros, a pesar de los esfuerzos diplomáticos y algunas tristes señales de la nostalgia, que en su estado prematuro se parece mucho al ulular de una sirena. Ellos habían madurado, lo que entre nosotros quiere decir hacerse a una buena bolsa, alzarse con una fortuna sin que importe demasiado la metodología. Crecer es enriquecerse. La vida se trata de que unos suban y otros bajen, unos se conviertan en elegidos y los otros en desheredados, unos pasen a engrosar la memoria de los asalariados y otros la amnesia de los ricos. Aquellos amigos ya tenían un atisbo de futuro, ya la primavera se les abría generosa… eran grandes, empezaban a hacer compras importantes, exhibían, fulgurantes y temibles, sus primeras escrituras y sus doradas y dadivosas tarjetas de crédito y el mundo, con ímpetu generoso, con premura les hacía un puesto de lujo. Mientras tanto nosotros, los que seguíamos pobres, adquiríamos este semblante de huérfanos que no le sirve sino a los suicidas cuando, después del último movimiento, empiezan por fin a contar su historia.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">El que se enriquece es instantáneamente respetable porque obtiene la porción de realidad necesaria para abandonar la condición de proyecto, de esbozo, de croquis, de tentativa sospechosa, de íncubo inquietante, de prólogo insatisfactorio. La virginidad es para perderla y entre más temprano mejor. Todos asisten con desgano al espectáculo de los jóvenes que se quedan pobres, que no hallaron la puerta, que no abrieron la gran ventana ni ascendieron la gran escalera. Nadie quiere a los infantes perpetuos, adolescentes sin remedio, niños viejos y sin la capacidad de entrar a la fiesta de la vida… sempiternos menores de edad, terminarán siempre por ser sospechosos, por costarle dinero a los demás, por ser pedigüeños y por estar descolocados en todos los lugares, retardados, autistas económicos, engendros inútiles, que si se percataran de su verdad darían alaridos frente a los supermercados. Después de una vigilia colérica, la hambruna invade el espíritu y nuestro destino se convierte en una ciudad sitiada. No es solamente el miedo de no tener para la renta o para pagar el agua o para el desayuno de mañana, es el pánico de que en el reinado de la pobreza se aleja el amor, se exilian los bellos contactos, la existencia se extraña y nos toma distancia.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">La pobreza, como lo descubrió el poeta sueco Harry Martinson en unas pocas líneas temblorosas, no es un estado económico sino un estado del alma. Su degradación central no consiste en que nos sean vedadas las cosas fundamentales como el alimento o la salud, el techo o el vestido, sino en el hecho, mucho más grave, de que quien está en sus manos se transmuta en el invitado indeseable. Porque, querámoslo o no, todos los pobres del mundo somos como Peter Sellers en <st1:personname productid="La Fiesta Inolvidable" st="on"><i>La Fiesta Inolvidable</i></st1:personname><i>,</i> invitados de palo, pasajeros, tránsfugas irremediables.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Cuando entras al reino de las necesidades, todo queda subordinado, todo queda raptado. Por un decreto misterioso, tan abyecto como ininteligible las formas de la satisfacción, inherentes al solo hecho de estar vivos, se alejan, se hacen evasivas y, en lo que constituye parte de la metáfora que escribe la pobreza, desearlas se convierte en delito. El rico es hecho para desear… el mundo le abre las piernas y lo llama… el mundo no cesa de inventar gustos nuevos, furibundos, hambrientos, golosos, para que esté feliz sobre la tierra… Pero si el pobre desea las mismas cosas está cometiendo un pecado capital, posiblemente cercano a alguna extraña y malévola forma de la delincuencia.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">¿Es la pobreza, un género de la literatura fantástica? ¿Un capitulo indeseable de la metafísica? Sus imágenes, las pesadillas que engendra, su dulce y devastadora mitología tendrán un sentido que todavía no terminamos de descifrar? Bástenos saber que cuando la hemos llevado con nosotros como una reliquia atroz, como la visitación de una enfermedad mortal que no tiene tan siquiera la cortesía de matarnos, equiparamos sus penurias concretas y alimenticias a las tardes del desamor, no distinguimos entre la ausencia de un almuerzo y la ausencia de un gesto esencial, próximo, cálido y solidario, y nos hace un daño más que concreto sus ausencias tremendas y sus navidades terroríficas, y todo eso nos produce un sentimiento que poco tiene que ver con la hambruna, y que, en cambio, se imbrica con nuestros dolores más hondos, más ancestrales y arcanos, en nuestros sentimientos graves y nuestra memoria poética, la misma que los fija, los eterniza y un día los cantará, como un botín misterioso y terriblemente humano.</span></div><br />
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;"><br />
</span></div><div style="font-family: arial; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><span style="font-size: 130%;"><span style="color: #cc0000;"><span style="color: #cc0000; font-weight: bold;">La urbanidad de Escobar</span><br />
</span></span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Durante muchas décadas, como un intruso engolado, <st1:personname productid="la Urbanidad" st="on">la Urbanidad</st1:personname> de Carreño fue el libro de la etiqueta colombiana, <st1:personname productid="la Biblia" st="on">la Biblia</st1:personname> de las buenas maneras, el faro de nuestra sociabilidad. Allí, según sus adeptos, se encontraban conjuntadas las fórmulas y los <i>clishés</i> capaces de expresar nuestro donaire, nuestra hipotética clase, nuestra pertenencia a una raza lavada de pecados y heredera de la epopeya histórica. Pero esa urbanidad, escrita por un cejifruncido moralista venezolano, se hizo anacrónica, comenzó a ser despreciada por los más jóvenes y terminó convertida en reina de burlas o, en el mejor de los casos, en exquisita representación literaria del<b><i> </i></b><i>Kitsch</i> criollo. Después se volvió ridículo seguirla: había escapado de nuestro subconsciente, que no es otra cosa que el agrimensor de la memoria. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">¿Qué Urbanidad remplazó a la urbanidad de Carreño?</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Porque una sociedad siempre necesita de modelos a copiar, de vetos a seguir, de formulaciones que le den, aunque sea en apariencia, solidez y realidad.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Con frecuencia los maestros del erotismo enseñan que el objeto más deseado, aquel que encarna nuestro abismo y que, en el fondo, nos revela, produce vértigo, repulsa, indignación, rechazo, terror, hilaridad: Es la imagen que nos reflejaría si nos paráramos frente a un verdadero espejo.</span></div><div class="MsoNormal" face="arial" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Pues resulta que, curiosamente, hace años, con o sin inocencia, la mayor parte de la sociedad colombiana tiene vértigo, repulsa, indignación, rechazo, terror, hilaridad hacia los modelos sociales creados por el narcotráfico, pero no ve con malos ojos sus escenografías, ni sus vestuarios, ni sus diálogos, ni mucho menos la costosa superproducción de su infernal oasis. La relación erótica es innegable y puede explicarse tanto con la inteligencia como con la intuición. ¿No será ese el motivo de que entre nosotros los jueces hayan terminado comulgando con los enjuiciados? ¿No será el altar de los deseos el que fatalmente vincula y aproxima a la víctima con el victimario, al ofensor con el ofendido? ¿No es coherente suponer que, lejos de razones científicas o médicas, despotricamos y perseguimos a los narcotraficantes, porque no son más que la visión de lo que nos excita? </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Nadie está dispuesto a reconocer en una fiesta o en un salón de onces que sus secretos anhelos podrían estar emparentados con la colección de deseos labrada por los emperadores de la ilegalidad, y que sus metas vitales no distan demasiado de las que los trasnochan a ellos. Sin embargo, el <i>affaire </i>se revela con suma claridad cuando vemos la comunión de sus gustos, sus hobbies, sus reflexiones, sus programas de televisión, sus libros, sus clubes, sus discotecas y sus partidos políticos. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">¿De qué sirvió, pregunto, nuestra fidelidad a Carreño? Los soporíferos años en que nos adoctrinó? ¿Sus esfuerzos por blindarnos contra el diablo de las malas costumbres o los malos amigos? ¿De qué valieron sus vindicaciones y sus anatemas?</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Esa baraja de sueños regados con sangre que erige el edén del tiempo de los asesinos, y cuyo cielo no es precisamente el de Milton o San Agustín, constituye el nutriente mitológico que impulsa nuestro fragor actual, engrana la maquinaria de la sociedad y riega generosamente el jardín de sus ilusiones. ¿O es que no se parece el ideario <i>huachafo</i> de los narcos –dinero a como de lugar, triunfo a como de lugar, buena vida a como de lugar– a la bitácora seguida por una buena porción de la sociedad colombiana? ¿No es amar al dinero por sobre todas las cosas el primer mandamiento de esos dos bandos, en apariencia enemigos? </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Repito: qué urbanidad remplazó a la urbanidad de Carreño?<i><o:p></o:p></i></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Hace unos pocos días, en un espectáculo montado con bombos y platillos, descubrimos la verdad, cuando la amante del <i>capo de capos<b>,</b></i> el hombre que es al narcotráfico o que Newton a las matemáticas o Santa Teresa al misticismo, hizo para nosotros un alucinante <i>Strip-tease</i>, un espectáculo tan escabroso como colorido. Relató, frente a millones de teleespectadores, con minucioso erotismo, con cinematográfico sentido de la narración, con exultantes invenciones verbales, su amartelamiento con uno de los más grandes asesinos de la historia universal, pero primó en el reportaje la fascinación por el río de sus dólares, por el encanto de sus años de esplendor, y por la leyenda de una <i>Dolce vita</i> labrada a bombazos. Y la bella pérfida declaró con poético cinismo que la única diferencia entre el amor que ella le tuvo al <i>Padrino</i> y el que le tuvo la sociedad colombiana, fue nada más una cama. El enrazado de joya policial y novela romántica tuvo una aceptación aplastante.<br />
No lo sigamos negando: a la urbanidad de Carreño la remplazó la urbanidad de Escobar.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;"><br />
</span></div><div style="font-family: arial; text-align: center;"><span style="font-family: arial;"><span style="font-size: 130%;"><span style="color: #cc0000; font-weight: bold;">El aciago destino de los autores</span><br />
</span></span></div><div align="justify"><span style="font-family: arial;">Todos los autores han entrado en el desprestigio, incluido Dios, creador de creadores, dueño del alfabeto inexpugnable del que nadie puede escapar sino a través de métodos extremos y dramáticos. Los premios y las recompensas que les estaban reservados, su tierra prometida, su lugar de encuentros, se disiparon por completo, convirtiéndolos en la mayoría de los casos en unos damnificados, vanos reyezuelos de la bruma, o, lo que es aún más cruel, en triunfadores derrotados por el éxito, vacíos artífices de ensoñaciones peregrinas. En síntesis, una raza ininteligible que con el correr de los tiempos llegará a no necesitarse para absolutamente nada. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Autor: curiosa palabra que designa a una especie de demiurgo omnímodo, que reina sobre algo de manera alternativamente paternal y trágica. Su prole son los productores, los editores y los comerciantes pero todos ellos, aunque no lo confiesen, son ateos y parricidas. De ahí que hayan alzado la mano contra sus propios padres hasta el punto de que algunos, ebrios de amor por el vacío, postulen que “ya no se necesitan escritores para hacer libros, ni guionistas para hacer cine, ni periodistas para hacer crónicas, ni dramaturgos para hacer teatro, y si se nos viene en gana seremos capaces de poner de moda libros con las páginas en blanco”.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El autor es el ser más solitario de <st1:personname productid="la Tierra" st="on">la Tierra</st1:personname>, aunque en ocasiones su trabajo se convierta en un espejismo populoso. En el lugar de sombras que le pertenece, atemporal e hilarante, se enfrenta a diario con sus creaciones. Su sitio no es completamente de este mundo, pero anuncia un universo mejorado: no el que es, sino el que debería ser. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial;"><span style="font-family: arial;">Toda forma de creación ha ido a dar, hasta la fecha, en un fracaso irremediable. Si el autor trabaja en el cine, la televisión o el teatro, que son artes colectivos, su materia prima es traicionada, una y otra vez, por aquellos que deben comprender el guiño, y que, sin embargo, parecen destinados a no comprender nada: no aman la creación sino su parte fútil, es decir el triunfo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Por eso son más dignos los géneros solitarios como la poesía, el onanismo, la novela y el suicidio. En ellos el artista debe despojarse de las máscaras de la sociabilidad y de los tratos cotidianos, quedarse completamente solo, abandonado, dejado por el mundo, para alcanzar su voz y descubrirse. Estos develamientos son preciosos como diamantes pulidos lentamente y en ellos aparece siempre la denuncia de que, para decirlo con Rimbaud, la verdadera vida está en otra parte. Y por eso acostumbran recibir, como contraprestación, la furia de los señores y la zancadilla de los lacayos: nada más peligroso que tener visiones en un mundo de ciegos. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial;"><span style="font-family: arial;">Símbolo de la reducción de todo a la esfera de lo kitsch, de la banalización enardecida, de la compra grosera de cuanto es susceptible de producir dinero, también el mundo editorial colombiano se ha transformado en un <i>show bussines</i>, una incomprensible máquina rapaz donde están todos los que no son y son muy pocos de los que están: una pasarela de reinado de belleza con eventos en las playas de Cartagena y en los más suntuosos salones de las grandes capitales da cuenta de la hipotética floración intelectual, comandada por un elenco de creadores <i>ligth,</i> cuyas bagatelas se vuelven filmes o telenovelas casi al mismo tiempo en que salen al mercado y se venden en las librerías con una celeridad que ya quisieran Céline, Proust, Perse o Malraux. Sí, una súbita bonanza de <i>genialidad</i> ha saltado a escena y amenaza con enceguecer la pupila de los lectores incautos y llenar las valijas de los editores. Esta, como casi todas las bonanzas, es una auténtica ficción, más próxima a la mercachiflería que al arte: Bienvenido sea, de todos modos, el <i>boom</i> de lo desechable, porque nos recuerda que “la salud de una cultura depende de la calidad de sus dioses”. La rutilancia de trabajos como <i>Sin tetas no hay paraíso,</i> <i>Esto huele mal,</i> <i>Zanahorias voladoras,</i> <i>Perder es cuestión de método,</i> <i>Satanás, El penúltimo sueño </i>o <i>Rosario Tijeras,</i> prueba la justeza del argumento.<o:p></o:p></span></div><div align="justify" class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial;"><span style="font-family: arial;">Miguel de Cervantes fue quizá el primero que lo denunció, haciendo alarde de su capacidad profética: En la segunda parte del Quijote, urdió un entramado que sería la piedra fundacional de la literatura moderna. En el decurso de la ficción, como en un juego de espejos, el Caballero de la triste figura sospecha que alguien lo está escribiendo, y acusa a ese autor mediocre de estar intentando suplantar a Cervantes, para obtener, de manera oportunista, provecho del éxito obtenido con la primera parte de las aventuras del manchego<span style="color: #cc3300;">.<o:p></o:p></span></span></div><div align="justify" class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial;"><span style="font-family: arial;">Desde entonces los ejemplos de incomprensión frente al creador han sido muchos, y en no pocas ocasiones ésta ha cobrado un precio altísimo a sus propulsores: bástenos recordar con asombro los casos de Ezra Pound y Gauguin, de Artaud, Chejov y Poe, de Dostoievski y Kafka, de Joyce y Balzac. Ninguno de ellos pudo escapar de la costosa revancha impuesta por los adoradores de la convención y los fanáticos de la mansedumbre interior. <o:p></o:p></span></div><div align="justify" class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial;"><span style="font-family: arial;">El vía crucis del autor, la noche perpetua a la que ha sido condenado, y las innumerables injusticias y expiaciones a las que lo sometió su encuentro con el mundo pragmático, constituirán algún día no muy lejano un capitulo denso y fatigoso de la historia universal de la infamia. Los derechos del autor están tan mancillados como los de todos los grupos y sectas y razas y pensamientos y doctrinas de las inmediaciones: los negros, los homosexuales, los locos y los que habitan cualquier forma de lo “distinto” se constituyen, por lo tanto, en sus gemelos y sus pares.<o:p></o:p></span></div><div align="justify" class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial;"><span style="font-family: arial;">Si nos atenemos a la certeza de Shakespeare, según la cual “el hombre está hecho de la misma materia de los sueños”, la defensa del creador (léase autor) es la vindicación de la parte más sagrada de la condición humana y simboliza la tentativa de agregar camino y horizonte a esa masa indefinible que llamamos vida: el autor posee la bitácora para enfrentar este presente de fantasmas. <o:p></o:p></span></div><span style="font-family: arial;">Triste revelación, furibunda paradoja: Ahora llega primero el pirata que el fundador. </span><br />
<span style="font-family: arial;"><br />
<br />
<br />
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="color: #cc0000; font-weight: bold; text-align: centerfont-family:arial; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial; font-size: 130%;">Diatriba contra el cóndor</span></div><div class="MsoNormal" face="arial" style="font-family: arial; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: arial;">Siempre he pensado que los símbolos a los que se acogen los países, las ciudades, los partidos políticos y hasta las civilizaciones, traslucen parte de su más íntima e inconfesable vocación. El símbolo es como una sombra tutelar, un escudo protector, un tótem posterior al tiempo de la magia, una imagen expresiva a la que nos confiamos y en la que se encarnan nuestros más graves principios: dime a qué símbolo te entregas y te diré quién eres, descubriré la parte más evasiva de tu identidad.<o:p></o:p> </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justifyfont-family:arial;"><span style="font-family: arial;">Debido a eso, desde hace mucho tiempo, sospecho que el cóndor de los Andes, animal carroñero, zopilote de cinco estrellas, buitre de buena familia, chulo de ojos azules y abrigo aristocrático, es de pésimo augurio dentro de nuestro escudo y muestra parte de los yerros y falacias sobre los que está fundado nuestro ser nacional. Investigando las características de su existencia descubrí que lo único que tiene a su favor es un gran departamento de prensa, tal y como ocurre entre nosotros con la mayoría de los patricios venerables y los doctores intocables. El buitre es un animal de temperamento oscuro pero jactancioso, que trabaja muy poco, se esfuerza casi nada, tiene la creatividad en el piso y se conforma con las piltrafas repugnantes que le dona la muerte. Al contrario del águila, ave cazadora, inteligente y llena de donaire, escogida por los Estados Unidos de América como su estandarte y cantada por Walth Whitman y otros grandes poetas de la vitalidad; nuestro cóndor lleva una existencia sombría y tiene un prontuario vergonzante. ¿Entonces de dónde viene su mítico prestigio? <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: arial;"></span></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Alguna vez Jorge Luis Borges, afirmó, con la clarividencia de un visitante agudo, que Bogotá es una ciudad llena de estatuas erigidas a héroes que nunca lo fueron. Pues bien, también en nuestro escudo hay un falso prócer, un héroe que nunca lo fue, un patricio sin hazañas, un condecorado que no conoce la escaramuza o el fragor de la batalla, un príncipe apócrifo y ese es, precisamente, el cóndor de Los Andes. ¿Por qué lo hemos escogido para que nos represente? ¿Quién fue el cáustico ironista que transformó a este somnoliento devorador de basura en un patricio emplumado? <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: arial;"></span></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">No entiendo –pero esto es tan solo parte de lo inexplicable que resulta el <i>pathos</i> de Colombia– de dónde proviene la veneración hacia este chulo petulante, los sentidos discursos que se le escriben y que contaminan los recintos y palacios del poder, los salones de la retórica oficial, las academias, los salas de convenciones y las sedes de los partidos políticos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: arial;"></span></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El cóndor representa, es cierto, algunas características de los colombianos, y no precisamente las mejores: su figuración inexplicable guarda acongojantes semejanzas con la de buena parte de nuestra fauna social, política y cultural. El país está lleno de carroñeros con blasones cuyas hazañas y episodios, al igual que las del buitre nacional, son del todo inexistentes. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: arial;"></span></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">El cóndor es la clase alta de los carrroñeros, el archiduque de los tragadores de estiércol, y por ellos no tiene ni siquiera el encanto modesto del chulo común, que, como lo descubrió con envidia Truman Capote, sabe de su baja estopa, que es feo y repugnante, y, por lo tanto, no tiene la necesidad ni el interés de engañar a nadie. El zopilote nacional, en cambio, es un gran farsante, un estafador plumífero.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: arial;"></span></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Hace poco tiempo asistimos a una de nuestras eternales y bizantinas polémicas nacionales, cuando alguien dijo que el cóndor, en el escudo patrio, debía mirar hacia otro lado. Al instante se formó la debacle: los nacionalistas de agua dulce y los moralistas de la historia saltaron a la escena, para deplorar que alguien fuera capaz de perturbar la perenne inmortalidad y grandeza del chulo linajudo. Comentarios, diatribas y encendidos debates estallaron como petardos de pólvora. ¿No es acaso perturbar la mayoría de nuestros símbolos un principio de revisión y de cambio?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: arial;"></span></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Pero, tal vez, la discusión sea otra: si este caballero de dudosa grandeza merece o no merece estar en el escudo de una nación en crisis, necesitada de símbolos más vivos, más vitales y sobre todo, menos decadentes.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: arial;"></span></o:p></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><span style="font-family: arial;">Yo, desde esta humilde trinchera, abro la jaula para remplazar al cóndor en el escudo… se escuchan las propuestas…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: arial; text-align: justify;"><o:p><span style="font-family: arial;"></span></o:p></div><span style="font-family: Arial;"><span style="font-family: arial;">No faltará el cínico que postule al perico…<br />
</span><br />
</span><div class="MsoNormal" face="arial" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div>Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-78349681919608717922007-11-29T16:20:00.007-05:002009-01-21T10:50:45.507-05:00Enrique Rodríguez Pérez<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHHRhNASSKf0zlg7kLK6QAT5JlIXyPWVPsu9CjFtVQGfE4jSyaT0yRzWAbNtf10hgtHLFui4c9wazefq-48YrpQcjxhE87JMGli-MU-3o4DjpB5ljexayNqUQC33Cx7sOUSlN98gJOxMc/s1600-h/Enrique_Rodr%C3%ADguez.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 129px; height: 162px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHHRhNASSKf0zlg7kLK6QAT5JlIXyPWVPsu9CjFtVQGfE4jSyaT0yRzWAbNtf10hgtHLFui4c9wazefq-48YrpQcjxhE87JMGli-MU-3o4DjpB5ljexayNqUQC33Cx7sOUSlN98gJOxMc/s400/Enrique_Rodr%C3%ADguez.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5272696132190429090" border="0" /></a><b style=""><span style=";font-family:";font-size:14;" >La lógica de la destrucción<o:p></o:p></span></b></div> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" >Las palabras se han vuelto planas. Se oyen, se siguen. El discurso dominante arrecia contra el pensamiento crítico. Avanza como un arma invisible. Desplaza, excluye, dispara. Como no causa la muerte, produce moribundos. Ideas muertas que se repiten, que aprueban todo. El rey vence porque manipula la acción, la palabra. Hace parecer legal lo ilegal e ilegal lo legal. Confunde mediante un discurso que aparentemente es objetivo y nada ambiguo, pero es lo más ambiguo que se ha elaborado porque es el discurso de la doble moral. Encarcelamos al paramilitar, al parapolítico, narcotraficante, al guerrillero, al delincuente, al estafador. La sociedad se está limpiando. Pero queda el bueno, el honesto gobernando, maquillado en la máscara del “yo soy la verdad”, de Platón. Hace creer que hace justicia, pero derrumba la justicia por todos los medios. Usa lo ilegal para demoler lo legal, vehiculado por la comunicación de los medios y los estereotipos. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" >EL lenguaje se achica, sólo presenta una mirada, una versión. Todo se ha vuelto periodístico. Se ha llegado a la realización del proyecto moderno racionalista de un modo simple. Todo ordenado bajo una mirada que cree tener el poder de decirlo y solucionarlo todo. Y pobre de aquel que refute los argumentos. Sin embargo, al ver por atrás del discurso, no hay argumentos y cuando se enfrenta a sus contradictores, exige argumentos y no consignas. Pero el rey esboza consignas, repite consignas para que el pueblo, en su ingenuidad lingüística, las convierta en actitudes de seguidor incondicional. Y surgen estos juegos de palabras: falso positivo, libérenlos ya, no más…, pirámide, yidis política, parapolítica, operación jaque, marcha violenta, y sobre todo seguridad democrática (porque está tan mal que toca asegurarla, pero queda peor), terrorista el otro. ¡Qué metáforas del contrasentido!<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" ><span style=""> </span>El lenguaje lineal y finalista desarma el pensamiento poético, el movimiento creador. Como un gendarme modela la palabra como repetición. Ilustra de una única forma, reprime sutilmente (que es lo más peligroso e insano) la toma de posición que refuta o está en desacuerdo. Como una pantalla de televisión se ve el país, achicado, modelado. Sólo la verdad está en un lado; en el otro, equivocación, resentimiento, populismo. Sin dejar ver que en ese discurso pantallero lo que se exacerba es, precisamente, la incoherencia, el populismo, el miedo. El cristiano recalcitrante se pone la ruana, el sombrero costeño, el bastón del indígena y pega y violenta y ruge. El rey se ha multiplicado, se entalla, se pavonea como un gallo de pelea. El gobernador se autodefine honesto y el eco de la masa lo repite. Todos se vuelven emperadores de la fantasía, sin saberlo.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" >El discurso vuelve a repetirse, a confundirse con el discurso del emperador. ¿Y dónde está el lenguaje como signo, como significación? ¿Y qué pasa con el poema que diluye lo plano, que hace crestas, que problematiza, que produce duplicidades abiertas? ¿Dónde se junta la metáfora y la ética, la poesía y la política?<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><b style=""><span style=";font-family:";" >Pensamiento que se consume de muerto<o:p></o:p></span></b></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" >La palabra aplanada destruye el pensamiento. Y éste no reacciona porque se hunde en el mito de la masa. El pensamiento mecánico se vuelve consigna repetida aquí y allá. Eslogan dicho infinitas veces. Modelo planificado para que se quede en la memoria. Y se queda como engaño que causa bienestar y progreso, rectitud y salud democrática. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" >Pero este terrible juego de la apariencia oculta el desastre, la decadencia de la razón que proclama la libertad individual, el dominio de la naturaleza, la colonización de las dimensiones vitales, el poder de lo bueno y de lo bello, la pasividad del sujeto, la alienación económica. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" >Pensamiento caído, desterrado, en decadencia. Incapaz de la duda, de lo incierto, de lo móvil.<span style=""> </span>Sin energía para pensar el infinito, la multiplicidad, la simultaneidad, lo diverso. Pensamiento instrumental que se afianza en la fuerza del poder que esconde una debilidad atropellante. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" >Aquí el pensador queda cercenado en su cabeza, queda con pies y manos para trabajar mil veces tres. Dominado por la jerga de la libertad y la seguridad. Libertad y seguridad para unos, los más fuertes; sumisión e inseguridad para los débiles. Tanto que tienen que comprar seguros para todo, para ver si pueden sobrevivir. Compran a crédito los seguros que venden los demócratas, los ilusionantes, los modeladores de la falsa apertura, de la máscara de la dicha. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" >El pensador “antidemócrata” es expulsado. Siempre condenado a callarse, a someterse. Sin embargo, aún resurge de la carne, del sufrimiento creador, del talle de lo que no renuncia a la rebelión. Se hace poeta, profiere la palabra que lacera, que retumba en el mármol para partirlo, que ondea sobre las cabezas dormidas como un logos irreverente. El pensador poetiza para desarmar la máscara y para reconocerse enmascarable, así se hace auténtico, divisible, diferente, de carne y hueso. Ajeno al modelo, no moldeable pero inventor de la pluralidad. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><b style=""><span style=";font-family:";" >Estética de la imagen y la masa<o:p></o:p></span></b></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" >La estética de la vida moderna aplanada. Estética de la vida colombiana. Se teje la imagen desde la imagen. Se logra una perfección simbólica que parece ser auténtica, pero al verla por detrás sólo guarda podredumbre, deshonestidad, manipulación, juego violento. Imagen que se construye sobre la guerra para construir la paz, sangrienta forma de antipatía, siniestra mano que tiene rostro casi noble, bonachón. Amabilidad horadante y repulsiva. Calidez y ternura que guarda odio y demencia. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" >Estética de uno y otro bando, tan igual que duerme y enarbola el mismo odio, las mismas armas. Juego de imágenes de aquí y allá. Pero el terror se disfraza de convivencia para ir asesinando desde la sombra. Cada página de periódico, cada comercial de televisión, cada noticiero, cada idea política es la multiplicación de esa violencia soterrada que predica confianza. Como está tan bien lograda, perfectamente construida, convence. Pero ¿qué diferencia habría entre los dos bandos, entre la derecha y la izquierda, entre el arriba y el abajo. Si están el uno y el otro actuando de la misma forma, jugando con las mismas imágenes y procedimientos. ¿Qué diferencia hay entre la imagen del carriel y la toalla, entre la gorra y la escopeta, entre la bota de caucho y la bota de cuero? ¿Entre la corbata y el fusil?<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" >El mecanismo se diluye en las mentes como agua impura, como lluvia bebible. ¿Dónde acampar de este temporal de las visiones, de los signos incompletos?<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><b style=""><span style=";font-family:";" ><o:p> </o:p></span></b></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><b style=""><span style=";font-family:";" >Política del deterioro<o:p></o:p></span></b></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" >Bajo esta ruina de país, en su apariencia de medianía; fluye una corriente que se fragua en la desconfianza, la sospecha, el cansancio. Sin embargo, aún hay mucha quietud, pero amanecen los indígenas en la Universidad Nacional, como una señal de que nada anda bien. Sin ser escuchados por el imperio caricaturesco criollo, regresan a sus tierras. ¿Qué se espera de un país que no admite las razones de sus propias raíces?<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" >De inmediato, con un misterio no misterioso se gesta el escándalo de las pirámides, para borrar la otra protesta. ¿Pero acaso, el sistema financiero de nuestro país, no es una pirámide invertida? Y a ellos no los arrestan, pero empobrecen a los pobres y a los de clase media con sus mecanismos de tarjetas y cobros e intereses. ¿Pero el sistema cómo va a dejar que lo supuestamente ilegal invada y ponga en quiebra los bancos? Esto pone en entredicho todas las liquidaciones y los controles para parecer buenos, relativiza las capturas, hace sospechar de la justicia que se busca.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" >Poco a poco se va borrando el fenómeno de la parapolítica. Hay superposiciones mediáticas que lo logran: los premios de Juanes, los partidos, las marchas que enmascaran intereses oficialistas con el eco en la masa, las operaciones jaque (efecto cinematográfico del engaño). El país sigue en manos de todas estas parapolíticas parafinancieras. Ahora se engaña para liberar secuestrados y se piden recompensas: ¿Acaso nos son formas del secuestro al revés? Lo que cuenta es el comercio con la gente.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" >Y quién inició esta guerra. ¿La guerrilla apareció por arte de magia? ¿Sólo en estos actores hay deterioro moral y decadencia violenta? ¿Qué es más violento que la pobreza, las detenciones de líderes sociales, los desplazamientos causados por todos los bandos, los gases lacrimógenos, los falsos positivos, el enriquecimiento de los ricos?<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" >Finalmente, ¿habrá oportunidad para consolidar otra forma distinta de pensar, que se distancie de estas lógicas ambiguas? ¿Acaso la poesía, las artes, la cultura, la política vinculada con la ética, no impulsan a la acción, a la transformación del pensamiento? ¿Y en las escuelas, dónde está la poesía, dónde el arte? Por eso, hay un reto, romper estas apariencias cómodas de bienestar, gestar un pensamiento creador que se rebele contra estos imperios diminutos y sutiles que nos envuelven como araña sangrante. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style=";font-family:";" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: center; line-height: normal;" align="center"><span style=";font-family:";font-size:10;" >* Poeta y catedrático de la Universidad Nacional de Colombia<o:p></o:p></span></p>Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-53295860511770580632007-11-29T16:11:00.000-05:002009-04-20T16:50:38.076-05:00Una estupidez muy popular<p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Como si se tratara de una nueva, ardorosa comprobación de que “Vivir es perjudicial para la salud”, las cosas constructivas y las actividades ejemplares son precisamente lo que nos está matando, y en la actualidad, todo lo nutrido de arrogancia objetiva, soporta la carga viral de la violencia. Una sobredosis de “muscularidad” irracional y minuciosamente retrógrada, en el sentido de que, a más de paralizarnos nos devuelve a épocas regidas por leyes brutales y mandamientos omniscientes, empieza a revelársenos con fiero cinismo; como si se tratara de una prueba de que toda certeza engendra su contrario, y de que siempre estamos en la tierra indómita de la paradoja,<span style=""> </span>las actividades más gozosas, inocentes, de signo positivo, fútiles, dignas de piadosos grupos familiares y de espíritus blancos, en una palabra las purificadoras del clan, son ni más ni menos los emblemas portadores de la muerte, la parálisis, la ruina y los inconscientes apetitos homicidas que todos llevamos muy adentro, convenientemente encadenados. El optimismo queda nuevamente en entredicho… <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">El fútbol, tan animosamente promovido por una sociedad que encuentra esplendor en todo lo que enceguezca la memoria, envilezca el alma, encienda furores insensatos y despierte el ánima tribal, se ha convertido en uno de los principales jinetes del apocalipsis post-moderno. Fatuo torneo imbuido de heroísmo caricaturesco, su legendaria función purificadora se desvirtúa cada domingo,<span style=""> </span>y sus noticias han saltado de las páginas deportivas a las judiciales, al igual que las de los antiguos protagonistas de las páginas sociales. Sus enconados defensores –entre los que hay engendros del periodismo convencional, industriales, “traquetos” y novelistas- insisten en defenderlo, negando que, posiblemente, hay en su discurso, o en la utilización mercantil que de él han hecho, el germen de una competitividad rahez, una viscosa ansia de gloria, una ampulosa y mediocre ensoñación, y que todos estos elementos conjuntados no son sino espejos sumisos de lo que ocurre en la realidad-real, esa que respira lejos de la cancha y el estadio: entonces, pensar que la savia contenida en el ritual del balompié no tiene absolutamente nada que ver con los escándalos de sus seguidores, sería tan necio como postular que la delincuencia y los grupos sociales estrafalarios a los que conocemos como lumpen, nada tienen que ver con la sociedad de la que provienen. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Antídoto contra la verdadera rebeldía, este mezquino deporte parece confeccionado para ser el gran exorcista de nuestros temores y llagas y frustraciones y dolencias. Su lenguaje es universal en el peor de los sentidos, es decir con la misma universalidad de la brutalidad policiva, el terror sexual post-sida, la rapiña comercial y la voracidad bancaria, idénticos en Londres y <st1:personname productid="la Habana" st="on">la Habana</st1:PersonName>, Tokio y Caracas, París y Bogotá, como ejemplo de que la globalización es ya un hecho dolorosamente comprobado. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Como todo lo que vilmente necesita y fomenta un ganador, el fútbol se ha convertido en el detonante de nuestra mediocridad, y sus coléricos fanáticos, como los ilustres desahuciados del teatro de Beckett, desgastan la vida, obliterados ante una espera inútil, la risible quimera de una compensación triunfal que siempre queda más allá, en un futuro inasible y perpetuamente postergado, como el de los liberales; en otro tiempo donde, según la delirante hipótesis, se nos compensará el haber dilapidado sin rubor nuestro derecho a la esperanza. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Aunque condenables, los miembros de las barras bravas, los exuberantes <i style="">Hooligans,</i> los pequeños bribones que manchan de sangre las tribunas, los rufianes que lloran y se emborrachan y matan por su escuadra, los pichones de sicópata vestidos de rojo, azul, o verde, deben ser comprendidos en su exacta y triste dimensión, y su hoja de vida hay que entenderla como lo que<span style=""> </span>verdaderamente es: una historia clínica y un retrato antropológico. Estos desadaptados, curiosamente nacidos de un deporte fabricado para adaptar el alma, son las otras víctimas de una alienación vestida de salubridad y de honor patrio. Las tardes de la espera se han hecho amargas, la promesa de que nuestro club o nuestra selección, es decir nuestra barriada o nuestra nación vencerá algún día, empieza a desesperar de la esperanza. ¿No serán estos argumentos los gemelos tenaces de la la promesa incumplida de la misma existencia? ¿No representa el sueño de una victoria justiciera en el deporte lo mismo que el profundo anhelo de un advenimiento del pan sobre las mesas, de una equidad en el trabajo, de una oportunidad que brilla por su ausencia?<span style=""> </span>¿La promesa del fútbol no es del mismo linaje que la promesa del porvenir? ¿El dolor que produce el “engaño” histórico de la selección Colombia no es el reflejo del dolor producido por la engañifa perpetua de sus gobernantes?<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Alguna vez le preguntaron a Borges por qué odiaba el fútbol siendo un deporte tan popular, a lo que el venerable ciego repuso: “El fútbol es muy popular porque la estupidez es muy popular”… y la estupidez se está mostrando ante nosotros en toda su lamentable y rampante proporción.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">P.D: Todos los hechos del fútbol se me antojan reprobables y grotescos, pero hay uno que me parece más terrible : el hecho de que bellas mujeres desgasten su hermosura en la fiebre infernal de los estadios.<o:p></o:p></span></p>Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-49118373890124295182007-11-29T16:10:00.003-05:002010-09-21T13:48:21.690-05:00Aquel septiembre infinito<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><span style="color: #c00000; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Por</span><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="color: #c00000; font-family: Arial, sans-serif;"> Iván Beltrán castillo<o:p></o:p></span></b></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="color: #c00000; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Este 11 de septiembre se cumplen treinta y siete años del golpe militar que derrocó a <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Salvador Allende</b> en Chile, e impuso durante varias décadas la dictadura ominosa del general Augusto Pinochet, una de las más crueles y sanguinarias de la historia latinoamericana. Ese tiempo imborrable dejó recuerdos sensibles, sorprendentes y paradójicos en quienes lo vivieron, como lo muestra la siguiente columna.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Tal vez porque los niñitos de entonces asistimos a los primeros ensayos del ridículo y complicado montaje que será nuestra vejez; porque el (re)entierro de Víctor Jara, ocurrido hace un año exacto, activó los resortes de una memoria inacabada; porque últimamente nos ha ganado el vicio desvergonzado y falaz de escribir ficciones, cuyo carbón fundamental son los sueños que una vez creímos vivir en una dudosa vigilia, o sencillamente porque llegó la hora de empezar a botar recuerdos para aligerar el globo... quizá por todas esas cosas, y por algunas otras, menos épicas y menos marciales, sea que en el curso de las últimas semanas yo no haya podido escapar al recuerdo de los atemperados días en los que cayó Salvador Allende, la gran esperanza socialista de los años setentas latinoamericanos, y apareció –oscuro, bilioso, dueño de una felonía con muy pocos pares en la historia, sangriento usurpador a la manera del Claudio Shakespereano– el perfil soberbio del ya incapturable general Augusto Pinochet.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoBodyText" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Yo tenía tan solo once desesperados años, y estudiaba en el único colegio fundado, dirigido y monitoreado por los marxistas colombianos, que, como es apenas obvio, siguieron el proceso de la Unidad Popular de Chile muy de cerca, primero derrochando optimismo y luego destilando rabia y amargura. Allí, en el Liceo León de Greiff –como se llamaba aquel curioso bastión, aquel pacífico pero altivo laboratorio de materialismo histórico- los estudiantes mayores eran todos de un rabioso comunismo, tal y como son incorruptiblemente teológicos los alumnos avanzados de los colegios de curas, de modo que era imposible no capturar en los recreos y en los muchos actos culturales que se realizaban –los primeros con la presencia temible y arrasadora del mismísimo poeta De Greiff– noticias, rumores, conjeturas, especulaciones, hipótesis y teorías alrededor de Chile.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Pero los niños, aunque, como es obvio, jamás lo habíamos leído, compartíamos aquella sentencia de Octavio Paz, según la cual “La historia es el error”, de manera que ninguno necesitaba aun del progreso, ni de la esperanza, ni del calumniado porvenir, ni, menos aún, de acuerdos programáticos, y creo que ni tan siquiera nos urgía la justicia, néctares principales de la borrachera histórica, y por lo tanto, la verdad sea dicha, el tal Chile nos importaba un rábano, aunque la señora Marina de Araque, la comprensiva y maternal rectora bolchevique, les dijera a los profesores, pálida y cejifruncida, con llamativa frecuencia: “Chile tiembla, camaradas docentes, los momios están ganando, hay un complot orquestado por los gringos, se está cayendo el compañero presidente.” <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">El día del vil asalto a la Moneda, 11 de septiembre de 1973, lo recuerdo perfecto, como les ocurre a los viejos, que retienen con precisión los hechos acaecidos hace cuarenta años pero no pueden recordar qué desayunan en la mañana. Nos encontrábamos en una clase de religión, lo que en un colegio marxista es sinónimo de asonada, chifladura y hora libre, cuando, como en una procesión luctuosa, empezaron a salir de los salones todos los maestros con los libros bien cerrados como si su misión pedagógica hubiera terminado para siempre; los directivos dejaron sus oficinas, y los estudiantes de los cursos finales, como si hubiesen arribado al Kremlin, formaron geométricas y rigurosas filas con el rostro descompuesto, y la buena señora Marina, trasmutada en un alma en pena de la izquierda democrática, se apareció en la ventana de aquel quinto de primaria, llorando con indescriptible amargura: “lo mataron.... los milicos asesinaron a Allende dentro de la Moneda... ha muerto la esperanza”.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Creo que no hubo necesidad de estar en Chile, ni siquiera de haber adquirido los vicios y preocupaciones adultas, para sentir lo solemne y denso de aquel minuto. La cita de la quimera socialista con la traición y la muerte se había cumplido con eficacia. Pero, lo que para muchos representaba el final, abría, por lo menos a los pequeños bribones de aquella institución utópica, el principio de muchas cosas paradójicamente gratas, sublimes y novísimas y que nos llegarían vía Santiago de Chile, Valparaíso o Puerto Montt. La efervescencia que siguió en América Latina a la caída de Allende, el exilio doloroso y forzado, las ignominias y el pánico al que se sometió al pueblo chileno, trajeron a los pichones de mamerto un inesperado tesoro, y así las cosas, al lado de los crecientes sentimientos de índole dialéctica, pétreos, a su pesar, como animales disecados, advinieron otros que no me parece injusto llamar eróticos. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Pisábamos el umbral de la educación sentimental. Resulta que, una vez iniciada la gran marcha de los chilenos progresistas hacia el exilio, el Liceo León de Greiff se llenó de alborotados, ingeniosos, muy rumberos, vaguísimos y adorables chilenos. Eran los hijos de funcionarios, militantes, diplomáticos, ideólogos, sindicalistas, artistas e intelectuales cercanos a la Unidad Popular, fugados de su patria para preservar la vida. Estos adorables tarambanas pronto fueron los mejores amigos, los compañeros de farra, los cómplices transgresores y, confusamente, trazaron la senda por donde habrían de discurrir los años venideros. Pero además de eso –y aquí viene la sustancia de este pequeño relato- generalmente los chilenos andan acompañados de chilenas, y mis entrañables cómplices no fueron la excepción. Llegaron con un muy apetecible cargamento de hermanas y de primas, y entonces el obituario histórico desplegó sus consecuencias emotivas: Nada es imperfecto en el averno de la historia; la catástrofe política nos hacía, por los menos, una grata donación compensatoria. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Las chilenas recién desempacadas –hermosas, rubias, de ojos mayoritariamente azules y cuerpos agraciados en donde se despertaba el deseo y se agitaba el abanico de posibilidades de la imaginación– fueron en un parpadeo los más perseguidos trofeos de caza, el sueño colectivo de sus compañeros de salón, que, gracias a eso, no se volvieron exageradamente biches a la sombra de las barbas de Carlos Marx y Federico Engels. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Pues bien, y hablaré por mí aunque presiento que fueron muchos los que compartieron mi devocionario, la tragedia histórica y la apoteosis de la belleza de las chilenas, fundidas en una sola interminable masa, nos convirtieron pronto de peripatéticos niños en sitibundos, necesitados adolescentes, vitales satélites de todo aquello que estuviese contaminado de “Chileneidad”. En nuestra imaginación púber reconquistar la moneda era conquistar a la elegida prenda femenina del sur; comer empanadas Chilenas era devorarla a ella con apetito caníbal, beber vino tinto de Chile era beber sus labios, ponerse sus ponchos coloridos era acceder al tacto de sus carnes totémicas, escuchar a Violeta Parra y sus dos hijos, a Victor Jara –el divino mártir– y al Quillapayún coral, era, ni más ni menos, oír de alguna de ellas una sobrecogedora confesión romántica; tocar la quena y el charango era tocar su cuerpo magnético, asistir a las peñas nocturnas organizadas por los exiliados era como ser invitado de honor a un magnífico festín en sus predios, leer a Pablo Neruda y a Díaz Casanueva era leer su sensibilidad que se nos antojaba sublime, y conocer los copiosos documentos, periódicos y filmes de la resistencia era ser su más cercano cómplice y demostrarle que anhelábamos acompañarla –básicamente de cuerpo, pero también de alma– en la re-fundación de la justicia. Entonces, como ocurre siempre, la noción histórica quedó afectada por la noción erótica, que a su vez estaba influenciada por la noción política que su vez.... y así hasta lo infinito: El señor Freud se burlaba de la rigidez de Lenin en su mismísimo jardín. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Pues bien, no todos los devotos de la femineidad chilena tuvieron su recompensa, pues el número de los objetos del deseo era muy inferior al de los sujetos de la espera. En mi caso creo que la recompensa llegó a tiempo, y de manera inolvidable. Es así como de aquel círculo del dolor llegó hasta mí la pérdida de la detestada pureza, la primera novia, los primeros besos, las primeras cartas temblorosas, las primeras esperas, el primer llanto, y el final de una virginidad desesperante.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">Después la vida rodó, los años se encresparon y los chilenos y chilenas se perdieron. Unos regresaron a casa, otros marcharon a Europa y Norteamérica, y lo único que quedó de todo aquello fueron los recuerdos de un cataclismo, propicio a las especulaciones y disertaciones de los historiadores, y la memoria sensible de los entonces cachorros de Liceo León de Greiff. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;">P.D:</span></b><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 11pt;"> No faltará, es cierto, quién me tilde de irrespetuoso y hereje, por escribir “otra cosa” sobre el Septiembre Chileno, y por recrear con otros ímpetus un fatigado, deformado y ya casi mitológico hecho histórico. Por recordarlo todo desde el fortín del placer, en vez de propiciar una coda quejumbrosa y sumar otra voz al coro que hace 37 años está cantando el mismo réquiem. Pero hay que recordar que en este mundo todo tiene múltiples lecturas y que tal vez el desdén del horror y el recuerdo del placer sean la mayor, la más dulce, la más minuciosa de todas las venganzas. <o:p></o:p></span></div>Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-45165030588240269142007-11-29T16:10:00.001-05:002009-01-21T10:53:29.739-05:00Fernando de Villena<div style="text-align: center;"><span style="font-family: arial; color: rgb(204, 0, 0); font-weight: bold;">Hipocresía y poder</span><br /></div> <div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">En estos días, viendo en la televisión las imágenes de los judíos ortodoxos que rezaban con los soldados para pedir al cielo el éxito en las matanzas de Gaza, he comprendido varias cosas: en primer lugar que su dios, ese dios guerrero, vengativo, cruel e injusto del Antiguo Testamento, no tiene nada que ver con la doctrina que predicó Jesucristo. Más aún: Jesús se alzó precisamente contra ese dios representado por la mayor parte del sanhedrio y sobre todo por los fariseos. En segundo lugar, que los cristianos hemos confundido demasiadas veces durante <st1:personname productid="la Historia" st="on">la Historia</st1:personname> la verdad de Jesucristo con los intereses propios y en consecuencia hemos actuado de forma idéntica a los judíos que hoy masacran a los palestinos. Y, finalmente, que los rabinos extremistas de Israel son tan peligrosos como los radicales del Islam porque toda religión que no se entienda como la relación del INDIVIDUO con <st1:personname productid="la Divinidad" st="on">la Divinidad</st1:personname> se acerca demasiado a los intereses políticos y económicos.<o:p></o:p></span></div> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style=""> </span>Se ha afirmado que el mundo musulmán vive en <st1:personname productid="la Edad Media" st="on"><st1:personname productid="la Edad" st="on">la Edad</st1:personname> Media</st1:personname>, pero el mundo de la religión judía se rige por un libro lleno de falsedades y horrores y escrito hace varios miles de años. Con arreglo a dicho libro, los judíos actuales no descansarán nunca hasta haber aniquilado por completo a los “nuevos filisteos” y haber conseguido la restauración del “Gran Israel” de los tiempos bíblicos. Por ello, los palestinos que hoy viven en Cisjordania se equivocan al pensar que a ellos no les espera el mismo destino que a los de Gaza.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style=""> </span>En los E.E.U.U. se halla la comunidad judía más poderosa del mundo, una comunidad que ha convertido a esa nación en su propio ejército, pues no nos engañemos: el verdadero objetivo de la guerra de Irak era debilitar a uno de los enemigos de Israel. Después vendrán Siria e Irán y todos lo veremos. ¿O no es acaso la masacre de Gaza una provocación a Irán para que entre en guerra y poder destruir así el arsenal nuclear que prepara el país islámico? Israel necesita seguir siendo la única nación de la zona con armas atómicas, pues de otro modo no podría continuar su política expansionista y sus genocidios.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style=""> </span>Pero, ¿qué ocurre con Europa? Sabemos, desde la invasión de Irak, que <st1:personname productid="la O" st="on">la O</st1:personname>:N.U. es un títere, pero lo más repulsivo es ver la actitud hipócrita de Occidente ante el holocausto del pueblo palestino. ¿No se puede hacer nada? Por supuesto que no. La economía del planeta está en manos de judíos. ¿Quiénes componen el consejo ejecutivo del Fondo Monetario Internacional? ¿Quiénes quitan o ponen presidentes o dictadores donde se les antoja? E.E.U.U., el gigante, se arrodilla ante los designios judíos y nosotros nos arrodillamos ante quien haga falta para seguir viviendo en un mundo de apariencias.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style=""> </span>Y no quiero poner fin a este artículo sin manifestar todo mi respeto a aquellos musulmanes, judíos, cristianos, budistas o animistas que viven pacíficamente y creen en un mundo sin armas ni estados.<o:p></o:p></span></p> <p class="Prrafobsico" style="text-align: center; line-height: normal;" align="center"><span style="font-size: 9pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD"><o:p> </o:p></span></p> <div style="text-align: center;"><span style="font-size: 9pt; font-family: "Arial","sans-serif";" lang="ES-TRAD">*Poeta español</span><br /></div>Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6044393161111136689.post-80710406547985407312007-11-29T16:05:00.002-05:002009-07-14T15:42:09.530-05:00Marco Antonio Campos<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBNzLa7r4iSYT2V3uFkGRX1Bov-F4fUDlucV8mmLTwA_bh16LwHETgeXO-C0hM4onjXWHM05oxcNMWw2-GbKew-CpwRFMSOwjQR6qaNygVnM8WXKdAkAu_f3e8LxVL9Rbdk-Gk-xVPHf4/s1600-h/Marco+Antonio+Campos.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 127px; height: 123px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBNzLa7r4iSYT2V3uFkGRX1Bov-F4fUDlucV8mmLTwA_bh16LwHETgeXO-C0hM4onjXWHM05oxcNMWw2-GbKew-CpwRFMSOwjQR6qaNygVnM8WXKdAkAu_f3e8LxVL9Rbdk-Gk-xVPHf4/s320/Marco+Antonio+Campos.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5358418821802434770" border="0" /></a><meta equiv="Content-Type" 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<br /><b><span style="font-size: 14pt; font-family: "Arial","sans-serif"; color: rgb(192, 0, 0);"><o:p></o:p></span></b></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: right; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;" align="right"><i style=""><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p> </o:p></span></i></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: right; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;" align="right"><i style=""><span style="font-size: 10pt; font-family: "Arial","sans-serif";">a Luis Tovar, con quien hablo siempre de cine</span></i></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: right; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;" align="right">
<br /><i style=""><span style="font-size: 10pt; font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p></o:p></span></i></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: right; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;" align="right"><i style=""><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><o:p> </o:p></span></i></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Cuando la revista virtual <i style="">Con-fabulación</i>, me solicitó cuáles eran para mí las diez mejores películas de la historia del cine, decidí contestar a lo que por años me había negado sistemáticamente porque toda selección de esta suerte es arbitraria e injusta. Luego de darle vueltas algunos días, pensé que no era tan importante el Canon, sino aquellas películas que habían ahondado más en la casa del corazón o abierto ventanas en la casa de la imaginación, que al menos las hubiera visto dos veces y que, de los autores escogidos, hubiera podido seleccionar tres o cuatro más que entraran sin dificultades en cualquier estricta antología. Me incliné por las diez siguientes: <i style="">El ángel azul</i> (Josef von Sternberg), <i style="">Roma, ciudad abierta</i> (Roberto Rosellini) <i style="">Los olvidados</i> (Luis Buñuel), <i style="">La calle</i> (Federico Fellini), <i style="">Esplendor en la hierba</i> (Elia Kazan), <i style="">Persona</i> (Ingmar Bergman), <i style="">Pierrot, el loco</i> (Jean-Luc Godard), <i style="">El evangelio según Mateo</i> (Pier Paolo Pasolini), <i style="">La estrategia de la araña</i> ((Bernardo Bertollucci) y <i style="">El pasajero</i> (Michelangelo Antonioni). No es difícil observar mi apego entrañable al gran cine italiano, quizá el mejor en conjunto del siglo XX.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style=""> </span>En los hechos importantes de la vida y el arte, influye la profunda impresión de la primera vez; así ocurrió con la selección que hice, salvo <i style="">El ángel azul</i>, que, a mi parecer sólo se aprecia debidamente en la edad madura, cuando el paso de los años se ha vuelto ya un cruel peso, o en este caso particular, el opresivo infortunio del viejo profesor que tarde toma conciencia de que es motivo de irrisión continua.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style=""> </span>De una manera realista o literaria en tres de los filmes seleccionados están implícitos, por un lado, el tema del doble y los desdoblamientos, y por otro, la negación del propio ser: <i style="">Person</i>a, <i style="">La estrategia de la araña</i> y <i style="">El pasajero</i>. El primero versa sobre una actriz (Elisabeth Vogler), que se inventa en la vida real un nuevo personaje apegadamente negativo, que a su vez acaba confundiéndose o siendo en algún momento el de la joven enfermera (Alma) que la cuida, o sea, una mujer que actúa en un doble <i style="">personaje </i>y en una doble <i style="">persona</i>; en el segundo filme, de alguna manera la persona del padre (Atos Magnani) se pasa a<span style=""> </span>la del hijo (Atos Magnani) y borgeanamente puede ser el héroe emblemático de la Resistencia contra el fascismo y en la realidad un traidor despreciable; en <i style="">El pasajero</i>, el protagonista, al apropiarse de los documentos de otro para cambiar de identidad ignora, al hacerlo, que le depara algo peor. Pocos cineastas han cuidado tanto el estudio de los caracteres como Antonioni. ¿No declaró en una entrevista alguna vez que seguía “a los personajes para descubrir sus pensamientos más ocultos”? Nunca en su corta carrera Maria Schneider fue dirigida mejor, o si de quiere, nunca un papel se adecuó tanto para que lo actuara ella como el de la joven amante del falso contrabandista de armas (Jack Nicholson). La magistral escena final deja que el drama se distancie al verse teatralmente más desde la calle que en el cuarto del asesinado.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style=""> </span>Para los grandes cineastas italianos la época del fascismo mussoliniano ha sido<span style=""> </span>una obsesión. Interrogar e interrogarse para buscar respuestas de ese lastre moral y esa lenta tragedia que quedaron grabados en el imaginario colectivo y que siguió y sigue marcando a Italia mucho más para mal que para bien: desde Benito Mussolini hasta su la caricatura delictiva llamada Silvio Berlusconi. Pero creo que a ningún realizador italiano obsesionó más el tema que a Roberto Rossellini, gran maestro de maestros. De <i style="">Roma, ciudad abiert</i>a, que trata sobre la Resistencia contra los alemanes, escribió Georges Sadoul, que con este “grito del corazón” se “impuso mundialmente el neorrealismo”. Manteniendo al espectador en tensión continua, es una película sobriamente perfecta: no parece faltar ni sobrar nada. En ella están hermosamente elevados el heroísmo y el sacrificio, la ternura y la tristeza, pero también el desprecio y el odio, el miedo y la traición. Son inolvidables en el filme las actuaciones de Anna Magnani (Pina), y de quienes son líderes o miembros de la Resistencia: Marcello Pagliero (Giorgio Manfredi), Aldo Fabrizi (el sacerdote Don Pietro), y F. Grandjacquet (Francesco). Nadie, que la haya visto, olvidará el asesinato en la calle de la prometida de Francesco (Pina) a manos de los soldados alemanes, cuando instintivamente corre hacia el carro donde lo llevan preso creyendo que debe ayudarlo y salvarlo. Es una de las grandes escenas de la historia del cine. Roma en el filme deja de ser un decorado; es parte viva de la malaventura. Y una pregunta parece resonar en el corazón de quienes sufren la ocupación nazi<i style="">: </i>“Y Cristo ¿no nos ve?” <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style=""> </span>Difícil olvidar en <i style="">Los olvidados</i> la violencia extrema de los niños sin infancia de los barrios míseros y ultramarginales de Ciudad de México de fines de la década de los cuarenta, pero que, por el genio de Buñuel, se vuelven los de cualquier gran ciudad del mundo. Aun en este 2009 y por mucho tiempo el filme es y seguirá siendo de una actualidad quemante. En ese medio mísero el personaje del Jaibo representa el Mal absoluto y el niño Pedro, sin proponérselo, la gran víctima. En un lúcido ensayo, Octavio Paz escribió en abril de 1951: “<i style="">Los olvidados</i> no es un filme documental. Tampoco es una película de tesis, de propaganda o de moral (…) Lejos del realismo (social, psicológico y edificante) y del esteticismo, la película de Buñuel se inscribe en la tradición de un arte pasional y feroz, contenido y delirante, que reclama como antecedentes a Goya y a Posada”.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style=""> </span><i style="">La Strada</i> felliniana es de una tristeza<span style=""> </span>que rompe el corazón frágil. Es el mundo ínfimo del circo ambulante donde tres personajes –un primitivo Zampanó, un tiernísimo Loco y la tonta enamorada de Gelsomina- construyen una vida al margen de la vida que se oye como una canción que toca un pobre violinista callejero en una esquina donde apenas pasa gente. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style=""> </span>Elia Kazan no parece cosechar muchos aplausos dentro de la crítica especializada. Desoladora, desgarradamente triste, <i style="">Esplendor en la hierba</i>, cuya trama sucede a fines de los veinte y principios de los treinta del siglo XX en un pueblo del suroeste de Kansas, es una de las películas que me devastaron en los años de mi primera juventud. ¿Cómo olvidar el alma rota –la juventud rota- de Natalie Word (Deanie en el filme), cuando se hallaba en todo el esplendor de su belleza, <i style="">y allí queda</i>?<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style=""> </span>No sé si Godard fue el mejor de los cineastas de la <i style="">Nouvelle Vague</i> francesa –yo creo que sí- pero ninguno de ellos, a lo largo de su obra, fue más provocativo y propositivo. <i style="">Pierrot, le</i> <i style="">fou</i>, protagonizado inolvidablemente por Jean Paul Belmondo, nos recuerda, como en varios personajes de sus filmes –ya lo dijeron La Rochefoucauld y Marguerite Yourcenar- que en la vida es necesario un toque de locura. <o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style=""> </span>Como en casi todo Ingmar Bergman, en sus primeros filmes Pier Paolo Pasolini solía hacer con unos cuantos pesos unos filmes de una intensa sobriedad, o si se quiere, un admirable cine que parecía también escenificado un admirable teatro pobre. Nadie como él, nos ha dado un Cristo más humano, un Cristo más próximo a Cristo, en <i style="">El Evangelio según Mateo</i>. En el filme, con una sencillez iluminada, se describe a las personas simples y en él se relatan los hechos de un mundo primitivo y puro con altísima poesía.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 14.2pt; line-height: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><span style=""> </span>A grandes rasgos son los filmes que recuerdo con más emoción. Tómese este texto de un entusiasta del cine que no pasó de simple espectador.<o:p></o:p></span></p>
<br /><span style=";font-family:";" ><o:p></o:p></span><span style=";font-family:";" ><o:p></o:p></span><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnXsPsCqcPnHgfYqvk4ysUDTXV0lMWdHPaGSefTLTnuup_rt4NWA69-tRbtxdgFcyH3FFf8593CbB3u5HbDc38Kg42qYMW_rGzWKDBtjrrtbrtLyCYq35DwGHR2GOk9ZJzUV-sr4k1fgg/s1600-h/Marco+Antonio+Campos.jpg"><meta equiv="Content-Type" content="text/html; charset=utf-8"><meta name="ProgId" content="Word.Document"><meta name="Generator" content="Microsoft Word 12"><meta name="Originator" content="Microsoft Word 12"><link rel="File-List" href="file:///C:%5CUsers%5CGonzalo%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_filelist.xml"><!--[if gte mso 9]><xml> <o:officedocumentsettings> <o:relyonvml/> <o:allowpng/> </o:OfficeDocumentSettings> </xml><![endif]--><link rel="themeData" 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href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQMScbnWDwQB_W3qOGQZnwYUkRyz1P46Uoi-BerULPNTQded7prPulGvdSyeGzBquzZXMoFBZzu2O742xkEAJd86ll9M2FteyO8LomqJnz52pbnE8ptkFeJ3L7GhvA3szgpjwO5i5fcCM/s1600/Carlos+Fajardo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQMScbnWDwQB_W3qOGQZnwYUkRyz1P46Uoi-BerULPNTQded7prPulGvdSyeGzBquzZXMoFBZzu2O742xkEAJd86ll9M2FteyO8LomqJnz52pbnE8ptkFeJ3L7GhvA3szgpjwO5i5fcCM/s1600/Carlos+Fajardo.jpg" /></a></div><br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><span style="color: #c00000; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><i>Ritual de títeres</i> o la poesía como protagonista</span></b><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 13.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Por <b>Carlos Fajardo Fajardo</b></span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><i><span style="color: #c00000; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">“Se imaginó escribiendo una novela</span></i></b><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><i><span style="color: #c00000; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">donde todos asistirían como títeres a un ritual,</span></i></b><b><span style="color: #c00000; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></b></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><i><span style="color: #c00000; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">en una ciudad que rápidamente se deshace”</span></i></b><b><span style="color: #c00000; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></b></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><i><span style="color: #c00000; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Ritual de Títeres, </span></i></b><b><span style="color: #c00000; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Gonzalo Márquez Cristo</span></b><b><span style="color: #c00000; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></b></div><div align="right" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: right; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">“Abrir los diques del lenguaje, ir más allá del monosílabo”. He aquí una de las claves secretas y maravillosas de esta novela-río, novela-poema, novela-ensayo, imagen y pensamiento. Fusión de voces y de vidas al filo de los cuchillos, al fondo de los abismos poéticos e históricos de una generación siempre a la intemperie, la cual vivió las tempestades de la violencia, la búsqueda desgarrada de todos los placeres y el desengaño de las grandes utopías al no dar con ninguna puerta abierta, ninguna luz. Tal es la atmósfera de este <i>Ritual de títeres</i>, seres en medio de la fragua histórica, llenos de fracasos, ruinas, doloroso erotismo y muerte.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">En este escenario del mundo, la palabra es la protagonista principal del drama; la palabra convertida en poesía, se entiende. Por ello aplaudo este ritual y caudal poético, esta lucha perpetua donde triunfa la pulsión creadora de la <i>poeisis</i>, su pasión fundante. Sabemos que “el verdadero poeta, según T.S. Eliot, es el que hace de su lengua una gran lengua”. Se alimenta de su tradición, pero a la vez, la supera enriqueciéndose en otras fuentes diferentes a su raíz; se renueva en profundidad constante. Poesía para alterar la vida; poesía para sabotear las rutinarias frases y costumbres de su tiempo, para ser críticos en aquellos períodos donde la pobreza imaginativa y existencial nos consume. Poesía para mantenernos creativos, atentos, vigilantes.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">De allí la imposibilidad de nombrar a este río de imágenes novela, o bien, objeto narrativo a secas, pues como tal deconstruye las lógicas tradicionales narrativas, la antigua idea de ser un contador de historias. Aquí existe otra cosa, se ha propuesto otro asunto: quizá sea un rizoma lingüístico donde “el tiempo no fluye: estalla”; un libro que elabora una cartografía calidoscópica de las sensibilidades, con múltiples entradas y posibilidades, o bien un juego de espacios y de tiempos discontinuos, donde cada capítulo –si es conveniente denominarlo así- funciona como multiplicidad autónoma, como un poema en sí, desde sí, sin principio ni fin, laberíntico, descentrado, disperso. Libro unión de fragmentos construido desde lo par-impar-sin par, de tal suerte que las dicotomías tradicionales de Occidente se intentan romper, o al menos se cuestionan desde la fuerza del lenguaje.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Creo encontrar en ello uno de sus mayores riesgos y propuestas: dinamitar la concepción de la novela, siguiendo la tradición del romanticismo alemán temprano de la “Obra de arte total”, es decir, la fusión de géneros, lograda, como proponía Friedrich Schlegel, con una liberalidad absoluta pero con un rigor muy grande. Como resultado, el texto se convierte en acto de reflexión filosófica existencial, en una delirante imaginación, en apasionada teoría poética y estética, donde la fuerza unificadora<i> </i>como un <i>continuum</i> es la poesía. Entonces se lee: “La pretensión es consagrar en estas páginas el sueño de la novela-ensayo-poema, de la novela-cuento-teatro, de una intensa literatura esencial”. Desde esta apuesta, <i>Ritual de títeres</i> dialoga con Novalis, Joyce, Broch, Borges, Dylan Thomas, Lezama Lima, Bioy Casares; continúa en la cuerda floja de los poetas dadaístas, surrealistas y expresionistas; se alimenta de Vicente Huidobro y de César Vallejo, se comunica en poema pero se constituye en pensamiento y concepto. Dicha aventura del lenguaje escarba y se contagia de las grandes conquistas artísticas de una modernidad rebelde, crítica y subversiva; de las profanas estéticas vanguardistas de la protesta y del cambio; se contagia de las aventuras del espíritu nihilista nietzscheano, explora la libertad erótica y el “desarreglo de todos los sentidos”.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Hemos asegurado que este “libro-río”, “libro-imagen”, como le gustaba a Gilles Deleuze llamar a su Rizoma -hecho de mil mesetas, de mil posibilidades- se muestra como una fusión de fragmentos que pueden leerse de forma independiente y ponerse en diálogo desde cualquiera de sus partes. Ello obliga a inventar otro tipo de lector, un lector de flujos, de caudales, un lector poeta, receptor-creador que vaya al ritmo torrentoso de las palabras. También aquí encuentro una de las más riesgosas propuestas del libro: exigir –tal vez inventar- otro tipo de lector no lineal, con un capital simbólico muy amplio, el cual dialogue con los momentos y conceptos filosóficos, estético-poéticos y políticos más significativos de la cultura occidental: Heráclito, Platón, Goethe, Kierkergaard, Freud, Kavafis, Coleridge, Rimbaud, D.H. Laurence, Chaplin, Héctor Lavoe, Led Zeppelin, Roling Stones…</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Otro lector, otro narrador, otro poeta: “una novela donde la acción es excluida y tan sólo deja sus esquirlas en los hombres derruidos”, se lee en el capítulo X. Y en otro apartado: “el lector pone en movimiento el tiovivo de figuraciones trágicas” (Capítulo XVI), a la vez que se instaura la ya anunciada por Roland Barthes “muerte del autor”. No hay aquí un Yo narrador plenipotenciario, ni un narrador tótem. Existen varios narradores-poetas, polifonía y pluralidad de rituales ante la palabra. “Se escribe para desaparecer. Si decimos ‘Yo’ estamos obligados a mirarnos desde afuera, a convertirnos en objeto, a construir un espejo de cinco nombres y pronombres” (Capítulo XXIV). Muerte del narrador tradicional, surgimiento de polifonías intertextuales, calidoscópicas. Es la poesía la que funda estas actuaciones de títeres en medio de la terrible soledad del Ser.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">De igual manera, la diversidad de voces poéticas no intenta narrar situaciones cotidianas, sucesos. Estos sólo se sugieren. Más que recrear anécdotas se trata es de construir atmósferas estéticas y propuestas poéticas. Existen, claro, personajes con nombres míticos: Ariadna, la protagonista y Fedra; la trilogía masculina Jano, Orfeo y Mirtilo; historias de amor y desamor que el lector capta entre líneas en medio de la corriente de este sonoro río. También encontramos espacios de una Bogotá real: el barrio La Candelaria, La Carrera Trece, la Séptima, el centro de la ciudad, los bares, pero todo ello alejado del afán novelesco de contar una historia convencional y sí utilizado como pretexto para formular una estructura distinta de novela y una nueva posición del escritor frente al lenguaje. Es el estallido de la palabra-nómada que desterritorializa todo ritual doméstico de la escritura; es la línea de fuga de la poesía contra lo pétreo, lo consolidado, el confort, la burocracia del pensamiento.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Es esto lo que convierte a esta novela en un “río de estilo”, pues en cada página el lector se encuentra con un profundo y extenso poema, como atravesando un campo minado.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Saludo, pues, este trabajo escritural riguroso y riesgoso; esta atrevida metaforización progresiva y provocadora que va en contravía a las exigencias que hace el mercado a los novelistas de última hora, presos del imperio de la rentabilidad, de la fama y de las preferencias del cliente. Saludo su feroz combate contra las novelas escritas por encargo, fáciles, efectistas, efímeras, reemplazables. <i>Ritual de títeres</i>, muy al contrario, exige varias lecturas, es decir varios desgarramientos. Novela-red que se enreda y desenreda en el laberinto de laberintos donde Ariadna juega con sus marionetas arrojadas al escenario del lenguaje. Novela-experiencia, como si las propuestas de Morelli, en la <i>Rayuela</i> de Cortázar, o de Lezama Lima sobre la idea de escribir la “anti-novela”, la “novela-Metáfora”, se hicieran presentes, concreción, cuerpo vital.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Bajo la oscura, fría y lluviosa Bogotá, estos personajes, dispersos y extraviados, hacen su ritual y se difuminan en “la aventura del lenguaje y en la hoz fundadora de la risa”.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Ritual de títeres de Gonzalo Márquez Cristo</span></b><b><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></b></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><i><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Colección Los Conjurados.</span></i></b><b><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></b></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Fundación Común Presencia, Bogotá, 2011. 2da. Edición.</span></b><b><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></b></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><span style="color: #c00000; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Los Baby Teachers</span></b><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 13.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Por <b>Carlos Fajardo Fajardo</b></span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Hijos del neoliberalismo –en realidad neoconservadores- han sido educados para obedecer, aceptar y aplicar las ordenanzas de un capitalismo mordaz. Alabar y no rechazar son sus slogans. Con tales actitudes aspiran a fortalecer los regímenes antes que a mostrar sus debilidades. Son los nuevos técnicos del pensamiento. Alfabetizados en las tecnologías, han hecho de éstas un tótem supremo desde las cuales creen conocer en profundidad el mundo, la realidad del mismo. Despolitizados, des-socializados, individualistas y tecnócratas, se estremecen ante la palabra confrontación. Seguidores del pensamiento <i>utensiliar,</i> son monaguillos que vuelven culto los reglamentos autoritarios de la educación. Son los <i>baby teacher</i> de las universidades: eficaces, eficientes, autómatas bilingües, “todo terreno”, choferes de las tecnologías. Gestionan sin queja la dictadura normativa de las llamadas investigaciones universitarias. Hijos del neoliberalismo, <i>baby teacher</i> de las instituciones.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">En Colombia, existen grandes laboratorios que los producen en serie y se reproducen exponencialmente. Todos han egresado de universidades que les tocó sufrir el azote de la Ley 30, la cual no sólo impulsó una agresiva privatización, sino que las ahogó en su misma sustancia al obligarlas a llevar un plan acelerado de acreditación acorde a las exigencias del mercado global. Como consecuencia, se desmontaron currículos, se ajustaron los planes de estudio a nefastos objetivos y se desterró todo proyecto de una pedagogía crítica y renovadora. </span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">En varios aspectos, los discursos doctrinales, religiosos, moralistas y políticos de esta primera década del siglo XXI, se asemejan a los de la llamada Regeneración de la República Conservadora impuesta en el país desde 1880 hasta 1930: servidumbre hacendaria y partidista, maniqueísmos religiosos y morales, conservadurismo, ideología imperial y papal, controles a la educación, censura camuflada, obstáculos a la modernidad crítico-creativa, centralismo intelectual, rechazo a la autonomía del intelectual disidente.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Todas las pocas conquistas de autonomía universitaria, docente, estudiantil, e intelectual lograda en los años sesenta hasta mediados de los ochenta, fueron diluyéndose y cambiándose por una adaptación servicial e integrada al “nuevo orden global”. La consolidación de la economía de mercado, del poder de los medios masivos de comunicación, de las tecnologías digitales, la urbanización e inmigración masiva, la privatización en serie y en serio, la banalización de la cultura, son algunos contextos sobre los cuales se desarrolló y se llevó a cabo el pensamiento neo-conservador de última hora. Como consecuencias observamos el paso de los intelectuales críticos a los <i>baby teacher </i> “todo terreno”, adaptados al son que les toquen.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Desde aproximadamente 1990 un cambio radical ha impactado en las estructuras universitarias. Todos sus estamentos han sido lentamente transformados. El neoliberalismo atrapó las libertades colectivas e individuales que todavía eran posibles en las instituciones tanto públicas como privadas. Así, los profesores, estudiantes e intelectuales entraron a un espacio de mayor control. Se impuso un lenguaje administrativo y ecónomo. Con ello se pasó de una activa reflexión a la sumisión de la gestión. Entonces, conceptos tales como, eficiencia, eficacia, competitividad, flexibilización, administración e insumos, entraron a formar parte del lenguaje en los ámbitos educativos. Como resultado tenemos un nuevo tipo de intelectual: el docente eficiente con lenguaje ecónomo. El denominado “relevo generacional”, es decir, jóvenes profesores que reemplazan a los viejos intelectuales de vanguardia crítica, y el nombramiento de economistas y de administradores en los mandos medios de dirección académica, garantizan las reformas curriculares acorde con las demandas neoliberales. Golpe bajo al trabajo crítico y humanista; ganancia para el trabajo administrativo. Burócratas contra intelectuales.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">De manera que la Universidad se adapta a las exigencias del mercado edificando el llamado por algunos teóricos “capitalismo académico”: una “Universidad emprendedora”, lo que quiere decir subordinada a la mercantilización de sus componentes. El “capitalismo académico”, el cual ha sido impuesto como política central por los países de élite, asume la educación como industria, fábrica, como <i>businnes university. </i>La Universidad queda reducida a un bazar de servicios educativos y de bienes simbólicos y culturales, con clientes y accionistas (los estudiantes), con obreros y asalariados (los profesores), con productos (los resultados de las investigaciones, los saberes y conocimientos) y gerentes ecónomos, administradores (directivas). En este bazar universitario a los logros académicos de los profesores se les evalúa o controla de forma cuantitativa, es decir, por la cantidad de productos de investigación, de publicaciones, de cátedras, de participación en eventos. Al profesorado se le trata como a un insumo, un objeto consumible y consumidor. Las lógicas de la comercialización de la eficacia y de las competencias de rentabilidad dominan el territorio.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">¿Dónde la autonomía crítica del docente intelectual? Los <i>baby teacher</i> dan la respuesta: son cosas del pasado dicen; peticiones de una historia muerta, enterrada. En su lenguaje dan un no a la memoria y un sí al “ahorismo” consumible, adaptado. La instrucción y formación de docentes que hacen de la tecnocracia algo plenipotenciario, o bien que asumen la modernización tecnológica, impuesta desde arriba, con preocupante ingenuidad, es una de las más grandes heridas en el corazón de la academia. Ante la reflexión se propone la gestión; frente al debate político y cultural se irrumpe con una relajación pragmática; contra una actitud de confrontación y diferencia, se establece una postura de adaptación, aceptación y confort académico. Es la “mercadización” de lo social, de lo educativo, donde triunfan las dinámicas de lo administrativo, del “gerencialismo”. De esta forma, la paranoia, la autocensura y el conformismo se reivindican en estos escenarios empresariales de hipervigilancia y control competitivo.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">El ascenso del pensamiento neoconservador y de la globalización económica neoliberal ha contribuido a crear este tipo de docente universitario adaptado y adaptable. De modo que al joven docente le han otorgado un papel de legitimador político, cultural y moral de los regímenes hegemónicos. Atrás quedaron los tiempos del intelectual disidente, las posiciones libertarias. ¡Oh <i>baby teacher</i>, bienvenidos al futuro!<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><span style="color: #c00000; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">La <i>Emocracia</i> autoritaria</span></b><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 13.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Por <b>Carlos Fajardo Fajardo</b></span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">“Detrás de los actuales debates teóricos sobre nacionalismo, sobre identidad, sobre política y fundamentalismo religioso, hay un tema oculto: la pasión”. La frase de Michael Walser nos ubica en el punto álgido de las sensibilidades políticas actuales, donde se organizan las ideologías con base en la emoción pasional de los ciudadanos, gracias a los medios y a las lógicas del mercado. La pasión ideológica lo colma todo en el neoconservadurismo actual. Contrario al procedimiento razonable y democrático, que llega a la aceptación de acuerdos, “la pasión, nos dice Walser, es siempre impulsiva, sin mediaciones: lo quiero todo o nada”. De esto al fascismo no hay distancia alguna. Sus resultados son los dogmatismos, el terror, las persecuciones, las acusaciones y, por ende, paranoias y atrocidades. Por lo mismo, la <i>emocracia</i> pasional fomenta el salvajismo de los muchos a favor de los pocos. Ante la ley de la doctrina tiránica <i>emocrática</i>, se inclina una apasionada muchedumbre vehemente. Es como si se hubiera alcanzado el estadio de un <i>cogito interruptus</i>, suspendiendo todo pensamiento ante el gran ídolo. Pero aclaremos: la pasión estética e imaginativa, como sabemos, ha edificado y fundado las más grandes e inquietantes obras del espíritu. No es por esta pasión plena de poesía que disparamos nuestra alarma, sino por aquella masiva y adoctrinada, la cual en un instante puede destrozar, de forma sangrienta, las más poéticas obras.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">He aquí el resultado de lo llamado por nosotros <i>Emocracia autoritaria: </i>una pasión ideológica, enajenada y obesa de certidumbres absolutas, lo cual desafía cualquier sensatez, cualquier alteridad, cualquier respeto a la diferencia. Sus consecuencias son predecibles: redes de informantes, caza de brujas, odio combinado con fe y creencia. Las sensibilidades contemporáneas globales son su mejor ejemplo. La <i>emocracia</i> ha permeado en toda la cultura formando ciudadanos obedientes que dan un sí a la destrucción de sus adversarios, un sí a su aniquilamiento y, lo peor, votan por la guerra. Éstos, tal como nos lo ilustra Walser, “no son una sangre tranquila, sino que hierve, por eso son exagerados y apasionados, ansiosos como están por derramar la sangre de sus enemigos (…) Y los peores de ellos son los demagogos que se ponen a su cabeza, a los que no se concibe como cínicos manipuladores o príncipes maquiavélicos, sino como hombres y mujeres que comparten plenamente las pasiones de las personas a las que guían. Eso es lo que se quiere decir con ‘energía apasionada’: los sentimientos son genuinos, y por eso producen tanto miedo”.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Convencidos de haber actuado correctamente, estos ciudadanos se muestran felices y triunfantes. Han estado demasiado tiempo bajo una burbuja mercantil y mediática, creada y organizada por los dueños del globo. Ya lo había diagnosticado Gilles Deleuze: hoy vivimos en sociedades controladas a través del mercado y de las máquinas informáticas, las cuales crean nuevas formas de vigilancia. Escuchémosle: “El departamento de ventas se ha convertido en el centro, en el ‘alma’, lo que supone una de las noticias más terribles del mundo. Ahora, el instrumento de control social es el marketing, y en él se forma la raza descarada de nuestros dueños (…) El hombre ya no está encerrado sino endeudado”. Es, pues, la instalación efectiva de un despotismo delicioso, alimento de la <i>emocracia</i>.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Control continuo y permanente sin que el implicado se queje. Tal es nuestra actual cartografía mental y sensible; tal nuestro nuevo encierro histórico. ¿Qué responsabilidad ética tiene el colectivo que apoya todas estas manifestaciones de una <i>emocracia</i> masificada? Es obvio que dichos regímenes no pueden sobrevivir sin tener la complicidad de una colectividad que apoye sus propuestas, a pesar de que conozcan los horrores y errores de sus gobernantes. He aquí una de las demandas del autoritarismo en general: absorber a los individuos haciéndoles perder su autonomía crítica. Sin escisiones ni rupturas, los ciudadanos asumen “la Gran verdad” del régimen en rigor; es la mimesis entre lo privado y lo público, una totalidad sin fisuras. Su misión es mesiánica, un disparo al futuro de salvación. Para lograr tal teleología, en su terrible agenda se lee la eliminación de cualquier opositor. Totalitarismo en serio y en serie. Imposición de una colectividad adoctrinada y efusiva, con el proyecto de establecer el pensamiento único de un líder supremo situado por encima del Estado de Derecho y del orden jurídico, con una fuerte estructura burocrática y corrupta.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Gracias al monopolio de los medios y de la economía de mercado, se garantiza el triunfo y la permanencia de la <i>emocracia </i>autoritaria, como también el rechazo a toda memoria histórica, la exaltación del culto a la personalidad, la repugnancia hacia cualquier actitud dubitativa, el aplauso a los rituales de un nacionalismo neoconservador retardatario. Al decir de Hebert Gatto: “el totalitarismo contiene elementos que lo aparentan con las viejas teocracias históricas. Pero no es una de ellas, sino una respuesta política secular, moderna, en un tiempo en que Dios ha dejado de operar. Si el Ser Supremo, como autor o legitimador de la moral, dejó de ser el centro de la escena, es necesario que surja un sucedáneo que permita volver a aplicar sus pautas desde arriba, sin necesidad de recurrir a la religión”</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">De esta manera, se impone una moral unitaria, centralizada, homogénea, donde toda contradicción, todo disentimiento se vuelven delito. Bajo este ambiente se incuban y florecen las pasiones ideológicas, alimentadas por la propaganda y la publicidad, las cuales hechizan y fascinan, seducen y ordenan obedecer al mandatario supremo. La propaganda, entonces, cumple el papel de constructor de mundos ficticios, asumidos por el ciudadano como reales. “Ganarse el corazón del pueblo” proclamaba Josef Goebbels, el Ministro de Instrucción Popular y Propaganda del Nazismo. Ganarse la pasión, la emoción guerrerista, masificada en red, a través de valores tradicionales, religiosos y patrioteros. Ganarse el corazón del pueblo a través del miedo a un inventado enemigo. Como tal es una influencia desproporcionada sobre las mentalidades. En ello se puede observar la exaltación al dominante como modelo a seguir- e imitar-, la idolatría a las fuerzas armadas y a su sentido heroico, la subordinación del individuo a los principios del jefe, padre modelo protector a la vez que autoritario. Es la imagen social de una cultura cerrada y provincial. La premodernidad activa, gozando de buena salud.</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Seducción, fascinación ante el espectáculo masivo del poder. Creación de sensaciones que buscan generar en el individuo masificado la idea del triunfo y de la importancia plena de su líder. ¿Cuáles son las consecuencias políticas? La parálisis ideológica, la no acción frente al horror de los sucesos. Es como entrar a la “peste del olvido” macondiana, a una burbuja doctrinal. Parálisis mental, pues ya existe alguien quien piensa por todos; parálisis política, pues el gran líder-mesiánico ya actúa en ese campo a favor de sus subordinados, y parálisis de opinión, autocensura desmedida, pues el gran sacerdote opina con verdad y sapiencia sobre todos los asuntos con “una inteligencia superior”. Obediencia y silencio, ignorancia y colaboración. ¡Vaya esperanzas!</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">*Poeta y ensayista colombiano</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 13.5pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"> <o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><span style="color: #c00000; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Obesidad consumista, anorexia de crítica</span></b><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Paradójica condición la del capitalismo global: el hiperconsumo en las sociedades del mercado, nutre a los ciudadanos de desechables bienes materiales y simbólicos, pero a la vez los desnutre como ciudadanos analíticos y autónomos. Obesidad consumista, anorexia de sentido crítico-creativo. La paradoja es crónica: se vive entre un ciudadano seducido, anonadado y hechizado por el macromercado, y un consumidor depresivo, saturado pero insatisfecho, lleno pero indigesto. De modo que, entre más nos llenamos de deshechos en las híper-ofertas, más nos vaciamos en la sociedad del desengaño y la frustración. Plenitud simulada, decepción real.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Comprar más, acaparar más, turistear más, gozar más, producir más, tirar más, saturarse más, adquirir, desechar y remplazar, refleja la mentalidad de un capitalismo que ha introducido su ideología expansionista y desarrollista en un individualismo extremo, el cual ve fracasadas sus aspiraciones cuando se topa con las pocas posibilidades de realización. Entonces crece el desengaño en esta cultura de paradojas; aumenta la decepción en la vida cotidiana. Entre más cantidad de productos ofertados, mayor zozobra al no poseerlos todos al <i>infinitum. </i>Satisfecho un deseo de compra aparece la carencia de nuevo. La sociedad del mercado garantiza una permanente angustia metafísica en línea. He aquí lo paradójico: llenura efímera, vacío perpetuo. No cumplir con dichos rituales, que rayan lo patológico, es correr un gran peligro. La identidad, la autoestima, el sentido de pertenencia social se verían afectados. El consumo es una carrera por lograr distinción y reconocimiento como ciudadanos de primera categoría.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">En la sociedad del mercado, se impone entonces que cada cual trate de convertirse en un seductor producto, consumible y consumidor. Estar visible y vendible en las vitrinas es de suma importancia, de lo contrario se le redactará su acta de defunción. Y las vitrinas son las redes digitales, las pantallas, los diversos escenarios del marketing, nuestra mejor imagen para los empleadores, la exposición de intimidades. He aquí al consumidor consumido. De la soberanía del sujeto ciudadano moderno, pasamos a la llamada “soberanía” del consumidor mediatizado, nueva falacia del capitalismo global.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">En el plano político también observamos los impactos del síndrome consumista. Cuando es mayor la desconfianza de los ciudadanos hacia la política y los políticos, es más agresiva la instalación de populismos mediáticos y de caudillos elegidos a perpetuidad por acomodadas democracias. La despolitización y la falta de análisis en las mayorías, es caldo de cultivo para los regímenes sensacionalistas y pasionales. La dinámica es contradictoria: masificación de un sentimiento populista y efusivo en medio de un escepticismo respecto a los políticos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">No cabe duda que, en esta época dedicada al consumo hedónico y onanista, gran parte de los ciudadanos cambien la reflexión crítica por la espectacularidad de las emociones histriónicas de los caudillos. Sus discursos patrióticos, tradicionalistas y moralizantes, les llega en medio de sus nebulosas y confusas opiniones, convirtiéndose en tablas salvadoras para el naufragio ideológico. Entre más decepcionados estén los individuos, más esperanzados se presentan ante los esquemas conservadores que dan supuesta estabilidad y seguridad en la sociedad fragmentada, dispar y caótica. De allí que se vea bien pedir un retorno al orden, al régimen de la fuerza en esta “atmósfera anárquica".<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Tampoco se nos haga extraño que, en medio de estas obesidades consumistas, la misma rebelión sea utilizada para el mercado y el entretenimiento mediático. A cualquier protesta se le transforma en show, se le desvirtúa su ética de confrontación. Por asombroso que parezca, ayuda a alimentar la estructura capitalista que combate. Todo lo transgresor comienza a ser parte de la propaganda de consumo inmediato: los movimientos anti-globalización, ecológicos, feministas, alternativos, gays, antixenófobos, el <i>neo-malditismo</i> artístico, las marchas de pacifistas, se transforman, a pesar de ellos, en productos de una cultura de “lo novedoso” que seduce y vende imagen. La rebeldía en la era global se ha convertido en un producto más de la industria del espectáculo, una mercancía desechable, novedosa, sin peligro real, pero excitante. ¿Dónde la rebeldía metafísica? ¿Dónde la rebeldía histórica? Se han transformado en <b><i>rebeldía mediatizada</i></b>, rediseñada para el consumo. He aquí la paradoja de paradojas.<o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><span style="color: #cc3300; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><br />
<br />
La maquinaria de culpabilidad</span></b><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 13.5pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">No existe algo que sorprenda más que la identificación de las mayorías con el magnetismo del dirigente histriónico autoritario. Tanta es su atracción que a los fanáticos les tiene sin cuidado las consecuencias éticas, aun cuando sean ellos mismos víctimas de las persecuciones por parte de su idolatrado jefe. La asunción de cierta ley superior sorprende en estos individuos por su deliciosa crudeza. De esta forma, el éxito de los proyectos dictatoriales queda garantizado, pues, por una parte, estos ciudadanos viven convencidos de hacer parte del poder, o de ser importantes en las decisiones gubernamentales; por otra, cualquier acción del régimen, así sea arbitraria se justifica, gracias a la confianza en sus “responsabilidades públicas”.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Bajo dichos regímenes, el progresivo y sistemático silenciamiento del opositor se nota menos, debido a ciertos procedimientos aceptados como legales. Al rival se le silencia con métodos “democráticos” que cumplen el simulacro del debido proceso. He aquí el juego hábil y nada limpio del audaz hechizador de multitudes: aplicar al oponente el método de <b>“culpabilidad por asociación”, </b>cuya consecuencia, en palabras de Hannah Arendt, es que “tan pronto como un hombre es acusado, sus antiguos amigos se transforman inmediatamente en sus más feroces enemigos; para salvar sus propias pieles proporcionan información voluntariamente y se apresuran a formular denuncias que corroboran las pruebas inexistentes contra él. Este, obviamente, es el único camino de probar que son merecedores de confianza”.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Nos encontramos entonces con una seductora maquinaria cuya función es hacer que la sociedad civil acepte los golpes sin mayor queja alguna. Una maquinaria de control desde adentro, de fidelidad y obediencia, “que tritura los sueños” como se lee en un verso de Salvatore Quasimodo. Bajo esta atmósfera, los ciudadanos aprueban la judicialización y criminalización de la vida cotidiana, hasta ver justa aquella monstruosa sentencia pronunciada en el cuento <i>la colonia penitenciaria </i>de Franz Kafka: <b>“la culpa es siempre indudable”.</b> De manera que todos estamos destinados a que se nos condene, bien sea por Dios, la patria, la familia, la escuela o el Estado. Esto se observa cuando entra en funcionamiento el <i>autocastigo</i> y la <i>autoculpabilidad</i>: el implicado siente que, por mandatos supremos, debe sentirse culpable sin serlo. El recurso retórico que lleva a la mayoría a considerarse culpable, es una de las mejores estrategias de los regímenes autoritarios para perpetuarse en el poder. La culpabilidad colectiva exonera de todo juicio a los verdaderos responsables de los horrores históricos. Su insistencia y repetición mediática anula la posibilidad crítica de los ciudadanos, atomiza al pueblo, invita a la expulsión de los no creyentes. La mentira crece y se transforma en agua sacramental para la limpieza de los herejes. Es un discurso retórico frenético, monotemático donde el terrorismo, el narcotráfico, la corrupción, el paramilitarismo, son los platos rotos que debemos pagar todos por tener la marca de la no inocencia. La dignidad, el respeto y valor de un pueblo quedan humillados por esta retórica morbosa y siniestra.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">La actitud cínica de culpabilizarnos a todos de los horrores del mundo – y por ende de criminalizarnos en masa- alimenta discursos fanáticos de muerte y exterminio. Si todos somos culpables todos debemos pagar y morir por ello. Las intenciones son visibles: justificar las acciones de un terror tanto simbólico como real; legitimar el ocultamiento de la verdad, llevando la falsedad a sus más espeluznantes extremos; hacer de la mentira un valor intercambiable y usable según las circunstancias; indultar a los camuflados verdugos. Seducidos por dicha factoría, no sólo caen “las mayorías silenciosas”, sino también buena parte de los creadores e intelectuales activos. De vigías atentos y críticos ante las desavenencias de su época, pasan a ser actores de la farsa. De esta manera, el poder comienza a sustituir “invariablemente a todos los talentos de primera fila, sean cuales fueren sus simpatías, por aquellos fanáticos y chiflados cuya falta de inteligencia y de creatividad sigue siendo la mejor garantía de su lealtad” (Hannah Arendt).<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Los resultados son desastrosos. Se pone en línea y en red una <b><i>emocracia </i></b>irreflexiva, peligrosa y sectaria, alimentada por la efervescencia mediática. Por lo tanto, la maquinaria de culpabilidad no sólo produce intimidación y dulce aceptación del castigo, sino también una sensiblería acrítica, temperamental, inmediatista, de llanto extremo, que en el fondo da legalidad a las vejaciones. La <b><i>emocracia </i></b>irreflexiva y sentimentaloide no conduce a otra cosa sino a la identificación de las masas con las normas de las tiranías, justificando las formas del terror disfrazadas de lágrimas. De manera que publicidad y terror se unen como algo necesario para defender las instituciones. Basta sólo ver como se aprovecha políticamente la emotividad de la víctima y de sus familiares para darnos cuenta que, detrás de todo este show doctrinal, existe la intención de des-responsabilizar a los verdaderos culpables y culpabilizarnos a casi todos. Así opera la maquinaria de culpabilidad. Tras ella se escudan verdugos y víctimas. Los primeros como sujetos que cometen sus crímenes <i>obedeciendo órdenes superiores</i>, lo que comprueba su inocencia; y los segundos que, al pagar justos por pecadores, son convertidos en motivo de lástima, caridad, compasión, remordimiento, lo cual “culpabiliza” a toda la sociedad. Con ello se garantiza que los ciudadanos acepten la culpa como una perversa y dulce guillotina, pues ésta “es siempre indudable”.<o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><span style="color: #cc3300; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Paradojas del autoritarismo</span></b><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">“Vivimos en la época de la premeditación y del crimen perfecto”, afirma Albert Camus en su libro El hombre rebelde; época en que los criminales se transforman en jueces. Terrorífica paradoja. Camus es aún más incisivo: “juzgados ayer, hoy dictan la ley”. Ahora sabemos que estos jueces son excelentes actores frente a unos medios que maquillan la representación de sus “buenas” hazañas, provocando el olvido de espantosos crímenes. He aquí como se gerencia la sensiblería ingenua y el sentimentalismo en una sociedad amnésica. Al decir de Milán Kundera, esto no es otra cosa que imponer en el imaginario popular el imperio del kitsch totalitario. Escuchémosle: “En el reino del kitsch impera la dictadura del corazón (…). El sentimiento que despierta el kitsch debe poder ser compartido por gran cantidad de gente (…). Nadie lo sabe mejor que los políticos. Cuando hay una cámara fotográfica cerca, corren enseguida hacia el niño más próximo hasta levantarlo y besarle la mejilla”.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">De manera que, el juego de cámaras, micrófonos y de luces sirve para ciertas audaces metamorfosis. De malandrín se pasa a ser un sensible protector paternalista. La eficacia sensacionalista de la cultura del efecto publicitario, adquiere verdadero sentido. ¡Oh febril espectáculo! El verdugo de ayer, hoy es figura venerada. Se entra así al mundo de lo sagrado donde, ante la imagen plenipotenciaria del patrón, del jefe y del padre protector, no hay dudas ni sospechas, solo fe y confianza. Es la euforia de la servidumbre, el eterno retorno del culto a la personalidad, la sacralización del paternalismo hacendario y semifeudal. Vaya hibridaciones glocales. Las tecnoculturas de la información y de la comunicación, contraen nupcias con las tradiciones decimonónicas conservadoras, todavía activas y usables.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Siguiendo esa lógica de perversas paradojas, bajo el amparo de cierta aureola religiosa, la imagen del jefe de gobierno en los Estados neoconservadores actuales, se une al militarismo secular moderno. Es entonces cuando la idolatrada providencia presidencial promete progreso, la paz a través del exterminio de sus oponentes. Sin embargo, esto no hace otra cosa que activar los mecanismos de control de la casa, eternizar sus tradicionales valores, garantizar la tranquilidad en la pantagruélica cena de unos cuantos elegidos. La guerra contra los no invitados a este banquete se hace obsesiva y pletórica. El terror se manifiesta en todo su furor, el nacionalismo también. Cualquier acción del Padre por “salvar” su clan se justifica. Ya lo aseguraba Hitler: “estoy pronto a firmarlo todo, a suscribirlo todo (…). En lo que a mi concierne, soy capaz con toda buena fe, de firmar tratados hoy y romperlos fríamente mañana, si está en juego el futuro del pueblo alemán”.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Se justifica la trampa, la mentira, la invención de un enemigo perpetuo para fomentar un terror perpetuo en nombre de la patria. Es la lógica del poder con la cual éste se petrifica. Claro, el Padre-jefe, plenipotenciario y redentor, no puede explicarse más que por un rival ilusorio o real, por una actitud guerrerista. Necesita de un “otro” opositor para legitimar sus acciones. He aquí lo terrible. Gracias a esta ideología guerrera, la vida civil va siendo subsumida en una mentalidad militarista policial presentada y promovida, una y otra vez, en la aparatosa tempestad de violencia telemática. Se militarizan casi todas las prácticas sociales; los ciudadanos interiorizan la norma militar de obedecer al superior, de tal modo que, bajo la orden presidencial y su cumplimiento, la ciudadanía, con su vocabulario y una sensibilidad policial, se apresta al combate de todos contra unos pocos. Y allí lo tenemos: en nuestros sitios de trabajo, en los centros educativos, en maestros, estudiantes, gerentes, empleados, en mandos superiores y medios. Es decir, en casi todas las prácticas sociales se infiltra la idea de que, igual al Padre-jefe y a su grupo de gobierno -transmutados en policías protectores-, se debe asumir una actitud ofensiva, triunfalista, despótica ante nuestros semejantes.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Por lo visto, el lenguaje militarista se ejerce y asume con extrema naturalidad comunitaria. Es el lenguaje de la neo-esclavitud en una época de agresivo neoconservadurismo. Con el mismo lenguaje se califica a los opositores de antipatriotas y herejes, desterrándolos del momento histórico sacralizado. Al blasfemo se le juzga por descreído al no acatar los designios del Padre. Ser patriota entonces es un acto de fe. Ya lo aseguraba Borges. Este patriotismo, asumido como religión, pide lealtad a sus íconos y símbolos. Basta observar el histrionismo patriotero de juramentos y compromisos masificados para dar cuenta de cómo estos se unen a las acciones antidemocráticas de gobiernos que agencian la exclusión, el ninguneo, el silencio, la culpa y el remordimiento del marginado.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Lo anterior sólo demuestra que, en los países donde actualmente el conservadurismo reina, están vigentes algunos rituales del poder decimonónico. Así por ejemplo, la destrucción de la memoria colectiva y de un pasado de reivindicaciones populares; la instauración de un neo-despotismo radical y religioso; la proliferación y manejo de un lenguaje militarista, infiltrado en la cotidianidad y en las actividades civiles; la lógica maniquea de los medios y su matrimonio perverso con los gobiernos, la obligatoria exigencia de no oponerse al cacique político, al gamonal y al mayordomo. Todo ello excluye cualquier disidencia y alteridad. De este modo, las ceremonias y gestos del autoritarismo están siendo rediseñados en estos tiempos de las paradojas globalitarias. El verdugo de ayer hoy es figura venerada.<o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.5pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">* Poeta y ensayista colombiano </span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 13.5pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><span style="color: #cc3300; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">El show de las lágrimas</span></b><b><span style="color: #cc3300; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"> </span></b><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">En la escena mundial contemporánea, nuevos autoritarismos han surgido propagando una cultura global perversa que impacta las sensibilidades, se incuba en las instituciones, alimenta la virulencia de un individualismo insolidario. A la cultura actual la envuelve una atmósfera de competencia que introduce la idea de la inutilidad de la acción civil y de las protestas comunitarias-solidarias, imponiendo un egoísmo intimista y cierto onanismo autista. En este ambiente no hay espacios para la sospecha ni para la duda, no existe aire para exigir transformaciones.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">La globalización ha creado escenarios perversos, los cuales se constituyen en industrias de fabulación. Como fábula, la globalización económica y cultural, proyecta un mundo de ilusión espectacular, tal como los medios nos lo hacen ver. Sin embargo, al desmontar esta industria de fabulaciones y de mentiras encontramos el verdadero rostro de la era global e imperial: la legitimación de los asesinatos y del uso de la fuerza; las invasiones de los bárbaros poderosos, las privatizaciones en red, el hambre, los desplazamientos, las emigraciones y exclusiones en masa, la mortalidad infantil, la pobreza, la proliferación del desempleo, las falacias de un sistema edificado sobre la doctrina de la competencia, finalidad política-económica que justifica la práctica de cualquier medio. Cuando la realidad presenta esta cara siniestra, es maquillada con una luminotecnia voraz publicitaria.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Por su lógica de travestismo político<b><i>, la perversidad de la globalización impone el cinismo como ideología</i></b>, lo cual es visible en ciertas sensibilidades camaleónicas que se infiltran en los entramados del poder, buscando ser aclamadas y aceptadas, aprovechando los acontecimientos más propicios para engrandecer su imagen. Estas personas chupan la sangre de sus jefes, no para debilitarlos sino para elogiarles la inagotabilidad de su potestad. Se constituyen en los mejores propagandistas de las acciones de los poderosos, ayudan a fortalecer más la perversidad del <i>statu quo.</i><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Con fuertes garantías económicas, los medios donan diariamente el alimento para que esta ideología del cinismo perverso no muera de inanición. El show de la perversidad global se muestra entonces en aquella cultura de ídolos y fetiches impuesta por la tiranía de la farándula y del mundo de las finanzas. Los artistas, ricos y famosos, ganan imagen en tanto más autoritario y trágico se vuelva el ambiente internacional. Cualquier catástrofe natural y social, cualquier drama comunitario, les sirve a los famosos para crear espectáculos y sacar a relucir su afán de altruismo humanitarista, que no solidario. Ante el dolor de los otros, se transforman en mercaderes de cadáveres. El llanto y la pobreza de sus semejantes les garantiza actualizar la vitrina con sus mercancías para futuros consumidores, mantener una imagen de rico y famoso condolido, promocionar el<i> <b>show de sus lágrimas</b></i><b>.</b> Así, el dolor se convierte en una perversidad infame, puesto que es el egoísmo competitivo e interesado, y no el humanismo solidario, el verdadero motor de estas industrias del ocio.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Es una guerra de imágenes la que se inicia entonces. Guerra entre ricos y afortunados por mantener el<i> raiting</i> a costa del sufrimiento y la orfandad de los excluidos. Esta perversidad se proyecta en los medios al lado de la lumínica y excesiva pomposidad <i>ligth.</i> Los medios entonces, combinan, mezclan y fusionan la imagen mítica, bella y pulcra de los famosos con la crueldad del hambre, de las guerras y las catástrofes producidas por la globalización imperial.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Existen, sin embargo, otras formas de perversidad mediática. Es cuando la morbosidad de los acontecimientos entra en escena, adueñándose del acto central. El <i>show </i>y el <i>shock</i> de la perversidad global<i> </i>proyectan en los medios los terrores de la realidad como seductora pesadilla. Se impone así algo perturbador: la obscenidad ante el dolor del otro. Este <b><i>realismo extremo</i></b> se nos vende como una agresión institucionalizada por el mercado de la violencia, al cual nos acostumbramos cada día, deseando su constante presencia. Entonces el cadáver putrefacto y su yerta imagen, los horrores ante el huracán y el terremoto, el largo llanto del desplazado y del secuestrado, la mueca de dolor del emigrante, la impunidad de la víctima, llegan al éxtasis, produciendo entre los consumidores una catarsis surgida de los cataclismos de una cotidianidad adversa.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Para mantener viva la audiencia e imponer lo exigido por el mercado, la globalización, aliada con el sensacionalismo publicitario, teatraliza tanto las fingidas lágrimas de una farándula perversa, como los rituales de la ignominia y de los tormentos cotidianos.<o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.5pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">* Poeta y ensayista colombiano</span><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><span style="color: #cc3300; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 13.5pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><br />
</span></b><b><span style="color: #cc3300; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">De censuras y paranoias</span></b><span style="color: black; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 13.5pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Paranoia y perturbación es lo que siente el poder ante la palabra certera y contundente del escritor crítico; paranoia frente al peligro de un desmoronamiento moral y político del sistema de reglamentaciones; paranoias en serio y en serie, por lo que de inmediato pone a funcionar su aparato de censura.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Entonces, en nombre de la “protección” ciudadana y de las instituciones se fiscaliza, se vigila, se utiliza el lápiz rojo de la corrección. Bajo una atmósfera autoritaria no es raro que algunos escritores, intelectuales, artistas, profesores, periodistas y científicos se presten al juego burocrático de las colaboraciones, se constituyan en jueces y purificadores del templo. Lo preocupante se presenta cuando al señalado en la lista -al censurado- se le amenaza tanto que, por sus propios medios y miedos, comete autocensura. Esto marca el índice de sometimiento que las normas del <i>statu quo</i> han alcanzado en él. Ha interiorizado la versión del régimen y lo invade un complejo de culpa. En adelante su autonomía se transforma en una intimidad autovigilada.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Debido a la paranoia en red, estos controles y autocontroles se propagan entre los ciudadanos. Los miedos se aposentan tanto en el censurado como en el que censura. Al masificarse fragmentan la sociedad e individualizan cada vez más a los sujetos que, por su seguridad, se vigilan unos a otros, creando una población de informantes. Hiperprivatizada la vida, la incomunicación prospera en este reino del silencio y la sospecha. Gana el intimismo antisocial, la repugnancia al ágora, el rechazo a compartir ideas. En los regímenes paranoicos esto garantiza que los jefes de Estado se proyecten como padres salvadores, curanderos de enfermedades crónicas, llámense éstas libre pensamiento, terrorismo, democracia participativa, islamismo, inmigración, socialismo democrático. Son exorcistas que sanan las mentes invadidas por los “ejes del mal”.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">De modo que, los regímenes paranoicos gerencian el simulacro de <i>la libre competencia de ideas</i>, pero dejan al descubierto un camuflado totalitarismo político y mediático. Esto no es más que legitimar la gran sociedad de la mentira. Cuando presienten que alguien desgarra el velo de las apariencias, disparan sus alarmas. Entonces, actúan casi por instinto de conservación contra el antagonista, tergiversando sus ideas, despistando a la opinión pública. El régimen evidencia sus miedos, e inventa una guerra entre los que tratan de despejar las cortinas de humo y aquellos empeñados en alimentar el fuego de los engaños.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">De esta manera, la censura erige la cultura de lo<i> <b>facticio</b></i><b>,</b> es decir, mentiras fabricadas como verdades, artificialidad asumida como certeza. Se oficializa la perversidad del engaño. Lo <b><i>facticio</i></b><i> </i>se constituye en una “verdad” comunitaria; aniquila la posibilidad de edificar una sociedad fundada sobre éticas de la responsabilidad, la franqueza y lo solidario.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">He aquí regímenes de permanente invasión totalitaria. Sistemas políticos que violan las libertades cívicas con métodos “exquisitos” e imperceptibles. Censuran y autocensuran sin necesidad de<i> Gulags</i> ni <i>Auschwitz;</i> imponen su autoridad sin estruendos pero con eficacia. Allí están los medios masivos de comunicación; allí las miles de cámaras de circuito cerrado vigilándonos; allí los policías virtuales en Internet, el rastreo de nuestros más íntimos datos; allí el seductor aparato del mercado; los espectáculos del poder y el poder como espectáculo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Su estrategia es arrasar los pocos derechos colectivos e individuales que en una modernidad, incipiente y a medias, fueron conquistados. Esto hace que las sociedades edificadas sobre terrenos nada fértiles para una verdadera democracia involucionen. Con estos métodos balcanizan tanto a países como a sensibilidades, alejan de la polémica y del debate crítico al ciudadano de a pie, petrifican a la sociedad civil, borran de la memoria atrocidades históricas, e instalan, sutilmente, una ingenua complicidad colectiva con el horror y los asesinatos. De esta forma aseguran el continuismo, se perpetúan en su silla.<o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; mso-outline-level: 4; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; mso-outline-level: 4; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><span style="color: #cc3300; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Los rostros del totalitarismo</span></b><b><span style="color: #cc3300; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"> </span></b><b><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">El 14 de diciembre de 1957, Albert Camus, en la conferencia “El artista y su tiempo”, pronunciaba estas palabras: “el artista, sancionado o elogiado como tal, lo quiera o no, se ha embarcado. ‘Embarcado’ me parece aquí un término más preciso que la palabra ‘comprometido’ (…). Todo artista está hoy embarcado en la galera de su tiempo”. A principios del siglo XXI estas sentenciosas palabras se nos presentan más actuales y robustas que nunca. Sin embargo, nuestra barca ha cambiado de tripulación, se han mutado los vientos y navega sobre océanos más problemáticos. Hoy las tormentas del tiempo arrasan con los pocos instrumentos de navegación y, aunque algunos todavía tratan de visionar algo desde los altos mástiles, sus catalejos son obsoletos frente a la realidad de las cartografías rápidamente cambiantes. Seguimos embarcados, es cierto, pero se nos hace más difícil el viaje, mayor la sensación de naufragio.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Sí, hoy vivimos en sociedades de contrastes, de paradojas y contingencias. Entre la unidad y lo disperso; entre lo unidimensional y lo múltiple se mueven los distintos discursos que levantan la Babel contemporánea. Estas son las sensaciones que tenemos en el estado actual de la cultura. La fragmentación y el resquebrajamiento de las descripciones últimas de la realidad; la fractura de los fundamentos y la pérdida de centros autoritarios discursivos, nos muestran una <i>aparente</i> gama de posibilidades epistemológicas, políticas y culturales como ganancia y apertura ante los totalitarismos conceptuales de exclusión. Entonces, multiplicidad, heterogeneidad, pluralidad, hacen parte de las sensibilidades y percepciones de un mundo centrífugo, abierto a una democracia posible. Pero, ¿Estamos realmente en la centrífuga de los discursos, sin centros ni poderes totalitarios y hegemónicos? ¿No existe autoridad que unifique esta multiplicidad de sensibilidades y saberes?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">El no concederle más crédito a las ideologías no significa que hayan desaparecido. Por el contrario, su manifestación es contundente, si bien no de la misma forma con la cual ejercieron tanta influencia en los últimos siglos. Cierto, la desconfianza y la puesta en duda de las utopías modernas es patética. Esas maneras de centrar la realidad en busca de un historicismo trascendental se han debilitado. Sin embargo, otros relatos han surgido con mayor fuerza de unificación universalista, con pretensiones de hegemonía global en todos los órdenes. Hijos de la racionalidad instrumental modernizadora; herederos de la visión expansionista e imperial, ellos proceden a enriquecer el simulacro de la heterodoxia, instaurando un <i>totalitarismo plural</i> y un <i>pluralismo totalitario</i>, con un pensamiento único, fiscalizador de las diferencias. Los nuevos macro proyectos del capital global (mercado y medios) impulsan la idea de libertad de gustos y de escogencias; registran en su agenda la <i>ilusión</i> de una democracia real; edifican la <i>mentira</i> del aquí todo vale y es posible. Pero mayor es nuestra sorpresa y más grande nuestro asombro al comprobar el verdadero rostro de sus propietarios. En este pluralismo autoritario- paradoja actual- ¿en qué quedan convertidas las divergencias ideológicas contestatarias, las protestas/propuestas a la mundialización cultural y económica? ¿En simples simulacros democráticos? Democracia ilusoria, autoritarismo real.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; mso-outline-level: 4; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Sensibilidades masivas conciliadoras<o:p></o:p></span></b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Ese mismo 14 de diciembre del 57, Camus también lanzaba esta premonitoria afirmación: “Lo que caracteriza a nuestro tiempo, es la irrupción de las masas y de su condición de pobreza ante la sensibilidad contemporánea”. En efecto, Camus fue testigo de la irrupción de un capitalismo que, a medida que globalizaba el mercado y los oligopolios mediáticos, facilitaba la irrupción de la pobreza no sólo material sino espiritual en grandes proporciones, creando la sensación de fracaso de toda actitud crítica valerosa. En la actualidad la balanza está en definitiva desequilibrada. Mientras se legitiman y se les da voz a inmensas simbologías ideológicas de las instituciones, se excluyen a las minorías que marcan diferencias, distanciamientos, contradicciones. La intemperie es entonces el espacio del sujeto creador crítico. Por ello, recordando de nuevo a Camus, crear hoy es crear peligrosamente; sobre todo, en una sociedad que exige del artista un arte de pasatiempo refrescante. Las instituciones normativas del arte aplauden la des-responsabilidad del artista respecto a su entorno y llenan de premios al arte que satisface las preferencias del cliente y de los propietarios del gusto.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">A la sociedad actual, al mundo cotidiano, azotado por visiones ecónomas y mediáticas empiro-pragmatistas, poco le interesa un pensamiento de sabotaje, un arte de renovación. El desgarramiento lúcido, la pérdida de gratas cadenas, el sentir las fuertes borrascas de una historia sombría, la duda ante entronizados ídolos, el abordar nuevas orillas, quizá no esté en los propósitos de algunas de las actuales sensibilidades. Éstas se han vuelto, por el contrario, inquisidoras y ultraconservadoras. Señalan y juzgan a la alteridad alterada; apoyan redes de informantes, son cómplices de las nuevas hogueras. Los versos del poeta Odiseas Elitis no pueden ser más actuales: “<b>Llegaron vestidos de ´amigos´ /incontables veces mis enemigos,/ pisando el antiquísimo suelo,/ ofreciendo los antiquísimos dones./ Y sus dones no eran/ sino sólo hierro y fuego./ A las manos que abiertas esperaban/ sólo armas humo y fuego</b>”. Proceden, pues, estas sensibilidades, seducidas hasta el límite por una paranoia extremista, a institucionalizar la homogeneidad sin peligro. Sufren, en fin, de ingenuidad aterradora; aplauden la hiper-vigilancia total.<o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; mso-outline-level: 5; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 13.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Hacia una escritura de ideas</span><b><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Este es nuestro tiempo; época de interesantes y aterradores cambios. Época para estar “embarcados” con una actitud valiente y abierta al calidoscopio que nos signa. Tiempo donde la vida es considerada, por los más recientes mercaderes, algo usable y desechable. En las redes de este sistema-mundo, que nos estrangula con un dolor muy dulce, son permanentes las actitudes de miedo o de silencio. Las palabras críticas entonces caen en desuso, se archivan, son actitudes de algunos “locos del pasado” ahora museificados. La espectacularización de lo trivial y de los asesinatos, las ideologías de la eficacia y del utilitarismo, los lenguajes administrativos y ecónomos que están invadiendo todos los campos de la educación y la cultura, son hoy más escuchados que el diálogo reflexivo y que la inteligencia analítica. Ante ello, no podemos cantar al unísono con estas atrocidades. De allí la urgencia de una escritura de Ideas que supere la actitud conformista de aquella escritura asumida como promesa de éxito y prestigio rápido. Un no rotundo al deseo de instaurar de nuevo la monstruosa frase del nazi Goerin: “cuando me hablan de inteligencia, saco mi pistola”; un no a la tendencia de legitimar la idea del fracaso del arte; un no contundente a instaurar entre los ciudadanos la horrenda concepción que insinúa que aquel que ha puesto a funcionar su crítica reflexiva en contra de los lineamientos de autoridades impositivas es “contra-reformista”, “antipatriota”, “antiprogresista” y “ultraconservador”. Se cambian así las perspectivas. Ahora resulta que los rebeldes son los verdugos y los victimarios las víctimas. Ambigüedades del <i>Totalitarismo plural</i> contemporáneo.<o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><span style="color: #cc0000; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Adoctrinamiento exquisito, servidumbre simbólica </span></b><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">En nombre del “realismo” y de lo pragmático se ha impuesto un deber social: identificarse con el capitalismo internacional, aceptar su perpetuidad, asumir sin rebeldía su omnipotencia global. En nombre del mercado, de la competitividad, del libre cambio, de las privatizaciones neoliberales y de los chovinismos, se exige defender una actitud complaciente, agradecida con los mecanismos del sistema imperial planetario. <i>Sed realistas</i> es el slogan de la democracia simulada; es decir, <i>sed indulgentes</i> con la dictadura de los mercados financieros y de los medios de comunicación.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">He aquí un mecanismo sutil, casi invisible, de coacción, de censura y control, que provoca un dolor dulce, sin el rechazo ni la repugnancia del ciudadano. Éste, la mayoría de las veces, entra a las reglas del juego que el régimen instaura a través de manipulaciones publicitarias y propagandísticas. Con gratitud y satisfacción, las instituciones del poder observan cómo los ciudadanos aceptan conformes, y en consenso, las reglamentaciones impuestas deliciosamente. Ser realista, entonces, es asumir sin queja un <i>adoctrinamiento exquisito</i>, aunque despiadado, que nos seduce y agrada. A esto le llaman tener una mentalidad patriótica, nacionalista, de triunfo y de eficacia.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Bajo las presiones de los poderes económicos y mediáticos, a los ciudadanos les queda poco espacio para proyectar sus inquietudes desde una democracia participativa. Para éstos no existen garantías reales de trascender como individuos si no cumplen con auto eliminarse como sujetos independientes, críticos y autónomos. Esta es la tragicomedia cínica de los actuales despotismos: <i>dominar con mayor “delicadeza” sin que el dominado se de cuenta de ello.</i> Y, por supuesto, a dicho despotismo se le asume con cierta despreocupación, se le tolera por ignorancia u omisión. Peligrosa manera de habitar entre seductores cuchillos ideológicos; paciente forma de soportar con delicia la enajenación de la vida.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">La manipulación se hace evidente. Es cuando una complicidad con el poder, en silencio o pública, surge entre la mayoría de los ciudadanos. Un aplauso eufórico y embriagante al déspota se deja escuchar. Desde ese momento la lógica de la razón crítica sede a la lógica de la razón utilitarista, cínica y “realista”. A todo aquel que no coopere con lo impuesto por el autócrata de turno el mal lo circunda, una culpa moral colectiva lo condena a ser expulsado del gran templo. <b>Las dictaduras, en otras épocas temidas por su brutalidad física y política, son ahora aceptadas con su brutalidad simbólica.</b> Dictaduras con manipulaciones informáticas e imaginarios de derecha tele-globalizados por el capitalismo trasnacional; promesas de simuladas felicidades. “Sometimiento elegante”, le llama Ignacio Ramonet, el cual “no trata de obtener nuestra sumisión por la fuerza, sino mediante el encantamiento, no mediante una orden, sino por nuestro propio deseo. No por la amenaza al castigo, sino por nuestra propia red inagotable de placer”.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Claro, el masivo consumo de hiperinformación oficialista, con su indigestión telemática y saturación de noticias, nutre este <i>delicioso despotismo</i>. Del apetito vivaz informático pasamos a la llenura banal mediática. La sobreabundancia informática suprema provoca desinformación extrema. En todo este proceso, la <i>idiocia</i> trivial es el síntoma de ciertas sensibilidades que no desean una explicación argumentada de los acontecimientos, sino máxima excitación y emoción visual.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Por tanto, la distorsión de la realidad, propiciada por los grandes medios de comunicación en los Estados autistas y autoritarios, es un campanazo para estar alerta en todo momento; es un gran desafío para los ciudadanos comprometidos con rasgar el velo de aquellos imaginarios seductores que fomentan un <i>adoctrinamiento exquisito.</i><o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-indent: 14.2pt;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><b><span style="color: #cc0000; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">El poeta ante las actuales tiranías</span></b><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 13.5pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">"El poeta es un demócrata nato no sólo gracias a la precariedad de su posición, sino también porque su obra va destinada a toda la nación y emplea su lengua” afirmaba Joseph Brodsky en su hermoso y sugerente ensayo sobre Anna Ajmátova. Sí, y cuando las tiranías hacen su entrada violenta por las puertas de la historia, entonces la poesía está allí para denunciarlas y escribir contra ellas. “Escribiremos contra los tiranos creando su confusión”, reza un verso del poeta colombiano Harold Alvarado Tenorio.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Aficionadas al poder, todas las tiranías, sean militares, civiles, económicas o mediáticas, tratan de no perder su popularidad entre los súbditos. Se actualizan siempre gracias a la utilización estratégica de la propaganda y de lo video-político, con un espeluznante cinismo demagógico. De igual manera, las tiranías se hacen sentir como una necesidad irremediable. La idiocia y la estolidez son sus signos, la manipulación ideológica su feroz estrategia. Estructurar, ordenar, masificar, sistematizar, simplificar la vida de las mayorías son sus actividades compulsivas. Cualquier síntoma de distanciamiento e indiferencia es peligroso en medio de este tumulto. Entrega y lealtad, obediencia e identidad, he allí sus exigencias. Un pequeño desacuerdo con esta legislación pone a funcionar la censura, la desaparición, el silencio y hasta el asesinato.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Toda tiranía sabe como incomodar al descarriado. Con su audacia lo convierte en verdugo del orden y del sistema, es decir, invierte las proposiciones: ella se transforma en víctima de aquel que ha ejercido su derecho a disentir, a “abrir la boca” ante la maquinaria gregaria, global opresora. “El poder es repulsivo como los dedos de un barbero”, escribía el poeta ruso Osip Mandelstam. Los dedos de un barbero en el cuello del incómodo, del que echa sal en las llagas pútridas de los tiranos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">No ajena a las condiciones de su época, la poesía, sin embargo, mantiene una activa distancia crítica con lo cual supera el encasillamiento autoritario en dogmas, sectas, escuelas o doctrinas políticas, religiosas, literarias, académicas. La poesía nunca es una cuestión de segunda importancia. No admite ser esclava de dictámenes tiránicos. Su ganada autonomía en la modernidad, le permite tener la valentía y la altivez suficiente para vivir en confrontación con aquellos que la utilizan, ningunean o desprecian. Esta es una apuesta que une al poeta con aquel intelectual que perturba el statu quo, con el que desacraliza los imaginarios marmóreos de la cultura estandarizada, los estereotipos anquilosados del pensamiento y de la sensibilidad.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Más que buscar consensos, el poeta y el intelectual deben procurar establecer disensos con los lenguajes de las actuales tiranías cuyos discursos se han convertido en espectáculos mediáticos, efectistas e impactantes. Mantener una actitud de confrontación y aprovechamiento. He allí la activa ambigüedad del poeta y del intelectual: estar dentro de la globalización y en la periferia de la misma. En el adentro como críticos no conciliadores; en la periferia como sujetos reflexivos, combativos, resistentes, no escapistas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Estar adentro y afuera. Estrategia del caballo de Troya ante los mecanismos de autoridad y de conservación. Ello significa aislamiento y solidaridad, fortaleza y vulnerabilidad, lucidez y riesgo. Claro, el precio que se paga por asumir dicha estrategia es el ser considerado un indeseable social, no cooperante, un paria antipatriota. Quizá el distanciamiento crítico sea también su mayor ganancia, mayor que la de obtener recompensas, premios y reconocimientos por las instituciones, las cuales muy poco tendrán en cuenta su incómoda obra. Sin embargo, esta postura, nos lo advierte Edgard Said, permite “ver cosas que habitualmente pasan inadvertidas a quienes nunca han viajado más allá de lo convencional y lo confortable”, a la vez que produce la satisfacción de “ser capaz de experimentar ese destino no como una privación o como algo que debe lamentarse, sino como una especie de libertad, como un proceso de descubrimiento en el que realizas cosas de acuerdo con tu propia pauta”.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">Tomar este riesgo intelectual es asumir la contienda y el debate como fuerzas que motivan para seguir creciendo y pensando al filo de las navajas. Contienda contra los esquemas sectarios y discriminatorios que no aceptan la alteridad ni la diferencia. Peligrosa opción que asumen el poeta y el intelectual cuando defienden la heterodoxia y la discrepancia, la pluralidad y diversidad de opiniones dentro del pluralismo totalitario global y en los regímenes de tiranías mediáticas y mercantiles contemporáneos. Riesgosa condición, pues en su <i>ethos</i> no está el evadir la responsabilidad que les corresponde como creadores y pensadores, ni el de recluirse en la función del hiper-especialista académico el cual ignora los estruendos que a su alrededor la historia produce. Expectantes y activos, dubitativos y escépticos, su actitud de mantenerse en el adentro como sujetos no conciliadores, y en la intemperie como combativos no escapistas, queda salvada.</span><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center; text-indent: 14.2pt;"><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.5pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;">E-mail: <a href="mailto:Carfajardo@hotmail.com"><span style="color: black; text-decoration: none; text-underline: none;">Carfajardo@hotmail.com</span></a></span><span style="color: black; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-CO; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-CO;"><o:p></o:p></span></div>Cuento Brevehttp://www.blogger.com/profile/17416225798014691021noreply@blogger.com